La miopía ya no es solo un defecto refractivo común: se ha convertido en una preocupación global de salud visual. Su creciente prevalencia (especialmente en la población infantil) la posiciona hoy como un desafío clínico que exige respuestas tempranas y eficaces. En el más reciente programa de “IACLE”, se profundiza en el papel de los lentes de contacto en el control de esta condición.

Con la participación del optometrista salvadoreño Fernando Alberto Morales Díaz, especialista con amplia experiencia en la enseñanza y práctica clínica de la contactología, se ofrece un repaso técnico y accesible sobre las implicaciones actuales de la miopía, destacando la urgencia de intervenir antes de los 15 años —y preferiblemente entre los 6 y 15— para obtener resultados efectivos.

Una epidemia silenciosa con alto impacto ocular

Diversos estudios ya asocian la miopía con un incremento de riesgos visuales a largo plazo, como el glaucoma, las cataratas, los desprendimientos de retina y las maculopatías miópicas. Se estima que un paciente con más de cinco dioptrías presenta hasta un 50 % de riesgo de desarrollar alguna de estas complicaciones.

El aumento de estos casos en edades tempranas coincide con factores ambientales como el uso excesivo de dispositivos electrónicos y la reducción del tiempo al aire libre, una tendencia que se agudizó durante los años de pandemia y confinamiento.

Lentes de contacto: tecnología al servicio del control visual

Morales destaca en su intervención las ventajas clínicas de los lentes de contacto, tanto multifocales blandos como de ortoqueratología, los cuales se posicionan como herramientas eficaces y cada vez más accesibles para el control miópico. En particular, los lentes multifocales ofrecen una solución sencilla, disponible y de fácil adaptación; mientras que la orto-k, aunque más técnica, representa una opción de alto impacto en la ralentización de la progresión miópica.

Además del control refractivo, los lentes de contacto proporcionan beneficios funcionales: mejor visión periférica, mayor estabilidad visual en condiciones adversas (como lluvia o mala iluminación), y adaptabilidad en contextos laborales donde las gafas tradicionales podrían ser limitantes.

Educación y seguimiento: el otro pilar del tratamiento

Uno de los ejes más relevantes que plantea el especialista es la necesidad de una educación clara y accesible, tanto para profesionales como para pacientes. Hablar de miopía y sus riesgos sin alarmismo, pero con responsabilidad, es parte de la práctica ética actual. También lo es enfatizar la importancia del reemplazo adecuado de los lentes, ya que el mal uso sigue siendo una de las principales causas de complicaciones e infecciones.

Casos como el uso prolongado de lentes desechables más allá de su vida útil, o la dependencia económica como criterio para cambiar los lentes, son realidades frecuentes que los profesionales deben abordar con firmeza y empatía.

¿Gafas o lentes? Mejor, ambos

Lejos de promover una solución única, el mensaje de Morales es claro: el uso combinado de gafas y lentes de contacto es lo ideal. Mientras los lentes de contacto ayudan en la corrección dinámica y el control miópico, las gafas siguen siendo fundamentales para el descanso ocular y el bienestar visual integral.

Hoy más que nunca, hay una solución para cada necesidad visual. Lo que antes era una contraindicación, ahora es un desafío que puede resolverse con tecnología, conocimiento y una atención verdaderamente centrada en el paciente.