Uno de los inventos diagnósticos más impactantes de nuestra generación ha sido la tomografía óptica coherente (OCT, por sus siglas en inglés), ya que permite la observación histológica de tejidos en vivo, que solo podían ser valorados en cadáveres. Esta tecnología se fue ampliando en cuanto a la observación de la retina, nervio óptico, córnea, película lagrimal, conjuntiva, con protocolos de estudio celular como el de glaucoma, que permite cuantificar la cantidad de fibras nerviosas y células ganglionares, así como hacer un examen morfológico de todo tipo de áreas con relación a la excavación y al anillo neural, la comparación de ambos ojos con análisis cuantitativo, colorimétrico, tercera dimensión y todo basado en datos en poblaciones similares.

Con respecto a la retina, permite ver la forma del vítreo anómalo en caso de tracción sobre la mácula, la anatomía exacta de cada capa, confirmar y analizar la impresión diagnóstica. Al explorar en vivo la estructura retiniana, se puede hacer seguimiento y evaluación de los tratamientos realizados con el fin de examinar si hay mejoría estructural o anatómica, en las enfermedades que manejamos y son invisibles a nuestros ojos. Es así como la evolución del edema macular diabético se puede evaluar y medir con relación al espesor de las capas en la mácula, para decidir si el tratamiento se mantiene, intensifica o se reevalúa. En el caso del agujero macular o la membrana epiretiniana permite el diagnóstico temprano, evaluación pre y posoperatoria del tipo de agujero o membrana epiretiniana, si el humor vítreo está adherido, el tamaño del agujero, el cual determina la posibilidad de cierre y la alteración de la capa de fotorreceptores o elipsoide, en la cual en caso de que haya daño a nivel de la fóvea, la recuperación visual suele ser baja.

Con relación a la miopía, el análisis obtenido con el OCT nos ha permitido retomar, diagnosticar y tratar casos que pocas veces son manejados de manera temprana como la membrana neovascular miópica. Hay casos de miopía extrema patológica, que se pensaba que no tenían solución, pero si se examina bien se pueden encontrar agujeros maculares centrales, o alrededor de la fóvea, los cuales son más difíciles de encontrar, desprendimientos localizados de la retina a nivel macular llamados foveosquisis, o todas las posibilidades juntas. Otra enfermedad que se beneficia del análisis estructural preciso es la DMRE, permitiendo diagnósticos tempranos en la observación de alteraciones en el epitelio pigmentario de la retina. Así mismo, en el caso de enfermedades genéticas incapacitantes como la retinitis pigmentosa, en la cual, a pesar de que hay un compromiso severo de los bastones y en algunos casos de los conos, que por ahora no se puede detener, se observan cambios en la retina que permiten, en algunas ocasiones, mejorar la visión y es el caso del edema macular, el cual es observado con frecuencia y que con un diagnóstico y tratamiento adecuado, se puede reducir o desaparecer.

En la coroidopatía central serosa, facilita el análisis de la extensión del desprendimiento, engrosamiento subyacente de la coroides, localización de áreas de escape, lo que ha permitido un tratamiento más activo, ya sea con inyecciones intravítreas de antiangiogénico, láser amarillo o la combinación de los dos.

El tratamiento de enfermedades infecciosas como la toxoplasmosis ha tenido un avance significativo ya que la observación de las capas comprometidas de la retina y la coroides pueden llevar al tratamiento del edema y encapsulación del parásito. Estas son algunas de las patologías de todas las que se han beneficiado del estudio y evolución del análisis del OCT.

Actualmente, es inadmisible valorar un paciente con alteración en la retina sin un estudio de OCT, no requiere inyección de sustancias fluorescentes, por lo tanto el riesgo de perder la vida en relación con el examen o complicaciones secundaria se acerca a cero.

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