Desde que despertamos en la mañana después del descanso, los ojos comienzan su maratónica e importante labor que se mantiene durante todo el día. Seguimientos oculares, fijaciones, sacadas, enfoque, captura de imágenes y un cálculo de distancias para luego dar un sentido a toda esa información que se conjuga en el cerebro y genera rutas de salida: acciones motoras, escritura y oralidad. Es así como en una actividad aparentemente tranquila, como preparar una taza de café matutina, se requieren en promedio hasta 26 fijaciones durante los 10 primeros segundos. Esta cascada de eventos se realiza de forma inconsciente, así como es inconsciente la comprensión si se realizan de forma precisa, porque en efecto, pueden existir imprecisiones que en la mayoría de los casos no se reconocen a simple vista.
Ahora bien, en actividades de mayor exigencia como el deporte, la conducción de una cicla, moto, auto y avión, el sistema visual debe favorecer menores tiempos de reacción, toma de decisiones, consciencia de estímulos visuales en cualquier parte del campo de visión, actos motores precisos y rápidos entre otros. Por su parte, en la lectura, tiene una exigencia de precisión hasta 6 veces mayor que preparar algo en la cocina, exige una conjugación impecable entre convergencia-sacadas, fijaciones y capacidad de enfoque y debemos incluir el reto de emplear el potencial visual para trabajar por horas, el uso de pantallas y dispositivos móviles.
Todo lo anterior, nos recuerda que los patrones de fijación y de movimientos de los ojos son aprendidos, deben comprender en contexto, la estructura y las propiedades dinámicas del mundo que nos rodea: buscar información, ubicar objetos, lograr mantener la atención con la fijación, saber dónde mirar para lograr el equilibrio e involucrar procedimientos cognitivos. En este sentido, es interesante reconocer al optómetra como actor fundamental que acompaña ese proceso de aprendizaje, afianzamiento e incluso potenciación de dichas habilidades visuales.
En consecuencia, el sistema visual es absolutamente dinámico en su función y su exploración debe estar al mismo nivel, por tanto, requiere mucho más que una evaluación refractiva. Evaluar sacadas, fijación, mirada conjugada, fusión, es necesario y nos aporta en la comprensión de las necesidades reales del paciente que asiste a nuestra consulta sin importar la edad. Cuando vivimos este ejercicio de forma consciente, entendemos que realmente no estamos analizando sólo los ojos, sino que estamos explorando funciones cerebrales vitales para todo ser humano y, por ende, evidenciar posibles enfermedades, alteraciones neurológicas y disfunciones motoras que afectan la velocidad de rastreo de incontable información visual que se procesa a lo largo del día.
Con esta breve reflexión, colega, lo quiero invitar a incluir de manera rutinaria la evaluación del sistema muscular-sensorial y usar pruebas sencillas, rápidas y muy útiles para el diagnóstico de un sistema visual muy dinámico: PPC al menos con objeto real, luz más filtro rojo, movimientos de versiones, test de DEM para evaluar sacadas en un niño, A-DEM para evaluar sacadas en adultos, fijación y mantenimiento de la fijación, pruebas que capturan en promedio entre 5 a 7 minutos del tiempo de consulta, con un valor agregado excepcional.
A la hora de realizar el examen visual es fundamental tener en cuenta que los ojos son dinámicos y forman parte de un sistema, por tanto, evaluarlos en condiciones estáticas en posición primaria de mirada y verlos alineados, no implica siempre normalidad. El sistema necesita ser evaluado a la misma altura de su dinamismo y descubrir lo que no es evidente frente a un análisis tradicional. ¡El examen visual debe estar a la altura del dinamismo de los ojos!