La baja visión es una condición que aumenta la vulnerabilidad de las personas y pone en riesgo la funcionalidad de su vida cotidiana. Si el afectado no recibe una intervención oportuna, las actividades necesarias como la lectura, movilidad, desplazamiento, etc., se verán gravemente comprometidas, lo que afectará negativamente la independencia funcional del individuo y aumentará el riesgo de sufrir accidentes. De continuar este estado, es probable que la persona sienta la necesidad de retirarse del ámbito social, y caiga en un estado de depresión, lo que afectará significativamente su calidad de vida. Por esta razón, las autoridades de salud recomiendan el desarrollo de planes de rehabilitación que incluyan las intervenciones específicas y oportunas según cada caso particular.1

Dada su importancia, se establece que el modelo integral de rehabilitación incluye el uso de equipos especializados de asistencia visual, que comprenden ayudas ópticas y no ópticas. Para el correcto uso de estos dispositivos, es necesario el entrenamiento adecuado, ya que demandan distancias de trabajo especiales y modificaciones de hábitos, entre otros aspectos. Para el paciente estos dispositivos pueden resultar poco naturales y requerir refuerzo y motivación, para su uso adecuado Sin embargo, se ha demostrado que las visitas de los pacientes a los sitios de rehabilitación representan diferentes retos, como la dificultad para transportarse, especialmente porque un gran porcentaje de personas con baja visión son adultos mayores de 65 años que pueden tener comorbilidades asociadas con el estado físico, estado de salud en general, estado psicológico, así como una probabilidad de alteraciones cognitivas como pérdida de la memoria. Todo lo anterior se suma para que el ser humano afectado se frustre y abandone el proceso de rehabilitación, teniendo retrocesos en su evolución.1

Dicho lo anterior, surge el concepto y modelo de telerehabilitación, que se entiende como la prestación de servicios de rehabilitación con el apoyo de tecnologías para la información y la comunicación (TICs). Este modelo incluye diversas actividades específicas tales como evaluación, monitoreo o seguimiento, prevención, intervenciones específicas, educación, supervisión, consultoría, y asesoría.

En el ámbito de la salud en general, la telerehabilitación es ampliamente usada en pacientes que han experimentado un accidente cerebrovascular, lesiones cerebrales, remplazo articular y lesiones medulares, entre otras condiciones.1

En cuanto a la situación en baja visión, la telerehabilitación representa una esperanza importante para superar las dificultades anteriormente mencionadas. Por ejemplo, se minimiza o incluso se elimina la necesidad de transporte del paciente, ya que las evaluaciones pueden llevarse a cabo en el entorno natural de su hogar. Esto proporciona al profesional una mayor cantidad de información que le permite adaptar el proceso de rehabilitación de manera más personalizada. Además, se destaca que este sistema potencia el uso de tecnologías de comunicación como smartphones, tablets, computadores y herramientas en línea. Por otro lado, se establece que la telerehabilitación permite un mejor uso y optimización del tiempo.1

Lorenzini & Wittich (2021) llevaron a cabo un estudio con el fin de evaluar la viabilidad de realizar investigaciones futuras utilizando diseños aleatorios controlados en el contexto de la telerehabilitación para baja visión. En este proyecto, los participantes fueron divididos en dos grupos: uno de intervención que recibió telerehabilitación por medio del uso de una ayuda especial montada en la cabeza través de plataformas de teleconferencia, y otro grupo de control que llevó a cabo un entrenamiento autodirigido basado en las instrucciones del fabricante del dispositivo.

Los resultados relevantes del estudio determinaron que el grupo experimental que recibió la telerehabilitación presentó un menor porcentaje de deserción en comparación con el grupo de control. Además, se observó un incremento en el desempeño de actividades de la vida diaria en el grupo que recibió la intervención por telerehabilitación. Es importante destacar que durante el estudio también se encontró que algunas personas abandonaron el programa, y otras decidieron no usar el dispositivo propuesto. A pesar de esto, los resultados abren la puerta para investigaciones con métodos rigurosos que permitan evaluar el impacto de la telerehabilitación del paciente con baja visión.2

Un estudio publicado por Christy et al. (2022) tuvo como objetivo evaluar la viabilidad de la telerehabilitación en pacientes con baja visión, especialmente para abordar los desafíos surgidos durante la pandemia por COVID-19 y mantener la continuidad del proceso de rehabilitación. Con base en la Clasificación Internacional del Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud (CIF), se estableció un programa de telerehabilitación en baja visión que ofrecía una serie de servicios para abordar las necesidades de los pacientes. Entre estos están incluidos: asesoría psicológica para el bienestar emocional de los pacientes, programas tecnológicos de asistencia para mejorar la función visual, intervenciones terapéuticas de niños con discapacidades múltiples, acceso a audiolibros digitales y línea de ayuda de rehabilitación.3

En esa estructura, el grupo de apoyo para telerehabilitación fue multidisciplinario y se programaron sesiones personalizadas con una duración de 45 minutos cada una, sumando un total de 175 sesiones de entrenamiento. En este esquema participaron 350 individuos con sus familias. Al analizar los resultados de la intervención de la telerehabilitación, los autores sugieren adoptar este sistema como un modelo exitoso para el cuidado del paciente con baja visión. Desde el contexto pandémico, la lección aprendida es que se debe continuar con el diseño de programas de telerehabilitación, ya que se aumenta la cobertura en atención, promueve la continuidad del proceso, evita deserciones y retrasos, disminuye las limitaciones de la atención, promueve una mayor integración y participación de la familia e incluso de la comunidad.3

La telerehabilitación sincrónica en baja visión es un modelo interesante para que los profesionales de la salud visual adopten, ya que tiene el potencial de derribar barreras propias de acceso y dificultades en la atención. Además, promueve el diseño de programas multidisciplinarios personalizados que permiten obtener resultados óptimos en la calidad de vida de las personas intervenidas. Este enfoque está ganando cada vez más aceptación por parte de los usuarios.4

REFERENCIAS

  1. Bittner AK, Yoshinaga PD, Wykstra SL, Li T. Telerehabilitation for people with low vision. Cochrane Database Syst Rev. 2020;2020(2).
  2. Lorenzini MC, Wittich W. Personalized Telerehabilitation for a Headmounted Low Vision Aid: A Randomized Feasibility Study. Optom Vis Sci. 2021;98(6):570–81.
  3. Christy B, Mahalakshmi M, Aishwarya T V, Jayaraman D, Das A V, Rani PK, et al. Tele-rehabilitation for persons with vision impairment during COVID-19: Experiences and lessons learned. Indian J Ophthalmol [Internet]. 2022;70:1026–9. Available from: www.ijo.in
  4. Bittner AK, Yoshinaga PD, Shepherd JD, Kaminski JE, Malkin AG, Chun MW, et al. Acceptability of Telerehabilitation for Magnification Devices for the Visually Impaired Using Various Approaches to Facilitate Accessibility. Transl Vis Sci Technol. 2022;11(8):1–11.
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