En los últimos años, la investigación sobre la microbiota ha experimentado un aumento significativo, en línea con su impacto no solo en la comprensión de enfermedades intestinales, sino también en su influencia en otras afecciones, incluyendo las enfermedades oculares. Sin embargo, en ocasiones, esta microbiota se ve afectada por una condición llamada disbiosis, la cual se presenta cuando existe un desequilibrio severo entre los microbios beneficiosos y patógenos. En esta condición las bacterias dañinas (malas) o grupos patógenos se multiplican, promoviendo la aparición de diversas enfermedades. (1)

El termino microbiota se refiere al conjunto de microbios o microorganismos comensales que contribuyen a mantener la homeostasis. No obstante, surge otro término relacionado con el anterior denominado “microbioma” que destaca las categorías genéticas de estas poblaciones. (2)

La mayoría de las investigaciones se centran en las subpoblaciones o subgrupos de microbiota que colonizan el cuerpo humano, con un enfoque predominante en la microbiota intestinal. De hecho, numerosas investigaciones han llegado a la conclusión de que existe un vínculo entre la desregulación de la microbiota intestinal y el desarrollo de diversas enfermedades, como las autoinmunes (por ejemplo, esclerosis múltiple, artritis y enfermedad de Crohn). Además, se ha establecido una asociación entre la microbiota intestinal y enfermedades neurodegenerativas, siendo la más común la enfermedad de Alzheimer, así como enfermedades del neurodesarrollo, como TDAH y autismo y enfermedades psiquiátricas como la depresión, la ansiedad y la esquizofrenia. (3) Ver Figura 1.

Particularmente, las investigaciones señalan el eje cerebro-intestino como un fenómeno biológico que hoy en día permite comprender la asociación entre enfermedades metabólicas como la diabetes y Alzheimer. Además, este eje puede formar parte de la explicación fisiopatológica de muchas enfermedades que aquejan a las personas en la actualidad, todas relacionadas con la microbiota intestinal.

La relación entre desregulación de la microbiota intestinal (disbiosis) y las enfermedades oculares ha sido ampliamente estudiada tanto en modelos experimentales como clínicos. A continuación, se describen algunas implicaciones en la enfermedad ocular.

Uveítis autoinmune

Dentro de las causas de uveítis anterior, intermedia y posterior, se señalan procesos de autoinmunidad que desencadenan una reacción inflamatoria en tracto uveal. En consecuencia, Rosenbaum et al. (2018), describieron un mecanismo de interacción entre la uveítis y la microbiota intestinal, sugiriendo que la disbiosis provoca la pérdida de la homeostasis, induciendo la permeabilidad intestinal y la migración de microorganismos y células del sistema inmune tanto a sitios cercanos como distantes del intestino, como, por ejemplo: el ojo. (4) De igual manera, estudios como el reportado por Lin et al. (2018), demostraron que en ratas con una modificación del gen HLAB27 (un factor para el desarrollo de uveítis autoinmunes), se altera la barrera ocular, permitiendo la entrada tanto de células del sistema inmunológico como de productos microbianos que facilitan la inflamación intraocular. (5)

Glaucoma

El glaucoma, considerado como una enfermedad neurodegenerativa, presenta eventos biológicos similares al Alzheimer en su fisiopatogenia. En ese sentido, y teniendo en cuenta los estudios que exploran la relación entra la disbiosis intestinal y el Alzheimer, se podría pensar que el glaucoma no es ajeno a la interacción entre la microbiota intestinal y la viabilidad de células ganglionares de la retina. A pesar de no encontrar un número elevado de publicaciones sobre el tema, recientemente se ha informado sobre la asociación entre el glaucoma primario de ángulo abierto (GPAA) y las alteraciones en el microbioma intestinal.

Por ejemplo, Zinkernagel et al. (2022), demostraron en su estudio que la activación del lipopolisacárido (LPS) bacteriano estimuló la degeneración neuronal, específicamente la axonal. (6) Otros estudios, como el de Chian CC et al. (2022) en una muestra poblacional, encontraron una mayor tasa de infección por H. Pylori en pacientes con glaucoma. De manera interesante, en muestras posteriores a la trabeculectomía y analizadas mediante histología, se observó una alta presencia de H. Pylori, lo que respalda más aún la relevancia clínica de dicha interacción. (7)

Ojo seco y superficie ocular

Mediante estudios microbiológicos, se ha identificado que la superficie ocular, al igual que cualquier otra superficie mucosa y cutánea, muestra una abundante flora microbiana compuesta por microorganismos gram positivos y gram negativos. Entre ellos, destacan la participación de bacterias grampositivas comensales como Staphylococcus, Corynebacterium, Streptococcus, Propionibacterium y Micrococcus. Estas bacterias se encuentran en pequeñas cantidades en los párpados, la conjuntiva y la película lagrimal. (8)

Trastornos de la superficie ocular, como el ojo seco, el queratocono y la blefaritis, han comenzado a ser analizados desde la perspectiva de la medicina funcional. Este enfoque considera la interacción no solo de la microbiota ocular, sino también un proceso de disbiosis intestinal y ocular que finalmente modula procesos de inflamación crónica y, por ende, el daño celular. Aunque es cierto que el abordaje terapéutico para el ojo seco incluye el uso del omega 3, se ha demostrado que este puede estar implicado en la modulación de la inflamación tanto sistémica como ocular.

Sin embargo, los estudios indican que en presencia de disbiosis intestinal y, como resultado, un aumento de la permeabilidad intestinal, las bacterias pueden viajar y llegar a la superficie ocular, lo que induce una desregulación en la actividad de la microbiota ocular que contribuye a la inflamación, un evento importante en el ojo seco. (9)

Aunque ya se conoce la interacción entre microbiota ocular y el desarrollo de blefaritis, nueva evidencia respalda que el eje intestino-ojo influye en la actividad de las bacterias residentes en borde palpebral y conjuntiva, lo que provoca una reducción de los microorganismos comensales y aumenta la actividad de patógenos. Estos patógenos liberan rápidamente sus toxinas, incluyendo las lipasas y esterasas que, finalmente, degradan los lípidos meibomianos y de la película lagrimal.

Recientemente, se ha estudiado el uso de gotas con agentes probióticos para minimizar y regular la disbiosis ocular en una patología muy común, como la conjuntivitis alérgica. Loveno A et al. (2008) encontraron que la administración de Lactobacillus Acidophilus diluido en solución salina como tratamiento para la conjuntivitis alérgica resultó en una significativa reducción de los síntomas y signos después de un mes de tratamiento con probióticos. (10)

Hace muchos años se creía que, en condiciones fisiológicas, las estructuras intraoculares se encontraban en condiciones “asépticas”. No obstante, el papel de la microbiota intraocular ha permitido comprender la importancia de mantener dicha “flora” en un estado homeostático, aspecto que se desregula por el uso inadecuado de antibióticos. (11)

Conclusiones

Conocer la importancia de la microbiota ocular lleva a reflexionar sobre varios elementos:

El uso racional de antibióticos, demostrando que un uso inadecuado de estos medicamentos puede no solo dañar las bacterianas patógenas, sino también inducir cambios en la actividad de las bacterias comensales, lo que finalmente puede asociarse al desarrollo de muchas patologías oculares.

Desde una perspectiva sistémica, la aplicabilidad farmacéutica de los probióticos ha desempeñado un papel relevante en la restauración de la microbiota intestinal, lo que se traduce en una medida preventiva del desarrollo de diversas patologías sistémicas. Además, se ha planteado como alternativa que la terapia con probióticos no solo favorecería una restauración rápida y sostenible de la microbiota ocular saludable, sino que también podría generar efectos antiinflamatorios y antihistamínicos más rápidos, así como una acción antagónica contra patógenos, evitando así la necesidad de utilizar antibióticos y reduciendo la consecuente resistencia a los mismos.

La conexión entre el ojo-cerebro-intestino abre una nueva ventana en la explicación de muchos eventos biológicos que aparecen como manifestaciones sistémicas con un gran compromiso ocular. La investigación enfocada en estar conexión puede ayudar a comprender mejor la fisiopatogenia de las enfermedades oculares y sistémicas.

 

Sandra Carolina Durán Cristiano, O.D
Estudiante Doctorado Universidad Complutense de Madrid.
Editora del Área Condiciones de Vida y Salud Visual

REFERENCIAS

1.        Hou K, Wu Z-X, Chen X-Y, Wang J-Q, Zhang D, Xiao C, et al. Microbiota in health and diseases. Signal Transduct Target Ther [Internet]. 2022;7(1):135. Available from: https://doi.org/10.1038/s41392-022-00974-4

2.        Ogunrinola GA, Oyewale JO, Oshamika OO, Olasehinde GI. The Human Microbiome and Its Impacts on Health. Int J Microbiol. 2020;2020:8045646.

3.        Gebrayel P, Nicco C, Al Khodor S, Bilinski J, Caselli E, Comelli EM, et al. Microbiota medicine: towards clinical revolution. J Transl Med [Internet]. 2022;20(1):111. Available from: https://doi.org/10.1186/s12967-022-03296-9

4.        Baim AD, Movahedan A, Farooq A V, Skondra D. The microbiome and ophthalmic disease. Exp Biol Med (Maywood). 2019 Apr;244(6):419–29.

5.        Rosenbaum JT, Asquith M. The microbiome and HLA-B27-associated acute anterior uveitis. Nat Rev Rheumatol. 2018 Dec;14(12):704–13.

6.        Zhang Y, Zhou X, Lu Y. Gut microbiota and derived metabolomic profiling in glaucoma with progressive  neurodegeneration. Front Cell Infect Microbiol. 2022;12:968992.

7.        Napolitano P, Filippelli M, Davinelli S, Bartollino S, dell’Omo R, Costagliola C. Influence of gut microbiota on eye diseases: an overview. Ann Med. 2021 Dec;53(1):750–61.

8.        Chiang M-C, Chern E. Ocular surface microbiota: Ophthalmic infectious disease and probiotics. Front Microbiol. 2022;13:952473.

9.        Petrillo F, Pignataro D, Lavano MA, Santella B, Folliero V, Zannella C, et al. Current Evidence on the Ocular Surface Microbiota and Related Diseases. Microorganisms [Internet]. 2020 Jul 13;8(7):1033. Available from: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32668575

10.      Iovieno A, Lambiase A, Sacchetti M, Stampachiacchiere B, Micera A, Bonini S. Preliminary evidence of the efficacy of probiotic eye-drop treatment in patients  with vernal keratoconjunctivitis. Graefe’s Arch Clin Exp Ophthalmol = Albr von  Graefes Arch fur Klin und Exp Ophthalmol. 2008 Mar;246(3):435–41.

11.      Borroni D, Paytuví-Gallart A, Sanseverino W, Gómez-Huertas C, Bonci P, Romano V, et al. Exploring the Healthy Eye Microbiota Niche in a Multicenter Study. Int J Mol Sci. 2022 Sep;23(18).

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