ALGUNOS ASPECTOS CLÍNICOS Y NECESIDADES FUNCIONALES PARTE I

ALLAN MORA VARGAS
Licenciado en Optometría, Universidad Latina de Costa Rica, Máster en Administración de Servicios de Salud Sostenibles por la UNED. Máster en Epidemiología por la Universidad Nacional de Costa Rica y Máster en Rehabilitación Visual, Universidad de Valladolid, España.

 

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, desplazamiento es “…Acción y efecto de desplazar”. Mientras que desplazar es “…Mover o sacar a alguien o algo del lugar en que está. Trasladarse, ir de un lugar a otro…”.

Uno de los motivos recurrentes de consulta en la especialidad clínica de rehabilitación visual y baja visión, lo constituye el paciente que desea recuperar el desplazamiento. Caminar de forma segura y autónoma es una necesidad personal que se empieza a desarrollar desde muy temprana edad, cuando un infante da sus primeros pasos y de forma atolondrada se dirige a los brazos de sus cuidadores. Ir de un lugar a otro, bajo conciencia de ese acto, podría verse afectado cuando la visión no se encuentra con un rendimiento considerado normal, siendo esto causal de aislamiento por temor a caídas y fracturas. Para ellos es una acción que amerita mucha concentración y esto tiene implícita una carga de estrés muy importante que no solo afecta a la persona discapacitada, sino también a sus cuidadores.

Para definir las necesidades funcionales que una persona con discapacidad visual puede presentar en el desplazamiento, primero se debe categorizar su daño visual funcional desde que se da la primera valoración clínica de baja visión. Los daños pueden ser por medios opacos, alteraciones en el campo de visión central -lo cual implica una disminución de la agudeza visual- o alteraciones en el campo periférico, cuya implicación es una reducción del campo visual. Conocer esta información facilita no solo la evaluación clínica, sino también el proceso de rehabilitación para el desplazamiento, ya que, en esta acción, además de los otros sentidos, intervienen muchos factores a nivel visual como la agudeza visual, la sensibilidad al contraste y la perimetría ocular.

La sensibilidad al contraste es una prueba esencial dentro de la valoración de baja visión, las respuestas son tan variadas como la patología que origina la condición de discapacidad visual. Están las personas, quienes expresan un gran malestar con el deslumbramiento, otros que afirmarán que su visión es mejor en días nublados o bajo condiciones de iluminación artificial. Esta prueba es un temprano indicador del daño retiniano secundario a alteraciones en la microvasculatura retiniana.

Las personas que podrían presentar alteraciones en la sensibilidad al contraste son quienes presentan condiciones como: neuritis óptica, esclerosis múltiple, neuropatía óptica de diferentes etiologías, anormalidades cerebrales, ambliopía, etc. También otras patologías mayores como enfermedad de Alzheimer, Parkinson e incluso, fibrosis quística. La sensibilidad al contraste sirve para obtener valiosa información clínica acerca del estado funcional visual y ayuda a predecir el desempeño visual en diferentes situaciones del mundo real, reconocimiento de objetos, navegación aérea, señales de tránsito en carreteras, habilidad para la lectura, reconocimiento de caras y habilidades de movimiento en pacientes con baja visión.

La agudeza visual es una prueba clínica que con el uso de una adecuada cartilla se puede cuantificar la calidad de visión con la que cuenta una persona, pero a nivel de rehabilitación visual todo importa; desde el momento en que la persona ingresa al consultorio, se debe inferir que calidad de visión tiene esa persona, se debe observar si caminó solo y con pasos seguros o, si, por el contrario, entró guiado por bastón o guía vidente.

Estos aspectos previos a la toma de agudeza visual, aportan valiosa información complementada con preguntas como: ¿Puede ver señales de tránsito en las calles? ¿Su visión es suficiente para reconocer gradas, aceras o desniveles cuando camina por la calle? Las respuestas a estos interrogantes nos podrían develar a una persona muy funcional o con necesidades aún no resueltas que imposibilitan su autonomía en el caminar. La perimetría ocular es la prueba clínica en la que se valora el campo visual. Esta función es quizá una de las más importantes en el desplazamiento: A nivel clínico es posible observar jóvenes con retinosis pigmentaria con agudezas visuales de Log MAR 1 con una marcha funcional; esto debido a que sus campos de visión no se encuentran alterados. Las alteraciones en el campo visual tienen efectos sobre las destrezas visuales, primero sobre la visión binocular, también sobre la capacidad de reconocer el entorno y es aquí donde se notan problemas para la localización de objetos, se dificulta la movilidad y se producen desplazamientos más torpes. Por último, entre las alteraciones visuales provocadas por reducción de campo, destaca la incapacidad para la adaptación a distintos niveles de luz en el ambiente.

Conocidos los aspectos clínicos más influyentes en el desplazamiento a nivel de rehabilitación visual y para satisfacer las posibles necesidades funcionales de las personas con baja visión para un desplazamiento seguro, se vuelve necesario entender que ellos requieren movilizarse con independencia, seguridad y elegancia en la noche y en lugares con penumbra en ambientes abiertos y soleados, por ende, requieren adaptarse a las condiciones de iluminación y contraste. Necesitan caminar bajo la lluvia, con autonomía física y mental en todo tipo de ambientes, con aceras con cambios bruscos de nivel y elevaciones, así como, cruces de calles en esquinas en las cuales no se han construido las texturas podológicas que indican esta condición.

Dentro del diagnóstico integral del profesional en rehabilitación visual, está determinar si para rehabilitar el desplazamiento se requerirán ayudas como: bastón, filtros de absorción selectiva, telescopios, técnicas de orientación y movilidad, entre otros. Se pueden dar casos combinados en donde el rehabilitador recomienda los usos de varias ayudas para un mismo individuo y están también los pacientes que solo requieren un apoyo. Mucho de esto va a depender del estado de aceptación de la persona, del estímulo que haya recibido en su hogar, de la educación recibida por parte de una institución especializada en atención a la discapacidad visual, de la patología existente y su pronóstico.

 

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