Este artículo está basado en el Webinar de “IACLE Tips en la interacción de la superficie ocular y diferentes tipos de LC” con el Dr. Rubén Velázquez entrevistando al D. Óscar Ramos.

La superficie ocular es un entorno dinámico y sensible, y su relación con los diferentes tipos de lentes de contacto exige un enfoque clínico preciso, individualizado y actualizado. El especialista Óscar Ramos, reconocido en América Latina por su experiencia en contactología y superficie ocular, comparte en este espacio claves fundamentales para optimizar la adaptación y seguimiento de lentes blandos, rígidos y esclerales.

Lentes de contacto blandos e hidrogel de silicona: más allá de la fricción

El confort del usuario de lentes hidrofílicos depende en gran medida de una buena lubricación y de la calidad lagrimal, más allá del contacto físico entre el lente y la córnea. Ramos destaca la utilidad clínica de pruebas como el ferning, la prueba de Schirmer y el BUT/IBUT para seleccionar materiales adecuados, incluyendo los hidrogeles de silicona, que permiten combinar tratamiento del ojo seco con uso de lentes.

Asimismo, subraya la importancia del parpadeo como mecanismo natural de distribución lagrimal y calidad visual. El profesional debe también instruir al paciente sobre el sistema de limpieza, ya que el mal mantenimiento impacta directamente en la calidad de la lágrima y en la biocompatibilidad del lente.

Sistemas de limpieza: más que soluciones, agentes terapéuticos

Tanto las soluciones multipropósito como el peróxido de hidrógeno requieren una prescripción individualizada y una educación clara. El peróxido, altamente eficaz en contextos de higiene deficiente o patologías como la rosácea, puede generar complicaciones si no se usa correctamente. Las soluciones modernas han evolucionado incorporando enzimas y lubricantes, pero Ramos enfatiza: toda solución necesita su masaje.

Además, sugiere que los clínicos deben considerar estas soluciones como si fueran fármacos, dado su impacto sobre el material del lente y el tejido ocular, promoviendo un enfoque más riguroso y personalizado.

Evaluación pre y post adaptación: más allá de la fluoresceína

La adaptación de un lente no debe realizarse sin una evaluación previa con fluoresceína, que revele el estado epitelial y permita descartar daños antes del uso. Tras los primeros días de uso, repetir la tinción permite identificar si la solución está generando una reacción adversa o si es necesario ajustar el protocolo de limpieza o lubricación.

El manejo clínico no debe centrarse en suspender el lente ante signos de irritación leve, sino en intervenir con lubricantes sin conservantes, ajustar soluciones y monitorear la evolución.

Lentes RGP: precisión, tecnología y acompañamiento

En lentes rígidos permeables al gas, la responsabilidad del adaptador es absoluta. Curvatura, diámetro y diseño son determinantes en la interacción con la superficie ocular. Ramos destaca el valor de pruebas como la Schirmer, la fluoresceína y, en escenarios más avanzados, la termografía, para entender el comportamiento del lente sobre el ojo.

La lubricación sigue siendo un pilar, y aunque no existen productos formulados específicamente para RGP, los viscoelásticos o derivados de alcoholes ofrecen ventajas frente a los de celulosa, que pueden disminuir la visión temporalmente.

Lentes esclerales: biocompatibilidad, evaluación celular y conciencia inmunológica

Con materiales más permeables y diseños refinados, los lentes esclerales ofrecen una solución eficaz para patologías complejas. Sin embargo, su impacto biológico debe ser monitoreado cuidadosamente. Ramos enfatiza el uso de la citología de impresión como herramienta para evaluar la respuesta conjuntival antes y durante la adaptación, permitiendo identificar muerte celular, infiltrados inmunológicos o cambios epiteliales.

La atención a la conjuntiva cobra especial importancia, ya que es puerta de entrada del sistema inmunológico ocular, y cualquier alteración debe ser considerada clínicamente significativa.

Conclusión

Adaptar con precisión, observar con ciencia

La interacción entre la superficie ocular y los lentes de contacto no debe dejarse al azar ni a la intuición clínica. Requiere evaluación rigurosa, selección cuidadosa de materiales y soluciones, seguimiento estructurado y, sobre todo, una comprensión profunda de la biología ocular y sus variaciones individuales.

Como lo señala Óscar Ramos, cada adaptación es una oportunidad para optimizar la visión, pero también para respetar y preservar la salud de la superficie ocular.

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