Aunque en muchas ocasiones se subestima su utilidad, los prismas ópticos representan una alternativa terapéutica con alto potencial para pacientes con baja visión. A pesar de su eficacia clínica, su uso aún genera reservas entre algunos profesionales, en parte por el desconocimiento técnico y la preocupación de alterar la percepción visual del paciente. Sin embargo, cuando son correctamente indicados, los prismas permiten redirigir imágenes hacia zonas funcionales de la retina, mejorando así la movilidad, la lectura y la participación en actividades cotidianas, académicas y laborales.
Un prisma es una lente triangular que desvía la luz hacia su base, mientras que la imagen resultante se percibe en dirección al vértice. Esta propiedad óptica permite que las imágenes sean desplazadas de forma predecible. Para una prescripción precisa, se utiliza el sistema TABO, que establece la orientación de la base del prisma en grados. Una dioptría prismática equivale a un desplazamiento de 1 cm por cada metro de distancia, con un efecto de aproximadamente 0.17 mm a nivel retiniano.
A diferencia de su uso ortóptico, enfocado en corregir desviaciones oculares y fomentar la fusión binocular, en baja visión los prismas se emplean con un objetivo funcional: aprovechar el remanente visual. No se busca necesariamente la alineación ocular, sino mejorar la eficiencia visual al redirigir la imagen hacia zonas más útiles del campo retiniano, sin necesidad de exigir una visión detallada.
Aplicaciones clínicas en baja visión
Los prismas pueden aplicarse en una amplia variedad de escenarios clínicos:
- Hemianopsias: En pérdidas del campo visual inferior, prismas con base inferior permiten desplazar la imagen hacia arriba, facilitando la marcha y la lectura sin necesidad de adoptar posturas incómodas.
- Escotomas: Cuando existe un escotoma central o periférico, los prismas pueden desplazar la imagen hacia regiones más funcionales de la retina. La base debe orientarse hacia la zona donde el paciente no ve.
- Fijación excéntrica: Como complemento al entrenamiento de la PRL (Preferred Retinal Locus), los prismas pueden ayudar a dirigir la imagen hacia la zona periférica funcional elegida.
- Nistagmo: En algunos casos, desplazar la imagen hacia la posición de bloqueo del nistagmo mediante prismas puede reducir los movimientos involuntarios.
- Pérdida de un ojo: En casos de visión monocular, los prismas gemelos pueden recentrar la percepción espacial, mejorando la orientación y reduciendo desviaciones al caminar.
- Dificultad de convergencia: En adultos mayores, prismas con base nasal de baja potencia pueden facilitar la lectura cercana al reducir el esfuerzo de convergencia.
Consideraciones prácticas para su adaptación
Los prismas pueden incorporarse directamente en la lente o aplicarse mediante láminas de Fresnel, lo que permite potencias elevadas sin requerimientos especiales de laboratorio. Es fundamental garantizar el centrado óptico de la corrección para evitar distorsiones no deseadas.
El proceso de adaptación debe ser personalizado, mediante pruebas funcionales con aros amplios y situaciones reales. Se recomienda explorar potencias mayores a las convencionales si el beneficio lo justifica, especialmente en pacientes con escotomas amplios o movilidad limitada. Asimismo, contar con herramientas de cálculo facilita la prescripción precisa, especialmente cuando se combinan componentes horizontales y verticales o se distribuyen las dioptrías entre ambos ojos.
En países donde los laboratorios presentan limitaciones para fabricar lentes con alta potencia prismática, los prismas de Fresnel se convierten en una solución práctica y eficaz, a pesar de una leve reducción en la calidad óptica. Por otro lado, lentes especiales que integran magnificación, isoconicidad y prisma han sido diseñadas para pacientes con degeneración macular, ofreciendo una alternativa tecnológica avanzada.
Importancia de la intervención temprana
En pacientes pediátricos, la introducción oportuna de prismas puede ser determinante para el desarrollo visual. Su uso debe ser considerado dentro de un plan integral de rehabilitación desde etapas tempranas, maximizando el potencial adaptativo del niño.
Conclusión
Lejos de ser una técnica compleja o riesgosa, el uso de prismas en baja visión constituye una herramienta eficaz y adaptable a distintos escenarios clínicos. Con una comprensión clara de sus principios ópticos y aplicaciones, los profesionales de la optometría pueden incorporar esta opción terapéutica en sus estrategias de rehabilitación visual. La evaluación funcional en condiciones reales, el seguimiento constante y el acceso a nuevas tecnologías permitirán ampliar el alcance de estas soluciones, mejorando la autonomía y calidad de vida de los pacientes con baja visión.