Ella J. Rojas Llano, OD 

Editora del Área de Manejo del Talento Humano

He tenido varios empleadores y diferentes tipos de trabajo. Hace años, cuando recién empezaba, trabajé en una óptica que no tenía la mejor reputación por su trato a los empleados. Estuve allí aproximadamente ocho meses y, si bien no era el mejor empleo, nunca tuve ningún inconveniente.

El día que decidí renunciar, les comenté que tenía a una persona que podía reemplazarme (en esa época no era fácil conseguir optómetra). Llevé su hoja de vida, mencioné que su disponibilidad era inmediata e incluso se los presenté personalmente. Además, les di algunas recomendaciones que, en mi opinión, podrían mejorar la atención de los pacientes.

Algunos colegas y asesores que habían trabajado allí me decían que debería haber dejado el puesto sin más, para que “sufrieran”. A lo que respondí que no era mi deber “castigar” a la empresa. Yo quería actuar de manera correcta, siempre que fuera posible, porque eso reflejaba quién era yo. Si ellos habían actuado mal en algún momento, la vida se encargaría de eso, no yo.

Años más tarde, cambié de empleo y esa óptica se convirtió en uno de mis principales clientes. Si hubiera actuado como “la vengadora de la optometría” y no bajo mis principios, quizás no hubieran sido mis clientes o me hubiera tocado esforzarme más para conseguirlo.

Por eso, la regla número uno cuando vas a una entrevista de trabajo o cuando te despides de una empresa es clara: por ningún motivo hables mal de la empresa de la que saliste o en la que trabajas actualmente y, mucho menos, en una entrevista para cambiar de empleo. En lugar de eso, di que estás buscando una nueva oportunidad, que deseas crecer profesionalmente o que hay nuevos retos que te interesan. Hablar mal de la empresa te dará una mala imagen y, en algunos casos, los colegas se conocen entre sí, lo que pondría jugar en tu contra.

Por supuesto las empresas no son perfectas y algunas cometen errores o no brindan las mejores experiencias. Sin embargo, aunque suene a frase de cajón, es una realidad: “siempre hay que agradecer la experiencia” porque, por mal que te haya ido, siempre te queda un aprendizaje.

Además, la vida da muchas vueltas y, a veces, de forma inesperada, puede que te encuentres nuevamente con tu exjefe, el dueño o a la misma empresa en el futuro, ya sea como tu cliente, proveedor, empleado, jefe, socio o incluso empleador. Por eso, la prudencia, el silencio y la integridad deben ser la norma.

Prepara algunas frases para explicar por qué deseas trabajar en la nueva empresa, investiga bien qué buscan, su historia y a qué se dedican. También, prepara una buena respuesta para la habitual pregunta muy frecuente, de por qué quieres cambiar de trabajo. Enfócate en los nuevos retos que deseas asumir, lo que quieres lograr, tus aspiraciones y por supuestos tus fortalezas y lo que puedes aportar a la empresa. Así, dirigirás la conversación hacia tu profesionalismo, en lugar de enfocarte en la empresa a la que vas a renunciar.


 

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