La tecnología en los laboratorios ópticos avanza día a día, y esto se refleja en las ópticas y en el servicio al cliente final. Sin embargo, ¿hasta qué punto nos beneficia esto en términos del conocimiento de nuestro personal? ¿Acaso solo necesitamos zombis operando máquinas, optómetras usando tabletas o dispositivos para toma de medidas y asesores que solo busquen una comisión por venta?

Hoy en día, estamos perdiendo el conocimiento básico pero esencial de cómo elaborar un lente oftálmico al depender completamente de la tecnología que nos ofrece la industria, dejando atrás la importancia de comprender todo lo que implica y significa un lente.

¿De qué te sirve tener un sistema autónomo independiente de cálculo si el operario no tiene ni idea de lo que es una dioptría? Y aún más importante, ¿qué sucede si se le pregunta a un optómetra a qué equivale una dioptría? Les diré que la mayoría de los profesionales ya han olvidado el simple cálculo de 1 dividido por la distancia focal en metros, que es igual a 1 dioptría. Esto es preocupante, porque simplemente estamos permitiendo que la tecnología haga todo sin esforzarnos por entender el proceso.

Soy un defensor de los avances tecnológicos y la automatización, pero creo que funcionan mucho mejor cuando van de la mano de personas capacitadas. Por ejemplo, una persona que está realizando cálculos en un software MLS debe saber qué es un lente positivo (convergente), un lente negativo (divergente), además, que todos los cilindros están relacionados con un eje, que la adición es para la visión cercana para personas présbitas, que la altura es muy importante en un multifocal, qué tipos de corredores se deben utilizar para cada progresivo y así sucesivamente. Estos conocimientos que parecen sin importancia son esenciales, ya que su ausencia puede generar problemas como espesores incorrectos, adaptaciones deficientes, aberraciones visuales, error en la elección de curvas bases o de materiales y diseños erróneos, entre otros. El resultado es que tenemos una tecnología avanzada que no se utiliza de manera efectiva.

No sirve de nada tener un Ferrari de última generación si no sabemos cómo manejarlo. Es como tener tecnología de punta y no aprovechar su verdadero potencial debido a la falta de conocimiento y capacitación. Invertimos en maquinaria y softwares avanzados, pero si no sabemos cómo usarlos adecuadamente, no obtenemos el valor agregado que realmente nos brinda la tecnología.
La capacitación continua con retroalimentación constante nos ayudará a mantener un punto de equilibrio en nuestras empresas, independientemente de la alta rotación de personal que tengamos, al estructurar un sistema de capacitación de la mano con la tecnología actual, veremos los resultados reflejados en nuestras cuentas bancarias.

 

Julio Jinesta, Ingeniero industrial
Editor del Área de Laboratorios ópticos 
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