Es importante recordar que la hormona tiroidea (TH, por su sigla en inglés), es la responsable de la regulación de diferentes procesos del desarrollo del cuerpo humano, incluyendo el desarrollo neurológico. En su fisiología, la glándula tiroidea produce en mayor proporción la prohormona T4 (95%), y una pequeña cantidad de hormona T3 (5%), la cual se considera como el componente bioactivo efector en los diferentes tejidos. Se describe que estas hormonas circulan hasta llegar a los tejidos periféricos donde son transportadas posteriormente en las células. Es allí donde T4 se transforma en T3 por las yodotironinas desyodasas (DIO2), cuya función es despojar de un yodo a T4. Una vez llega al núcleo, se une al receptor de TH (TR), y se genera la señalización para estimular la expresión de genes. Añádase a esto la diversidad de TR, ya que forman parte de la superfamilia de receptores hormonales que funcionan como factores de transcripción dependientes de ligandos. Ahora bien: existen formas de TR que son capaces de unirse a T3. Uno de ellos es TRα, el cual es codificado por THRA, y los dos restantes TRβ1 y TRβ2, codificados por THRB. Estos 3 receptores tienen dominios de unión de ADN idénticos, pero extremos amino divergentes.1,2
Asimismo, si la TH es indispensable para el desarrollo de funciones corporales, es preciso señalar su papel en la función retiniana, ya que su compleja interacción neuronal determina los factores de salud y enfermedad de esta estructura. Diferentes estudios sobre todo en modelos experimentales, han mostrado la posible relación entre la señalización de la TH en la diferenciación para la formación de conos y bastones. Se ha establecido que diferentes componentes relacionados con TH como las desyodasas DIO2, DIO3, y el receptor TR, se expresan en diferentes patrones dinámicos de ondas secuenciales en el ciclo de células progenitoras y receptoras en el desarrollo celular. La primera onda cumple el papel de progenitora de conos y bastones, la segunda aparece para consolidar diferentes estados de maduración y localización celular, y la tercera aparece en la generación de células de Müller y glía.2
Continuando con los estudios experimentales, específicamente en modelos murinos, se ha llegado a la formulación de hipótesis concernientes a la importancia de TRβ2 en la regulación para la programación del desarrollo de conos y en la expresión de opsina por los conos. Pese a lo anterior, aún no se ha demostrado si TH forma parte importante en la neurogénesis de la retina. Aún existen controversias al respecto, y se requieren más estudios que permitan dilucidar la incógnita. Adicional a la función de TH en la diferenciación y maduración anteriormente expresada, se ha preguntado la ciencia acerca de su intervención en la supervivencia de estas células. La investigación experimental ha revelado que el tratamiento con altas dosis de T3, aceleró la muerte de fotorreceptores y generó diferentes tipos de acromatopsia; por otra parte, se sugirió el papel de las desyodasas en la regulación de T3, y en la subsecuente pérdida de conos por alteraciones en ese sistema regulador. De hecho, en casos de excesiva circulación de TH, la supresión de señalización de la misma, sería un factor protector contra la pérdida masiva de los conos.2
Sin rodeos se ha afirmado entonces la relación que puede existir entre las alteraciones de TH y la función retiniana. Por ejemplo, a nivel genético, las mutaciones en TRβ2 pueden llevar a desórdenes en la formación y función de los conos. Se ha reportado en estudios que en caso de heterocigosidad en el gen THRB2, con mutaciones en el dominio THRB2, mostró en el estudio electrorretinográfico normalidad en la respuesta de bastones en la adaptación a la oscuridad, y una reducción marcada en la respuesta fotópica.2,3
Y en el análisis de patologías más estudiadas, se ha relacionado recientemente a la TH con la degeneración macular relacionada con la edad (DMRE). En diferentes estudios prospectivos tipo cohorte, se ha revelado que altas cantidades de TH libre en suero, se asocia con incremento en el riesgo de adquirir DMRE. Otros estudios han mostrado que los niveles elevados de T4, así como el hipertiroidismo manifiesto generan alta probabilidad de desarrollar DMRE. Ahora bien, con base en el papel que TH tiene en la señalización para el metabolismo celular y las reacciones de oxidación, es probable que TH juegue en rol importante en el daño oxidativo que se produce en las lesiones que se presentan en la DMRE. Por lo anterior, los niveles elevados de TH llevan al incremento en la tasa metabólica basal, el metabolismo oxidativo, y la generación de especies reactivas de oxígeno. De hecho, también se tiene en cuenta que el EPR y los fotorreceptores pueden ser más sensitivos a la TH durante los procesos de envejecimiento.2
En adelante, se tendrá presente papel de la hormona tiroidea en la función retiniana y muy seguramente en otras funciones oculares. La evaluación de la tiroides será crucial en el entendimiento de diferentes patologías.
REFERENCIAS
- Eldred KC, Hadyniak SE, Hussey KA, Brenerman B, Zhang PW, Chamling X, et al. Thyroid hormone signaling specifies cone subtypes in human retinal organoids. Science (80- ). 2018;362(6411):1–18.
- Yang F, Ma H, Ding XQ. Thyroid Hormone Signaling in Retinal Development, Survival, and Disease [Internet]. 1st ed. Vol. 106, Vitamins and Hormones. Elsevier Inc.; 2018. 333–349 p. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/bs.vh.2017.05.001
- Volkov LI, Kim-Han JS, Saunders LM, Poria D, Hughes AEO, Kefalov VJ, et al. Thyroid hormone receptors mediate two distinct mechanisms of long-wavelength vision. Vol. 117, Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America. 2020. p. 15262–9.