JULIO JINESTA

Al pasar el tiempo este conflicto entre los optómetras y el laboratorio óptico se ha incrementado tanto que ya hasta hay divorcios, donde el hijo afectado es el cliente.

Cuando se habla de este conflicto tenemos infinitas teorías de ambos lados sin llegar a darle la razón a ninguno, replanteemos qué es lo que en realidad pasa. El optómetra estudia su carrera para formarse profesionalmente y hacer una consulta por la cual será remunerado, aprende de enfermedades oculares, refracción, fisiología, lentes de contacto. etc., etc., y en su mayoría emprenden para poner una óptica, en donde, por ende, tendrán que vender monturas y lentes. Todo va bien, finalmente contratan un asesor visual el cual estará frente al cliente.

Hagamos una pausa y vamos al otro lado, el laboratorio óptico, se instalan maquinas sofisticadas con tecnología de punta y materia prima de la mejor calidad, un emprendimiento bastante audaz, se contrata el personal y pasa un tiempo de curva de aprendizaje y salen al juego a enamorar a sus clientes los optómetras.

La capacitación continua
y la comunicación
fluida entre todos los
actores es fundamental
para la satisfacción
del cliente

Aquí en nuestra historia de amor ambos se conocen, él optómetra está algo dudoso de creer todo lo que el laboratorio le ofrece, pero le dará una oportunidad, además hay más pretendientes que también están ansiosos de ofrecer sus productos.

Empiezan a llegar los trabajos al laboratorio óptico y el proceso empieza a fluir, pero después de un par de meses comienzan los reclamos, devoluciones y garantías, el optómetra empieza a atacar al laboratorio y ellos a su vez se defienden. El optómetra con todo su conocimiento profesional pregunta por qué los espesores no son delgados, los pacientes no ven bien, la fórmula no es la que solicitó, el antirreflejo se está cayendo, los lentes llegaron rayados, los lentes no oscurecen bien, la distancia pupilar de los lentes está mal y así mil problemas que no terminaríamos de mencionar.

El laboratorio se responsabiliza de varias de estas quejas, pero también pone sus puntos de vista técnicos, lentes delgados, ver sistema boxing con descentración, las fórmulas pueden variar por la optimización, los lentes en el foróptero son diferentes de la base y material que los lentes donde se fabricará dicha fórmula. Si hay una mala limpieza el antirreflejo se verá afectado, si las rayas de los lentes son uniformes es por la máquina, pero si son asimétricas es mala manipulación. No es lo mismo un lente fotocromático negativo más delgado, que uno positivo más grueso, eso afecta el color al oscurecer. Las distancias manipuladas para dar estética…

Todo esto es debido a un conflicto donde se ven enredados los asesores visuales de la óptica y los operarios del laboratorio, que calientan más las discusiones, ambas partes tienen sus razones y harán valer sus criterios tratando de demostrar que la otra parte del conflicto está equivocada.

En realidad, no podemos escoger un bando, ni darle toda la razón a ninguno, esos ejemplos son cotidianos y podemos enumerar más y nuevos, la única manera que podemos conciliar ambas partes es con capacitación continua entendiendo la importancia del trabajo tanto de los optómetras como de los laboratorios, las dificultades siempre están y estarán, pero podemos minimizarlas con comunicación fluida y sin cambiar un proceso que ya esta establecido desde la venta en la óptica, manufactura y entrega final, logrando la satisfacción del cliente.

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