L.O Donají López Cobilt
Docente en el Instituto Jalisciense de Ciencias de la Salud
Coordinadora del Centro de Baja Visión del Bajío

La evaluación del sistema visual del paciente pediátrico requiere preparación y disposición para profundizar en cada una de las estrategias diseñadas para la misma. Como profesionales de la visión, es crucial tener conciencia de lo que se debe observar en cada etapa del desarrollo en la que se encuentre el niño, para intervenir de manera temprana y prevenir posibles secuelas.

Otro aspecto importante es fungir como educador para la salud, despejando las dudas de los padres o del cuidador del niño y brindando información veraz y oportuna siempre basándose en la medicina basada en la evidencia. De esta forma, se asegura de mantener bien informados a los padres y despertar interés en otros.

Algunos componentes de la vigilancia del desarrollo de la visión incluyen la evaluación de las habilidades motoras, el contacto visual, la percepción y reconocimiento de caras, el movimiento y la atención visual del niño, así como el seguimiento adecuado del desarrollo normal desarrollo durante los primeros meses de vida.

El desarrollo visual se produce de manera progresiva desde el nacimiento y está influenciado por diversas condiciones de estimulación. Este proceso es único para cada individuo y está influenciado por diversos factores.

Los exámenes visuales durante estos periodos son fundamentales para prevenir problemas que pueden afectar el aprendizaje y desarrollo del niño a lo largo de toda su vida si no se trata. Cuanto más tiempo pase sin tratar un problema, mayor será la adaptación del cerebro a dicha condición y más difícil será revertirla.

En la población pediátrica, es fundamental la prevención de la ambliopía mediante una detección temprana de los factores causantes, así como identificar los errores refractivos significativos, controlar la progresión de la miopía, detectar los estrabismos, enfermedades oculares y deficiencias en la visión del color.

ASPECTOS PARA EVALUAR EN EL EXAMEN VISUAL DEL PACIENTE PEDIÁTRICO

Al nacer: evaluación de fondo de ojo (patologías congénitas).

Primer mes de vida: detección de enfermedades graves y malformaciones estructurales. • 6-7 meses: diagnóstico de estrabismo.

18 meses: Agudeza Visual (AV), defectos refractivos, ambliopía.

Cada año: revisión ocular, detección y corrección de errores refractivos. Signos que pueden indicar anomalía visual (Borras,2001; Alemany 2005):

• Falta de fijación visual durante los primeros 3 meses

• Falta de precisión para tomar objetos a los 6 meses

• Movimiento binocular sin balance

• Nistagmus

• Leucocoria

• Hipersensibilidad a la luz

•Persistencia de hiperemia ciliar

• Anisocoria

• Ptosis palpebral

• Evidencia de traumatismos

Es importante tener en cuenta que, durante el desarrollo de la visión, se busca mejorar las habilidades visuales en las diferentes etapas, pero también se debe prestar atención al adecuado desarrollo de la visión binocular y comprender sus etapas.

La visión binocular es el resultado del proceso retinocortico-geniculado por el cual se crea una sensación visual en respuesta a la estimulación eléctrica (luz) o mecánica (presión) de un punto o área retiniana. Su desarrollo normal es un proceso lento y gradual y se inicia desde el nacimiento, alcanzando su plenitud alrededor de los 4 a 5 años. Su evolución se divide en cuatro etapas:

Etapa motora: abarca desde el nacimiento hasta el primer mes de edad. Al nacer, se observa un retraso considerable en el desarrollo de la macula en comparación con el resto de la retina. Su evolución completa no se produce sino hasta el cuarto mes. Durante los primeros días, los ojos permanecen cerrados casi todo el tiempo. Al abrirlos, se pueden apreciar movimientos oculares no coordinados, que no están influenciados principalmente por estímulos luminosos, sino que están regidos básicamente por mecanismos propioceptivos. El reflejo foveal de fijación comienza a aparecer a partir de la tercera semana, ya que el recién nacido no tiene las fóveas totalmente desarrolladas, las fibras nerviosas se encuentran parcialmente mielinizadas y la corteza visual primaria se encuentra en una etapa de inmadurez.

Etapa sensorial: va del primero al sexto mes. A fines del primer mes, la estimulación luminosa del ojo desencadena el reflejo foveal de fijación, donde la mirada se dirige hacia la luz de modo que ésta impresiona la fóvea. En una etapa más avanzada, se desarrolla el reflejo foveal de persecución. Alrededor del segundo mes, es posible provocar el reflejo del parpadeo.

Etapa de percepción: abarca desde el sexto mes hasta los 4 años. A partir del sexto mes, la percepción se vuelve consciente, al igual que el reflejo foveal de fijación. Los movimientos coordinados de la cabeza y los ojos, junto con el reflejo foveal de persecución, se hacen cada vez más firmes, regulares y bien coordinados. Los mecanismos visuales que intervienen en la visión cercana, como la sinergia acomodación-convergencia, comienzan a manifestarse, especialmente a partir del segundo año. Además, aparecen los reflejos de fusión y la visión estereoscópica que representa el grado más avanzado de visión binocular. Todos estos mecanismos binoculares de visión alcanzan su pleno desarrollo entre los 4 y 5 años.

Etapa de estabilización sensorial: comprende desde los 4 a los 8 años. Durante esta etapa, todos los mecanismos de visión binocular están presentes y desarrollados, pero aún son frágiles. La estabilización definitiva se alcanza alrededor de los 8 años. La adecuada vigilancia del desarrollo de la visión permite identificar posibles causas de discapacidad visual. Es frecuente observar que los pequeños que no han tenido acceso a una evaluación adecuada durante su temprana edad y, cuya primera evaluación ocurre cuando ingresan a la edad escolar, pueden ocultar algunos problemas visuales que podrían haberse presentado en alguna de las etapas anteriores mencionadas. Esto puede comprometer el adecuado desarrollo de la visión y, en algunos casos, resultar en alguna discapacidad, ya sea por causas patológicas, refractivas o sensoriales, como se evidencia en niños con ambliopía.

¿QUÉ PASA CUANDO SE DETECTA BAJA VISIÓN EN LA INFANCIA?

Se sabe que cualquier problema visual, sin importar la edad en la que se presente, tendrá un mejor pronostico cuanto más pronto se detecte. Sin embargo, en el caso de los niños, hay que considerar diversos factores relacionados con la visión. Cuando hay un déficit visual, puede deberse a retrasos en el desarrollo y, en casos más graves, pueden surgir secuelas del desarrollo reversibles o irreversibles.

Algunos de los procesos comprometidos serán: La comunicación, el lenguaje, la socialización, la comprensión sensoriomotora, la cognición, la manipulación de los objetos, la conducta adaptativa, la motricidad, el esquema corporal, organización espacial y la autonomía. Por tanto, se recomienda hacer un acompañamiento integral del niño con otros profesionales expertos en sus respectivas áreas como psicólogos, neurólogos, terapeutas físicos, profesores de educación inclusiva, terapeutas de lenguaje, entre otros.

Desde el campo de la optometría, es prioritario enfocarse en la estimulación y mejora de la función visual restante, para favorecer su uso y permitir al niño realizar tareas cada vez más complejas, según el tipo de déficit visual con el que cuente. Esta será la primera etapa para ponerlo al día en cada uno de los procesos antes mencionados.

La corrección óptica, a través del uso de anteojos o lentes de contacto, desempeñará un papel importante y deberá ser adaptada antes de cualquier otra intervención, como la estimulación a través de la terapia visual o la adaptación de ayudas ópticas especializadas, como lupas, telescopios, telelupas, etc. Sin embargo, estas últimas se reservarán hasta que el niño se incorpore a la escuela, siempre y cuando haya desarrollado las habilidades cognitivas y motrices que se requieren para su manejo.

CONCLUSIONES

El monitoreo del desarrollo de la visión deberá ser ejecutado por un profesional de la salud visual sin excepción, ya que es fundamental registrar adecuadamente la información y revisar de manera exhaustiva al paciente pediátrico para no pasar por alto detalles que comprometan su desarrollo visual. Es importante motivar e informar a los padres sobre la importancia de llevar a sus hijos a revisiones periódicas, lo cual beneficiará no solo a sus hijos sino también a los de otros. Hay que recordar que ¡Los niños merecen infancias felices!

REFERENCIAS

• Pogetti, L.S., et al. (2013). “Early infant’s use of visual feedback in voluntary reaching for a spatial target”. Front. Psychol.; 4(520).

• Yudcovitch, L., et al. (2004). “An Evaluation of Infant Visual Acuity Using Lea Grating Paddles and Teller Acuity Cards”. OVID; 35(3/4):224.

• Borràs, M.R., et al. (1997). Visión binocular. Diagnóstico y tratamiento. Edicions UPC; Barcelona

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