JULIO JINESTA
Técnico en máquinas y herramientas.
Ingeniero industrial de la Universidad Politécnica de Honduras.
Hoy en día, tratamiento antirreflejo es algo esencial en los lentes de la mayoría de las personas, debido a la gran exigencia que tienen sus ojos; además, el esfuerzo de la industria, de los especialistas y de las ópticas, ha llevado a que el antirreflejo esté muy bien posicionado y se ha convertido en un tratamiento que, de manera casi natural, acompaña a la mayoría de las recetas oftálmicas.
En sus inicios, por ser extraño, daba temor, pero al pasar del tiempo gracias al marketing y desarrollo científico, se adoptó en el laboratorio óptico y se ha evolucionado mucho al pasar de recetas básicas a recetas antirreflejantes complejas, con un desarrollo muy rápido en maquinaria y tecnología. Cuando se habla sobre este tratamiento se describe como algo mágico, un universo donde se crean estrellas, una máquina que gracias a un proceso de alto vacío y un rayo de 440 voltios que evapora materiales para lograr capas metálicas que solo se pueden medir con un manómetro, tecnología avanzada en su máximo nivel. Pero, si se tiene la curiosidad de saber cómo se hacen las cosas, hay que mirar más allá.
CÓMO SE INVENTÓ EL TRATAMIENTO ANTIRREFLEJO
Este novedoso invento, no fue creado para uso en lentes oftálmicos, todo empezó con las investigaciones de la primera mujer graduada en física en estados unidos, Katharine Burr Blodgett. Con la experiencia que obtuvo en sus estudios sobre el comportamiento de los gases ionizados, ella y Langmuir, otro científico, se pusieron en la tarea de perfeccionar la bombilla con filamento de wolframio, que Langmuir ya había contribuido a mejorar. Sus estudios sobre las descargas eléctricas en los gases, ayudaron a crear los cimientos de la física de plasmas, el cuarto estado de la materia, que hoy en día, se usan en los cañones de iones con gases de argón y oxígeno en las máquinas antirreflejo.
Desde mediados de la década de 1930, Blodgett se centró en aplicar revestimientos de monocapa cada vez más gruesas con el fin de disminuir el índice de reflexión de los cristales, que en los mejores casos llegaban a reflejar un 11% de la luz incidente, lo que dificultaba la visión a través de ellos. El resultado de esta investigación (publicada en un artículo de 1937) se plasmó en otras dos patentes estadounidenses (no. 2.220.861 y no. 2.220.862), concedidas en 1940 (y registradas asimismo en Canadá en 1942). La primera de ellas, solicitada en 1938, versaba sobre la reducción de la superficie de reflexión en cristales y otros cuerpos transparentes. Se trataba de eliminar la reflexión de un cristal allí donde esta fuese indeseable, pero permitiendo la transmisión de la luz. Para conseguirlo, se recubría el cristal con una pluralidad de monocapas superpuestas hasta formar una película transparente de 1375 angstroms y hecha en araquidato de cadmio (un ácido graso).
Pasaron varios años y el tema iba perdiendo fuerza, pero se concede la otra patente, solicitada en 1939, que protegía un cristal de baja reflectancia, es decir, un cristal invisible. Consistía en un vidrio común revestido por una película trasparente de estearato de bario con de 44 moléculas de espesor, equivalente a un cuarto de la longitud de onda promedio de la luz visible (unos 1,388 angstroms). De este modo, la reflexión de la capa neutralizaba la reflexión del vidrio, debido a que las depresiones y las crestas de las respectivas ondas lumínicas eran opuestas entre sí y se cancelaban mutuamente, permitiéndose de esta forma, el paso eficiente de la luz a través del cristal sin apenas emisión de reflejos (solo un 2,5%), hasta el punto de hacerse prácticamente invisible.
Con el desarrollo de estas bases se tiene hoy en día como una necesidad en los lentes oftálmicos el uso del tratamiento de antirreflejo, el cual por el gran esfuerzo y conocimiento de Katharine Burr Blodgett se logró obtener.
REFERENCIAS
• Blodgett, Katherine: Monomolecular films of fatty acids on glass; Journal of The American Chemical Society 56 (2) (1934) 495 • Blodgett, Katherine: Films Built by Depositing Successive Monomolecular Layers on a Solid Surface; Journal of The American Chemical Society (1935) 57 (6), 1007-1022 • Blodgett, Katherine: Built-Up Films of Barium Stearate and Their Optical Properties; Physical Review 51 (1937) 964