Javier Oviedo OD. Director

@javieroviedo

Históricamente, la Optometría latinoamericana ha vivido la presencia del empirismo, que aún se mantiene e incluso crece, como denunciaron recientemente líderes gremiales de Argentina, quienes registran con preocupación que esta situación se está volviendo empresa en algunas regiones del país.

Comparto su sentimiento, su denuncia y apoyo su interés por encontrar solución a un problema que también se presenta en otros países de diferentes maneras.

Existen diversas formas de practicar el empirismo. En primer lugar, está el empirismo ‘puro’, en el que personas, sin ningún conocimiento, se atreven a realizar consultas, prescribir lentes y hacer recomendaciones en el ámbito de la salud visual. Lo que más me impresiona es que surgen y se mantienen porque “tienen pacientes y clientes” en su propuesta de ejercicio informal.

Por otro lado, he visto otra forma de empirismo, se trata del “técnico”, personas involucradas de alguna manera con establecimientos de salud visual, que reciben preparación superficial, cuentan con algo de tecnología para apoyar su “evaluación” tal como sucede con el autorrefractómetro y realizan ventas junto con el servicio de prescripción.

Finalmente, detecto un empirismo “profesional”. En diferentes países de América Latina, existen instituciones que ofrecen programas de formación en Optometría que se toman dos, tres, cuatro y hasta cinco años. Algunas de esas versiones se pueden encontrar al mismo tiempo en la misma región, el empirismo se presenta cuando algunos egresados, sin estar preparados, realizan labores que le corresponden netamente a los profesionales que tuvieron más tiempo, profundidad y práctica en su formación académica a través de la cual obtuvieron competencias integrales para desempeñarse a la altura de las necesidades en salud visual. El problema radica en la falta de claridad sobre los límites de las competencias de unos y otros.

Bajo esta modalidad de formación, tenemos en el continente técnicos, tecnólogos, profesionales de tercer y cuarto nivel. Sin embargo, incluso dentro del gremio, a menudo no entendemos las diferencias, porque, además, el concepto cambia en cada país.

De esta manera, la oferta de servicios y productos para el cuidado de la visión se lleva a cabo por medio de los grupos descritos.

¿Qué tipo de servicio, entonces, está recibiendo nuestra población latinoamericana?

¿Por qué personas sin ninguna preparación hacen brigadas ilegales, ofrecen una comercialización no regulada y tienen la posibilidad de generar negocios rentables?

¿Por qué se mantiene el empirismo en nuestra región e incluso tiende a crecer en algunas áreas?

Existen muchas posibles razones, puede ser porque es un buen negocio, porque la práctica mal realizada abre la oportunidad, porque somos pocos profesionales frente a los problemas visuales de la mayoría de la población, por la ausencia o falta de claridad en la aplicación de la legislación o quizá por la confusión que tiene el consumidor acerca de lo que es la Optometría.

El tema sigue vigente y afecta nuestro futuro. Está en juego la credibilidad de la profesión, el bienestar de la población, el interés de los bachilleres por estudiar Optometría, el fortalecimiento de nuestra actividad dentro de los planes de los gobiernos, nuestra motivación, entre tantas otras situaciones que se desprenden.

Nos queda tomar conciencia de la situación y entender el papel que desempeñamos en nuestra práctica cotidiana frente a esta realidad.


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