En varias ocasiones el paciente consulta al profesional de la salud visual para realizarse un examen, para ello, se hace un consentimiento informado de forma verbal, el usuario brinda autorización para que se le realice la valoración, sin embargo, esto no brinda garantías a futuro para ninguna de las partes involucradas.
Según la optómetra Yasmín Álvarez, la necesidad de un documento formal en donde se estipule el diagnóstico, tratamiento, beneficios y riesgos de los lentes de contacto, les urge a los profesionales, pues este no solo será de utilidad para el paciente, sino que también se puede convertir en un gran aliado para el especialista. Un documento de este tipo, otorga legalidad al procedimiento desarrollado, el paciente tendrá certeza del profesionalismo de su médico.
De igual forma, la especialista sugiere que el documento debe estipular más beneficios que riesgos, pues los mitos en el uso de lentes de contacto se pueden apoderar del usuario generando el efecto contrario a lo que se quiere lograr. Además de esto, no solo puede brindar información clínica acerca de los LC sino que también, en el caso de que el paciente sea menor de edad, puede incentivar a los padres con esta alternativa de corrección visual mencionando que el niño podrá continuar sus actividades normalmente sin preocuparse de su apariencia.
El consentimiento informado deberá variar dependiendo de la edad del paciente, en el caso de un niño lactante, el documento será válido solo con las firmas de sus padres o acudientes, pero si el usuario es adolescente, este podrá tener un espacio en donde el joven pueda expresar su opinión. Adicional a esto, el consentimiento informado en niños lactantes, incluirá el criterio de que los cambios rápidos refractivos que el paciente tenga en corto plazo, obligará a que sobre el mismo documento se hagan readaptaciones, diferente a los niños que presentan miopía, pues se debe aclarar que el tratamiento poco a poco se irá modificando.
Otra ventaja que se puede destacar de un consentimiento escrito, se basa en los resultados que arroje el diagnóstico, pues si estos presentan información interesante para el profesional, se podrá incluir en el documento un espacio donde el paciente otorgue previa autorización para que sus resultados se puedan utilizar con fines académicos como, por ejemplo, un caso clínico. La optómetra Jazmín Álvarez también sugiere que en el mismo se involucre teléfono y correo tanto del profesional como del paciente, para que de esta forma, haya una constante comunicación en donde se puedan consultar cualquier tipo de dudas y además, se haga un seguimiento al tratamiento del usuario. Relacionado a lo anterior, la especialista hace un llamado a la academia en América Latina para que guíe a los profesionales en el uso adecuado de este documento que seguramente, se podrá implementar a diario otorgando garantías al paciente, manejándolo como una pieza de reeducación, y como una herramienta tanto de comunicación como de protección para los especialistas.