Ya hemos hablado anteriormente sobre la forma del rostro, como factor determinante a la hora de escoger una montura, pero no solamente una cara cuadrada, alargada, ovalada o redonda, pueden establecer con total seguridad que anteojos son los adecuados para el paciente.

Una de las características faciales primordiales a la hora de hacer realidad la construcción de los anteojos perfectos, es la forma y el tamaño de la nariz, siendo esta el soporte principal de una montura junto con las orejas. La estética depende simplemente de cuatro tipos de nariz: una persona con nariz ancha, deberá optar por anteojos de gran tamaño, pero con un marco fino, a diferencia de las personas con nariz estrecha, quienes deberían elegir monturas con marcos gruesos y que se amolden cómodamente a las curvas de rostro. En el caso de las narices puntiagudas y otras redondas, respectivamente los puentes de los anteojos deberían ser bajos y altos.

La concordancia entre la estructura de los anteojos y la forma y dimensiones de la nariz también es importante al momento de hablar de funcionalidad, pues una montura que no concuerde con los rasgos faciales puede desacoplarse, resbalarse por el tabique, incomodar y en una infortunada situación, caerse y sufrir algún daño. Además de ser un peligro para una persona cuyos lentes sean formulados, no se acomoden de la mejor manera y provoquen tropiezos y caídas.

La nariz es el sostén de los anteojos, y de su forma depende que estos funcionen y luzcan bien.

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