La presente nota editorial no solo será de interés por su temática, también lo será porque llega una nueva integrante al equipo de trabajo, quien con su calidad humana y profesional aportará al fortalecimiento de este espacio dedicado a la Dis-Capacidad. Bienvenida Doctora Donají López Cobilt, es un gusto tenerla con nosotros.
El tema que hoy nos convoca se relaciona en parte con la atención del niño con trastorno del desarrollo intelectual; por lo tanto, el primer término a definir corresponde a la multidiscapacidad, la cual se presenta cuando existen dos o más discapacidades en el mismo individuo, pudiendo ser dificultades sensoriales (visuales y/o auditivas) motoras, intelectuales y psicosociales. Otro término corresponde a los trastornos del desarrollo intelectual (TDI) definidos como un grupo de alteraciones del desarrollo, caracterizadas por una notable limitación a nivel cognitivo, de aprendizaje y adaptación.1
Es así como, retomamos la importancia del manejo interdisciplinario en la Dis-Capacidad un aspecto que siempre ha sido de interés en este espacio editorial, dada la relevancia de lograr la atención del niño en su desarrollo integral; y en este caso específico el niño con baja visión y trastorno intelectual.
De esta manera tenemos dos tipos de discapacidad, lo que hace necesario analizar su etiología, la severidad de cada una de ellas, la edad del niño y el compromiso frente al proceso de aprendizaje, el desarrollo del lenguaje y conducta, entre otros.
Esto puede representar un reto en la atención del paciente respecto a la obtención de datos más objetivos de las pruebas diagnósticas, así como la elección de la prueba pertinente frente a las dificultades que se puedan presentar de comunicación o realización de los test; por eso, para obtener una completa anamnesis hay que contar con el apoyo del cuidador principal y/o padres del paciente pediátrico.
Desde el rol del optómetra que se desempeña en la baja visión se debe buscar cuantificar el nivel de agudeza visual, definir su mejor corrección óptica, si se requiere apoyo con ayudas ópticas o no ópticas, el desempeño visual a través de estas, y en la medida que sea posible de acuerdo con la discapacidad intelectual y el compromiso visual, conocer el campo visual, la sensibilidad al contraste y la visión al color.
Por otra parte, también será importante que el terapeuta ocupacional del equipo interdisciplinario evalúe la integración sensorial del niño ya sea por medio de la observación clínica estructurada, entrevista con los padres del menor y/o con las pruebas que sean necesarias, para conocer las habilidades motoras y de comportamiento relacionadas con el procesamiento de la información sensorial.
El trabajo que se realiza desde baja visión y el equipo interdisciplinario para atender la discapacidad visual e intelectual es entregar al niño y su familia todos los recursos con los cuales se pueda lograr un desempeño funcional, facilitar todas las ayudas que puedan potenciar su rendimiento en las diferentes actividades de acuerdo con su etapa de desarrollo infantil frente al compromiso por su discapacidad.
Finalmente, es así como el trabajo desde pediatría, oftalmología, optometría, rehabilitación visual, psicología, terapia ocupacional y trabajo social favorecerá la integración familiar, social y escolar del niño.
REFERENCIAS 1. Lazcano-Ponce E, Katz G, Allen-Leigh B, Magaña Valladares L, RangelEudave G, Minoletti A, et al. Trastornos del desarrollo intelectual en América Latina: un marco para establecer prioridades políticas de investigación y atención. Rev Panam Salud Publica. 2013;34(3):204–9.