¡Amigos, colegas, lectores! Nuestro presente ha cambiado derivado de la situación coyuntural que enfrentamos. Como es bien sabido, la presencia de este virus que ya a estas alturas ni queremos nombrar ha generado un giro inesperado en la práctica clínica de la salud visual, y quienes estamos dedicados a la superficie ocular tenemos un reto en dos frentes. El primero, los niveles de bioseguridad que debemos manejar ya que gran parte de nuestro campo lo constituye la mucosa conjuntival, sitio de alto riesgo de contagio viral como ha sido sustentado por diversos estudios ya publicados. Fueron varias las charlas que se hicieron al respecto, innumerables los debates donde participaron diferentes actores relacionados con la profesión, pero ante todo fue interesante ver como muchos se unieron en pro de dar soluciones para así protegernos y mantener protegidos a nuestros pacientes.

El segundo, ya algo menos altruista, más clínico, es un nuevo compromiso para nuestro inquieto cerebro: comenzar a documentarnos más sobre las características de las conjuntivitis virales, pues desde nuestro quehacer diario podemos identificar ciertos signos que sumados a los antecedentes sistémicos pueden llegar a una sospecha de una enfermedad viral sistémica seria, detectada en sus fases iniciales.

Este giro de nuestra práctica profesional hace que seamos aún más necesarios en esta batalla que se libra, si hacemos la analogía con una película, no somos tal vez los protagonistas que siempre están en la batalla recibiendo los reconocimientos, los gritos de guerra, las ovaciones, pero sin duda somos aquellos personajes que con breves apariciones y aportes cruciales para el buen desenlace de la historia, son recordados por cada uno de los actores y por supuesto, por el público, nuestros siempre queridos y apreciados pacientes.

 

Imagen  tomada de: https://grupofranja.net/images/FV/166/AdoptaUnColega/1.jpg

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