La cifra estimada de personas con discapacidad visual es de 253 millones: 36 millones con ceguera y 217 millones con discapacidad visual de moderada a grave. El 81 % de las personas con ceguera o discapacidad visual de moderada a grave son mayores de 50 años.

Las enfermedades oculares crónicas son la principal causa mundial de pérdida de visión. Los errores de refracción no corregidos y las cataratas no operadas son las dos causas principales de discapacidad visual. Las cataratas no operadas siguen siendo la principal causa de ceguera en los países de ingresos medios y bajos (OPS-OMS, 2023).

La CIE-11 clasifica el deterioro de la visión en leve (20/40 – 20/70), moderado (20/70 – 20/200), grave (20/200 – 20/400), ceguera con y sin percepción de luz. Esta clasificación permite estimar las dificultades que puede enfrentar un paciente en sus actividades diarias, de acuerdo con perfil del paciente que puede variar al considerar su ocupación, edad y grado de deterioro de la visión. Por ejemplo, un oficinista que tiene deterioro de la visión grave y requiere realizar actividades laborales auxiliándose de su resto visual tendrá más dificultades que el paciente que tiene el mismo grado de déficit visual pero que solo se dedica a las actividades del hogar. Sin embargo, habrá algo en lo que tal vez no sean tan diferentes y es la limitación que compartirán para desplazarse de manera independiente; estos pacientes requerirán incluirse en un programa de orientación y movilidad.

Cuando se habla de ayudas para la movilidad, lo primero en que se piensa es en el bastón. Este es un recurso muy útil; sin embargo, deberá ser prescrito de acuerdo con las características de la discapacidad del paciente, altura y considerando si este tiene alguna otra discapacidad. Pudiendo escoger entre el bastón blanco, el bastón verde o el bastón de doble franja roja, este código de colores se recomienda para facilitar la interacción con las personas con discapacidad (PcD) que lo portan.

  • Bastón blanco: este es el más común, pero con frecuencia mal recomendado, ya que este está destinado a las personas con ceguera.
  • Bastón verde: está dirigido a las personas con baja visión. Es común observar que esta población en particular sufre discriminación debido a la falta de información general de la población sobre la baja visión, ya que ni son ciegos ni ven bien.
  • Bastón con doble franja roja: reservado para las personas con sordo ceguera, es importante hacer énfasis en este código debido a que permite que una persona sin discapacidad tome las consideraciones necesarias debido a la barrera de la comunicación que presentan los pacientes con dicha condición.

Tomando en cuenta las restricciones que tiene una persona con discapacidad visual el profesional debe ser capaz de recomendar el bastón adecuado, además de brindar la orientación debida que permitirá que el paciente explote el bastón ganando independencia para movilizarse.

En ocasiones los pacientes no tienen la fortuna de ser orientados adecuadamente y adquieren bastones sin prescripción o terminan auxiliándose de palos de escoba, ramas o varillas de metal y, lo que es peor, de una longitud muy corta o el equivalente a su estatura. Esto solo obstaculiza el adecuado reconocimiento del terreno a través del bastón o dificulta su maniobra, tratándose del bastón, ¡el tamaño sí importa! 

Los profesionales de la salud visual deben orientar y canalizar a sus pacientes con los especialistas adecuados, en este caso, el rehabilitador visual que tendrá que diseñar un plan de orientación y movilidad de acuerdo con el perfil del usuario de bastón. Este proceso suele concluirse en diferentes periodos, ya que hay personas que terminan antes que otras por que la actitud, situación cognitiva y habilidades motoras lo facilitan.

Otros aspectos para considerar son la accesibilidad arquitectónica del lugar en donde viven, ya que este varía mucho entre ciudad y comunidades rurales. Además, la agorafobia que algunos pacientes desarrollan por la inseguridad para movilizarse fuera del hogar. En este caso el contar con un grupo de apoyo y un profesional de la salud mental será fundamental para que el paciente se permita confiar en sí mismo, salga a poner en práctica lo adquirido y dé el primer paso para acceder a la educación, al empleo y a una vida independiente.

 

L.O Donají López Cobilt
Responsable del Centro de Baja Visión del Bajío

REFERENCIAS

  1. Proyecto de acción mundial de la OMS sobre discapacidad 2014-2021: Mejor salud para todas las personas con discapacidad
  2. Manual de baja visión y rehabilitación visual, editorial panamericana, Coco Herrera, 37-45

OMS. “Clasificación Internacional de las Enfermedades.” Capítulo 9 Deterioro de la visión”. 10 revisión. Editorial. Meditor, Madrid. 1992.

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