Artículo basado en la entrevista realizada por Javier Oviedo a Ariel Longo, diseñador de monturas en el programa Salud Visual Hoy

En general los profesionales que forman parte de la comunidad de la salud visual como ópticos y optómetras tienen una particular preocupación sobre el cuidado de la salud visual, la prioridad es solucionar los problemas visuales que afectan a las personas. Sin embargo, hay otros factores que no se deben dejar de lado como la moda. No se trata de vender algo que los pacientes no quieren o necesiten, sino en satisfacer sus necesidades visuales al tiempo que se adaptan a lo que pasa en general en el mundo de la moda.
Se puede hacer una ecuación sencilla y preguntarle al paciente ¿cuántas monturas tiene?, ¿cuántos pares de zapatos tiene? o ¿cuántas carteras? Si se piensa, tener muchas carteras ¿es una cuestión de necesidad? No, con una es suficiente para llevar todo, sin embargo, las personas tienen muchas carteras. En esto se está manifestando el gusto personal, está representada la estética, las personas se preocupan por los colores, qué va con qué y se trata de usar un calzado para cada ocasión, porque es importante que combine con la ropa que se lleva. Asimismo, el consumidor debería tener la imperiosa necesidad de vestir su rostro.
Entonces cómo trasladar lo mencionado a el tema de la salud visual, este es el cambio cultural que se quiere generar y que puede representar una modificación profunda.

Propuesta de cambio cultural
Lo primero que se tiene que hacer para generar un cambio cultural en el consumidor es que los profesionales entiendan el concepto y lo asimilen, que empaticen con los pacientes/cliente y entiendan que el objetivo es cambiar sus hábitos de consumo en lo concerniente a la salud visual. Es que las personas como lo hacen con los otros objetos (ropa, zapatos, accesorios, etc.) lo trasladen a las monturas. Normalmente los pacientes saben qué gama de colores les queda mejor según el color de la piel, del cabello o según la época del año, etc., por ejemplo, si le queda bien la gama de azules, generalmente su vestuario está en esa gama; entonces, como la montura es lo primero que ve cualquiera, debería complementar el outfit y eso tiene que ver con esa paleta de colores que se elige para vestirse y ahí entonces se abren todas las posibilidades. En la óptica se puede empezar a utilizar esto como una herramienta, es la clave para llevar la moda a la salud visual.
Quizás lo más complejo es que a veces desde el punto de vista profesional, se puede pensar que la moda es algo frívolo dentro del trabajo profesional. Por eso hay que hacer un trabajo personal que es entender que es un complemento del trabajo profesional. Se tiene en realidad la suerte de que el trabajo como profesionales de la visión no termine solamente en la salud visual, sino que sea algo que acompaña tanto a pacientes como usuarios en todos los aspectos de su vida.

¿Cómo hacerlo?
El trabajo desde la óptica es primero asimilar estos conceptos y cuando se empieza a dar ese paso hacia el cambio cultural que es una montura para cada ocasión, ahí es donde se empiezan a trabajar en pequeñas cosas que llevan al concepto mayor. Por ejemplo, la mayoría de las ópticas o de las tiendas cuentan en sus escritorios con espejos pequeños donde los pacientes miran sus monturas revisan el tamaño, el color, la forma, pero no se está complementando el outfit. Qué tal si se incorpora en una parte de la óptica un espejo de cuerpo completo, donde pueda pararse y mirar toda su estética. Porque hay que tener presente que las personas no salen de casualidad con cualquier par de zapatos, vestido, cartera y entonces en ese momento es cuando los anteojos comienzan no solo a ser la solución visual que necesita, sino también es el accesorio que complementa su outfit y el que se piense así no disminuye su nivel, sino todo lo contrario da una solución visual y además complementa su proyección visual.
Además del espejo donde el paciente tiene la oportunidad de verse de cuerpo entero, hace falta una charla completa que permita entender cómo es su vida cotidiana. Esto va a permitir empatizar y fidelizar al paciente. Por ejemplo, se trata de una maestra que tiene una serie de actividades específicas o es un arquitecto que a veces va a estar en grandes reuniones muy formales y en otras va a estar en una obra donde hay polvo y puede golpear las gafas, entonces hay que hacerle entender que no le sirven los mismos anteojos para las dos actividades y que hay un montón de herramientas a su alcance para dar una solución específica para cada ocasión, que tiene que ver con materiales y tipo de monturas y lentes.
Si lo que se busca es un asesoramiento completo al paciente sobre las bondades de las monturas, así como de toda la línea de lentes oftálmicos, se va a encontrar que la variedad es enorme y no se limita a lo que a veces sucede, que a un paciente se le busca una montura que le quede bien y linda y ya está y quizás se está coartando la posibilidad de abrir el abanico para suplir cada necesidad, acorde a cada situación. Debe quedar claro que los anteojos que usa en la obra no son los mismos que debe utilizar en una presentación y que ambos estén perfectamente alineados con el concepto estético.

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