¿Qué tiene que ver el ojo con los ciclos circadianos? Si bien es cierto que los estudios en este aspecto han ido en aumento, se conoce como antecedente principal que desde 1998 se habla de la existencia de un nuevo fotorreceptor, que corresponde al 1% de las células ganglionares de la retina. Esta pequeña fracción de células fotosensibles reciben el nombre de células ganglionares intrínsecamente fotosensibles, (ipRGCs) por su sigla en inglés “Intrinsically photosensitive retinal ganglion cell”, y lo más sorprendente es que se estima que tienen comunicación directa con el cerebro. Pero su función no es la de formar parte de la sensación visual como la formación de imágenes en las que intervienen los conos y bastones, las ipRGCs tienen un pigmento diferente a la rodopsina, que es la melanopsina (1)(2) Ver figura 1.

Figura 1. Células ganglionares intrínsecamente fotosensibles.  Obsérvese que, en la capa de células ganglionares, el 1% son ipRGC, observadas en la gráfica en rojo.1

El uso de este pigmento hace que la ipRGCs tengan diferencias con los clásicos conos y bastones: entre ellas, mientras que la luz despolariza las ipRGCs, esta hiperpolariza los conos y bastones. Además, en la ipRGCs presentan una sensibilidad menor y tienen períodos de latencia más lentos. Estas propiedades son esenciales para la regulación de los ciclos circadianos. También se cree que cumplen una función importante en la respuesta pupilar, y tienen también en funciones neuroendocrinas y neuroconductuales.

Conclusión

Para entender las posibles alteraciones de la luz azul en el ritmo circadiano, es vital entender primero la vía por la cual se producirían al entender el papel de las ipRGCs.

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