Dice el viejo adagio de los abuelos: “todo tiempo pasado fue mejor”, en muchos casos tienen razón, pero en cuanto a la Disfunción de Glándulas de Meibomio (DGM) la situación debería ser diferente.

En el promedio de atención de este tipo de pacientes, el tratamiento básico se enfoca en la prescripción de lubricantes que suplan o al menos intenten reemplazar la función lipídica de la matriz lagrimal. Sin embargo, si hacemos una revisión un poco más profunda, sin necesidad de hacer un viaje al futuro, podemos ofrecer un plan terapéutico más efectivo. Evidentemente, los suplementos lagrimales son esenciales en las primeras medidas frente a la enfermedad. Después de ello, recomendaría la limpieza palpebral con cualquiera de las variedades de oferta farmacéutica. Teniendo en cuenta que aquellos que tengan dentro de sus componentes, fosfolípidos liposomales, serán de mayor utilidad, ya que favorecen la disolución de residuos grasos en el margen posterior a la línea de Marx. Vale la pena anotar que algunos laboratorios ofrecen la azitromicina como alternativa en esta patología, porque se ha demostrado su influencia en la disminución de interleucinas 6 y 8, mediando los procesos inflamatorios. Sin embargo, en mi opinión hay que ser muy prudente con el uso de antibióticos, ya que cada vez se evidencian mayores casos de resistencia por el uso y/o abuso de estos agentes farmacológicos.

Ahora bien, el uso de calor es fundamental para complementar la terapia farmacológica, procurando que el aumento de temperatura en el área palpebral dure alrededor de 10 minutos para que su efecto sea mayor, incluyendo además un masaje de esta zona, para lo cual hay dispositivos en el mercado que ofrecen las dos funciones en uno solo.

Finalmente, nos podemos apoyar en los dispositivos diseñados para la limpieza del margen palpebral, retirando todas aquellas células muertas derivadas de la fricción que se genera por el déficit lagrimal y por los procesos inflamatorios asociados al ojo seco, lo cual contribuye de manera positiva a la evolución del paciente con DGM. Esto fue, mis apreciados colegas y lectores, un contexto general de lo que en el presente sería recomendado aplicar en el tratamiento de una disfunción glandular de Meibomio para tener cada día pacientes con mejores evoluciones clínicas de su enfermedad. Un fuerte abrazo a todos.

 

Andrés Solórzano Bernal F. O.D.
Director del Programa de Optometría,
Fundación Universitaria del Área Andina, Pereira.
Editor del Área de Superficie Ocular

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