En un mundo donde la inteligencia artificial dejó de ser una promesa futurista para convertirse en parte activa de las decisiones clínicas y administrativas, los laboratorios ópticos no pueden darse el lujo de operar con tecnologías aisladas. Esa fue la premisa central del episodio del programa Tallando Conceptos: “El laboratorio óptico y el mundo digital” que abordó el papel del ecosistema digital en la transformación de los laboratorios ópticos, a través de una entrevista realizada por Javier Oviedo, presidente de Franja a Juan Alberto Patiño, director general de Opportuna Network.
Aunque muchas veces se asocia la digitalización únicamente con redes sociales y visibilidad en línea, Patiño recuerda que el ecosistema digital va mucho más allá: abarca todos los sistemas de software y hardware que intervienen en el negocio, desde el momento en que se planea una producción hasta la gestión de relaciones con clientes y proveedores. En su visión, el mundo está inmerso en la sexta revolución industrial, donde la inteligencia artificial y la interconectividad de los datos reconfiguran no solo lo que se hace, sino cómo se piensa.
Cuatro pilares del ecosistema digital óptico
- ERP (Enterprise Resource Planning): es la columna vertebral administrativa. Permite a los laboratorios controlar inventarios, facturación, contabilidad y otras áreas críticas del negocio.
- Sistema de producción: aquí nace el lente. El software traduce las órdenes de trabajo en comandos para las máquinas, sincronizando capacidad, tiempos y precisión.
- CRM (Customer Relationship Management): el más subestimado, pero el más estratégico. Permite entender qué compran las ópticas, cuándo, con qué frecuencia y, más importante aún, qué quieren los pacientes. “El CRM es el vendedor digital del laboratorio”, afirma Patiño.
- Sistema de comunicación (Front Office): redes sociales, páginas web y canales de mensajería digital son esenciales para llevar la propuesta de valor al mercado, pero deben estar respaldados por la capacidad real de cumplimiento del back office.
Tecnología sin estrategia es solo gasto
Patiño enfatizó la necesidad de coherencia estratégica entre lo que se promete y lo que se puede cumplir. “No se puede ofrecer en redes sociales un lente con características que la producción no puede garantizar. Si el front office promete más de lo que el back office puede cumplir, el resultado es desconfianza”.
Además, destacó que el ecosistema digital no termina en el laboratorio: los proveedores de maquinaria, materiales oftálmicos e insumos también forman parte clave. Hoy, los pedidos a proveedores se gestionan desde plataformas conectadas que indican disponibilidad y tiempos de entrega en tiempo real. En algunos casos, los propios sistemas de producción generan automáticamente órdenes de reposición mediante algoritmos de inteligencia artificial.
APIs e inteligencia artificial: conectores del valor
La interoperabilidad de sistemas, habilitada por las APIs (Application Programming Interfaces), permite que el ERP, el sistema de producción, el CRM y los canales de comunicación se integren. Esta conexión es crucial para que el laboratorio no solo funcione con eficiencia, sino que también se comunique con claridad.
La inteligencia artificial se presenta como una aliada para automatizar tareas repetitivas: desde la revisión de inventarios hasta el análisis de tendencias de consumo. De esta manera, el talento humano puede enfocarse en lo que realmente agrega valor: estrategia, innovación y personalización del servicio.
¿Y los datos?
En la era digital, el activo más valioso es la información. Un CRM bien alimentado no solo sirve para saber quién compró qué y cuándo, sino para anticipar necesidades, identificar oportunidades comerciales y diseñar campañas relevantes. La analítica de datos también permite entender al paciente final, incluso si la relación es indirecta, a través de sus comentarios en redes sociales o patrones de búsqueda.
Conectar el músculo con la voz
Uno de los grandes retos identificados por Patiño es la desconexión entre lo que el laboratorio hace bien (automatización, precisión, calidad) y lo que logra comunicar. Invertir en tecnología no basta; es indispensable transmitir ese valor al mercado de forma clara, creíble y consistente.
