Mucho se ha hablado de la luz azul y de sus potenciales efectos nocivos en la salud ocular, la mayoría de los casos se refiere a la luz emitida por los dispositivos electrónicos como celulares, laptop o tablets; sin embargo, existen otras aplicaciones de la luz con injerencia directa en el ojo y deben ser igualmente tenidas en cuenta. Finalmente, el objeto de estudio macro es la luz tipo LED.

Las fuentes de luz y la tecnología han experimentado una impresionante revolución los últimos 20 años, tratando de optimizar el uso de la luz a nivel comercial, industrial y doméstico. Desde la luz incandescente, hasta la fluorescente y recientemente la luz LED. El desarrollo y desempeño de alto brillo de los diodos emisores de luz (LED) por su sigla en inglés que significa “light-emitting diodes”, ha generado su uso amplio en diferentes escenarios, considerándose la nueva generación en iluminación en el mundo, y a la vez los grandes emisores modernos de luz azul.1

En la actualidad, el uso de la luz LED es cada vez más frecuente, se sabe de su aplicación en smartphones y computadores portátiles, pero no se puede desconocer su uso doméstico, debido a las grandes ventajas que representan estas fuentes en términos de consumo de energía, ya que es el más bajo comparado con otras fuentes de iluminación casera, costo accesible, fuerza energética de la luz emitida ultra blanca y larga duración de los bulbos de luz.2,3

¡Cuál es el problema entonces con la luz azul?

La luz azul se define como aquella longitud de onda corta del espectro visible con un rango de 400 a 500 nm, en algunas ocasiones la longitud de onda de la luz azul se divide en luz azul-violeta (400-440 nm) y luz azul turquesa (440-500 nm). Según los planteamientos de la ecuación de Plank, la longitud de onda de los rayos luminosos se correlaciona negativamente con la cantidad de energía que estos contienen, por lo tanto, la luz azul tiene la energía más alta del espectro visible. De lo anterior se desprende la teoría de que los fotones de luz azul tienen la fuerza energética suficiente para alcanzar la retina sin inconveniente, incluso se asevera que, en un niño menor de 9 años, más del 65% de la luz azul tiene transmisión retinal directa.3 Ver foto.

¿Qué daño produce la luz azul en el ojo?

Según los estudios realizados en el tema, los efectos negativos que produce la luz azul en la retina se conocen como “daño retinal inducido por la luz”. Tales alteraciones se producen a través de tres mecanismos principales:

  1. Daño fotomecánico: se debe al incremento progresivo de la cantidad de energía capturada por el epitelio pigmentario de la retina (EPR), potencialmente causante de daño irreversible de esta capa y el posterior daño en los fotorreceptores. Esta clase de daño depende de la cantidad de energía absorbida y no de la composición espectral de la luz en sí misma.
  2. Daño fototérmico: ocurre en una exposición corta a la luz azul en la retina, este tiempo muy breve puede oscilar entre 100ms (milisegundos) a 10s (segundos). Pese a la brevedad del tiempo, la intensidad de la luz puede producir un aumento significativo de la temperatura en los tejidos circundantes, susceptible a daño estructural y funcional.
  3. Daño fotoquímico: Estudios sugieren que este daño tiene dos tipos:

El primero es asociado a exposición corta pero intensa de luz azul que afecta el EPR, tiene que ver con exposiciones hasta 12 horas. En modelos experimentales se ha observado daño severo en el EPR del mono Rhesus, y se revela una clara correlación entre la cantidad de daño y la concentración de oxígeno; de tal manera, que la luz azul en este aspecto está involucrada con daño del EPR por estrés oxidativo.

El segundo tipo de daño está asociado a exposición mayor pero menos intensa. Se refiere a exposiciones entre 12 y 48 horas, pero con menos intensidad de luz azul. En este caso, parece ser que los conos son más vulnerables que los bastones recibiendo daño en los segmentos externos. Aquí se sugiere que los fotopigmentos tienen un papel preponderante en la producción del daño al fotorreceptor. Una posible explicación es que la reacción fotoquímica de la luz azul genera una foto reversión del blanqueo del fotopigmento. Este blanqueamiento aumenta la capacidad de las moléculas de rodopsina para absorber los fotones de la luz azul, haciendo que dichas moléculas alcancen un número crítico de fotones absorbidos para producir daño retinal. Adicionalmente, cuando la lipofuscina absorbe la luz azul, conlleva a una reacción tóxica que afecta al EPR y a los fotorreceptores.1

Conclusión: La fuente de luz azul más importante (LED) está en todas partes; por esta razón, los profesionales de la salud visual deben tener presente que los mecanismos de protección preventivos pueden evitar la amenaza silenciosa que representan.

Referencias

1.        Tosini G, Ferguson I, Tsubota K. Effects of blue light on the circadian system and eye physiology. Mol Vis. 2016;22(August 2015):61–72.

2.        Jaadane I, Boulenguez P, Chahory S, Carré S, Savoldelli M, Jonet L, et al. Retinal damage induced by commercial light emitting diodes (LEDs). Free Radic Biol Med. 2015;84:373–84.

3.        Tao JX, Zhou WC, Zhu XG. Mitochondria as Potential Targets and Initiators of the Blue Light Hazard to the Retina. Oxid Med Cell Longev. 2019;2019:6435364.

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