En los últimos meses se han publicado diversos estudios con conclusiones divergentes en cuanto a la efectividad del tratamiento farmacológico para el control de la miopía con atropina de baja dosis, 0.01%. Desde el 2006, aproximadamente, los científicos han estado estudiando el equilibrio entre la eficacia en la dosificación y la menor respuesta de efectos secundarios asociados con la atropina en pacientes pediátricos, cuando fue publicado uno de los primeros estudios importantes como el ATOM1. En otros estudios como el ATOM2 en 2012, se observó la reducción de la miopía en términos de la refracción en el equivalente esférico, pero no en la longitud axial. Asimismo, este estudio careció de un grupo de control con placebo, lo cual reduce la certeza de la evidencia presentada. En el estudio LAMP en 2019 se observó que hubo una reducción del equivalente esférico y la longitud axial con el uso de atropina; sin embargo, se encontró que, a dosis más altas, la efectividad aumentaba. 

Por otro lado, algunos estudios no muestran la misma efectividad con el uso de la atropina de baja dosis, 0.01%. En un ensayo clínico de dos años realizado en Australia Occidental, no se encontró una diferencia significativa en la progresión de la miopía en comparación con el grupo placebo. Además, en el estudio más reciente publicado en julio de 2023 en JAMA Ophthalmology, (Repka MX, Weise KK, Chandler DL, et al. Low-dose 0.01 atropine eye drops vs. Placebo for myopic control: a randomized clinical trial) que contó con la misma elegibilidad de los pacientes y grupo placebo, los autores concluyeron, basándose en cifras similares entre los dos grupos: “estos resultados no respaldan el uso nocturno de gotas oftálmicas de atropina al 0.01% para retardar la progresión de la miopía en niños estadounidenses”. 

Los anteriores estudios se basaron en tratamientos que emplearon una sola intervención de elección, siendo la atropina de baja dosis la sustancia principal. Los autores del último estudio mencionado señalan: “puede ser que estas diferencias en los resultados tengan una base étnica, por lo cual a los niños asiáticos si les funciona la baja dosis”. Esto sugiere la posibilidad de que, para otras etnias, se requiera una dosis mayor para lograr que el tratamiento monoterapia sea efectivo. Por otro lado, se ha observado que las terapias combinadas, especialmente la ortoqueratología junto con la atropina, han resultado ser más efectivas que la monoterapia. También se ha descrito recientemente que la aplicación de atropina de baja dosis para pre-miopes ha sido muy útil para disminuir la incidencia de miopía cuando se usa una concentración del 0.05 %. Sin embargo, se necesitarán más estudios para obtener evidencia sólida de que estas nuevas indicaciones con dosis bajas de atropina son efectivas.

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