Antes de realizar el proceso de adaptación de un lente oftálmico frente a un problema ocular, es de vital importancia realizar una excelente anamnesis para determinar si ese inconveniente está relacionado o no con una enfermedad de tipo sistémico general. Condiciones como la diabetes, la hipertensión arterial, hiper o hipotiroidismo, toxoplasmosis, problemas en las articulaciones, infecciones, algunos síndromes, ojo seco, entre otras, presentan afecciones a nivel ocular que pueden deteriorar la agudeza visual o estado refractivo, por esto lo primero que se debe hacer en caso de presentarse estas condiciones, es tratar la patología sistémica o patología de base y posteriormente hacer el manejo refractivo, que pasa a ser complementario y no debe interferir con lo prescrito por el médico tratante.

Es recomendable no generar falsas expectativas a los pacientes, ya que, en algunas de las patologías mencionadas, la adaptación de lentes oftálmicos y el uso de ayudas ópticas no logran mejorar las condiciones de pérdida de visión que pueden ser reportadas en el motivo de consulta. Se debe realizar una muy buena refracción, analizar la agudeza visual alcanzada para lejos y cerca y prescribir el lente oftálmico adecuado que independiente del material siempre debe tener protección UV, poseer una adecuada resistencia a los impactos, un peso que no sea tan alto, un número Abbe apropiado, un índice de refracción óptimo para la estética y de ser posible un diseño asférico. En el caso de filtros y tratamientos como el antirreflejo, fotosensible y polarizado se deben prescribir siempre y cuando generen algún tipo de ayuda o mejoren las condiciones visuales acorde a la patología, necesidades y actividades realizadas por el paciente, por ejemplo no se debe olvidar que si la patología como síntoma genera fotofobia, no es recomendable aplicar tratamiento antirreflejo, ya que su principal beneficio es aumentar el paso de luz al ojo, lo que generaría mayores molestias con el uso de la corrección.
No se debe pasar por alto y siempre tener en cuenta que en el caso de patologías como atrofia óptica, albinismo, glaucoma, retinopatía diabética, acromatopsias, pseudoafaquia, pre y postoperatorio de cataratas, degeneración macular, retinitis pigmentaria, ceguera nocturna, fotofobia, epilepsia fotosensible, blefaroespasmo, la mejor opción es la prescripción y recomendación de filtros terapéuticos o filtros de selección (que son diferentes a los lentes con tinción) por el grado de absorción (bloqueo) de determinadas longitudes de onda y la transmisión de un determinado porcentaje de luz, lo que evita el deslumbramiento, logrando aumentar el contraste, la comodidad del paciente y el aprovechamiento del remanente visual que genera la patología a nivel ocular.


Las medidas de distancia nasopupilar y altura focal no se deben omitir o pasar por alto en estas adaptaciones, al igual que la selección adecuada de la montura, para evitar descentraciones que puedan generar prismas inducidos, que sería un problema adicional a los inconvenientes producidos por la patología.

REFERENCIAS

  • Andonegui, J. (2018). Ocular manifestations of systemic diseases. Anales del Sistema Sanitario de Navarra, 31(1), 7-11
  • Diaz, A., Goñi, E., & Masis, M. (2021). Time Course Analysis of Visible and Ultraviolet Light Transmissivity. Ciencia y Tecnología para la Salud Visual y Ocular, 19(1), 31-38
  • Rodriguez Torres, L., Porras Machado , D., Villegas Guzmán, A., & Molina Zambrano , J. (2010). Relación de índice de enfermedad de la superficie ocular con pruebas objetivas y tratamiento del ojo seco. Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología, 85(2), 70-75.
  • Salobrar-García, E. (2015). Uso de filtros en efermedades neurodegenerativas de la retina. Visión, 46(1), 11-15.
Jimmy Fernando Reyes D. OD – MSc Docente Universidad de La Salle
Editor del Área de Lentes Oftálmicos
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