Departamento Editorial de Grupo Franja

El cuerpo humano se caracteriza por ser homeotérmico, lo que significa que tiene la capacidad de mantener su temperatura dentro de un rango específico necesario para llevar a cabo sus funciones metabólicas. Este equilibrio térmico se logra mediante mecanismos termorreguladores. La temperatura corporal, en consecuencia, se considera un signo vital crucial, ya que su valor desempeña un papel fundamental en la identificación del estado de gravedad de una enfermedad. 

Con base en esta premisa, se han identificado diversas aplicaciones de la termografía en el campo de la medicina. Entre estas se destaca su utilidad en el diagnóstico, localización y evaluación de la respuesta al tratamiento del dolor crónico. Además, se emplea en el monitoreo del impacto de programas de rehabilitación posteriores a accidentes cerebrovasculares, así como en el seguimiento del fenómeno de Raynaud y otros trastornos vasoespásticos. También se aplica en el monitoreo de infecciones y en la evaluación de la inflamación articular, entre otras aplicaciones.1

En el ámbito de la salud ocular, ha encontrado diversas aplicaciones. Actualmente, la termografía ocular infrarroja se utiliza para determinar la temperatura de la superficie ocular (TSO) midiendo la radiación infrarroja emitida desde la superficie mediante una cámara térmica infrarroja. Esta técnica dinámica, al ser no invasiva, proporciona una visión de los procesos fisiológicos y patológicos que tienen lugar en esta área. Al comprender el metabolismo de la superficie ocular, se obtiene una mejor perspectiva de los procesos metabólicos tanto en la salud como en la enfermedad. 

En estudios recientes se ha llevado a cabo la medición de la temperatura de la superficie ocular, revelando valores aproximados de 34.02° C con un rango de variación de 0.22° C. Es importante señalar que varios factores influyen en los cambios de temperatura de la superficie ocular (SO), entre ellos la edad, factores ambientales, tasa de evaporación lagrimal y temperatura externa.1,2 Ver Figura 1.  

 

Figura 1. Termografía infrarroja en paciente sin alteración de superficie ocular.1

Por otro lado, se ha documentado que diversas alteraciones de la superficie ocular pueden provocar modificaciones en la temperatura. Un ejemplo de esto es la conjuntivitis, donde la presencia de procesos inflamatorios y vasculares pueden dar lugar a cambios termográficos, como un incremento en la temperatura basal de la SO al exponer los ojos a un alérgeno conjuntival. 

En este contexto, se ha observado que los ojos tratados con antihistamínicos exhiben un aumento menor de la temperatura en comparación con aquellos tratados con lubricantes. Además, se ha identificado una correlación directamente proporcional entre el aumento de la temperatura y la hiperemia conjuntival. Sin embargo, se requiere más evidencia para determinar si esta relación se mantiene con respecto a la sintomatología de prurito o la quemosis.1,3

Otra alteración que ha captado la atención de la investigación ocular es el síndrome de ojo seco. En este contexto, se ha observado una relación notable entre el espesor de la película lagrimal y su temperatura, medida mediante termografía infrarroja. Se ha notado que una temperatura más elevada se correlaciona con valores más altos de espesor de la película lagrimal. Este fenómeno se explica por el hecho de que la película lagrimal puede desempeñar el papel de aislante térmico, reteniendo el calor. 

Adicionalmente, en pacientes con síndrome de ojo seco, se ha informado que la temperatura está inversamente relacionada con la velocidad de evaporación de las lágrimas. La mayoría de los estudios indican que estos pacientes presentan una temperatura más baja en comparación con las personas sanas. Sin embargo, se han encontrado estudios contradictorios que no revelan diferencias significativas de temperatura en estos grupos. Estas discrepancias podrían atribuirse a variaciones en la tecnología utilizada, la ubicación de las mediciones o variables externas no controladas.1

En otros diseños metodológicos se ha investigado cómo varía la temperatura de la SO en pacientes con ojo seco, observándose una disminución significativa en la temperatura después de unos segundos de mantenerlos en esta condición. Asimismo, se ha explorado la posibilidad de utilizar la termografía para identificar las causas del ojo seco. 

En este sentido, se ha encontrado que los pacientes con disfunción de las glándulas de Meibomio (DGM) presentan una temperatura basal más alta y una temperatura asintótica más elevada en comparación con los que tienen ojo seco debido a un déficit acuoso. Además, se ha observado que las personas con ojo seco evaporativo muestran una tasa de enfriamiento más alta en comparación con las que tienen ojo seco por déficit acuoso.1,4

Además, se han realizado evaluaciones termográficas para examinar los cambios posteriores a una cirugía de cataratas, con el objetivo de monitorear la inflamación de la cámara anterior. Hasta la fecha, se ha observado que la temperatura en la cámara anterior tiende a aumentar en pacientes cuya intervención quirúrgica tiene una duración superior a los 40 minutos. Sin embargo. aún queda por determinar si existe una relación directamente proporcional entre el incremento de la temperatura y la gravedad de la inflamación en la cámara anterior.1 

En resumen, hasta el momento, el potencial de la termografía infrarroja en la evaluación de diversas enfermedades oculares es promisorio. Este campo representa un área amplia de investigación con posibilidades significativas.

REFERENCIAS

1.        Gulias-Cañizo R, Rodríguez-Malagón ME, Botello-González L, Belden-Reyes V, Amparo F, Garza-Leon M. Applications of Infrared Thermography in Ophthalmology. Vol. 13, Life. MDPI; 2023. 

2.        Tan LL, Sanjay S, Morgan PB. Repeatability of infrared ocular thermography in assessing healthy and dry eyes. Contact Lens and Anterior Eye. 2016 Aug 1;39(4):284–92. 

3.        Hara Y, Shiraishi A, Yamaguchi M, Kawasaki S, Uno T, Ohashi Y. Evaluation of allergic conjunctivitis by thermography. Ophthalmic Res. 2014;51(3):161–6.  4.           Zhang A, Maki KL, Salahura G, Kottaiyan R, Yoon G, Hindman HB, et al. Thermal analysis of dry eye subjects and the thermal impulse perturbation model of ocular surface. Exp Eye Res. 2015 Mar 1;132:231–9. 

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