Gaetano Volpe, ingeniero informático y de automatización, cofundador y director de investigación y desarrollo de la empresa ProCrea Tech, escribió el siguiente artículo para la revista MAFO, el cual Franja Visual ha traducido y adaptado.

Según la Clasificación Internacional de Enfermedades 11 (CIE-11, 2019), la discapacidad visual se produce cuando una afección ocular afecta al sistema visual y a una o más de sus funciones. Las personas con discapacidad visual experimentan pérdida parcial o completa de la percepción visual, que se manifiesta como una disminución de la agudeza visual y/o del campo visual, conocida como “baja visión”.

Contrariamente a la intuición, los avances en la asistencia sanitaria y el consiguiente aumento de la esperanza de vida han incrementado el número de personas con discapacidad visual, ya que muchas enfermedades oculares relacionadas con la edad se vuelven más prevalentes en las personas de mayor edad.

De hecho, se calcula que entre 2020 y 2050, la población mundial mayor de 65 años se duplicará, pasando de aproximadamente 1.000 millones a 2.000 millones. Esta tendencia tendrá profundas implicaciones para las enfermedades oculares relacionadas con la edad.

Si se considera el conjunto de la población mundial, las causas más frecuentes de discapacidad visual leve y moderada son los defectos de refracción no corregidos (especialmente la presbicia), las cataratas, la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), la retinopatía diabética y el glaucoma.

Los defectos de refracción se tratan fácilmente con lentes oftálmicas modernas y las técnicas quirúrgicas para las cataratas son cada vez más eficaces para recuperar una buena calidad de visión. Sin embargo, sería deseable que estas tecnologías se generalizaran en todos los países. En cambio, otras enfermedades oculares como el glaucoma, la degeneración macular asociada a la edad y la retinopatía diabética pueden causar fácilmente una pérdida permanente de la función visual.

Las enfermedades oculares degenerativas pueden comprometer total o parcialmente partes del tejido sensorial ocular (la retina, situada en el fondo del ojo). Como consecuencia, la persona pierde total o parcialmente la información visual proveniente de las células retinianas afectadas. La zona correspondiente comprometida del campo visual se denomina “escotoma”, y se define como “absoluto” cuando la información visual se pierde de forma permanente; en caso contrario, se denomina “escotoma relativo”.

Algunas enfermedades, como el glaucoma, provocan una pérdida progresiva de la visión periférica, generando finalmente una visión “en tubo” en estadios más avanzados. Por el contrario, otras enfermedades como la DMAE, generan un escotoma en el centro del campo visual, afectando al punto de mejor agudeza visual de la retina (la mácula y, más específicamente la fóvea.

En este último escenario, la agudeza visual puede reducirse significativamente dependiendo de la gravedad de la enfermedad, y la persona puede tener dificultades para reconocer objetos y rostros, así como en la lectura y en muchas otras actividades cotidianas.

Por tanto, cuando el escotoma central es absoluto y afecta ambos ojos, el sistema visual selecciona otro punto de la retina para realizar las tareas de visión central con el fin de “sustituir” la fóvea totalmente comprometida. Este punto se denomina Locus Retiniano Preferencial (PRL), y el sistema visual se reorganiza para utilizar la información visual proveniente de las células del PRL en el movimiento ocular de fijación.

En la mayoría de los casos, el sistema visual desarrolla de manera independiente un PRL en aproximadamente seis meses tras la aparición del escotoma absoluto binocular. En caso de que este proceso no ocurra, se pueden aplicar técnicas de rehabilitación visual para establecer un PRL que mejore la agudeza visual residual. Cuando la persona aprende a fijar objetos con el PRL, se puede hablar de “fijación excéntrica”, ya que el punto de fijación del ojo difiere del centro retiniano.

La forma en que el sistema visual establece el PRL es un proceso cerebral complejo que sigue siendo objeto de investigación. En ocasiones, las personas con discapacidad visual desarrollan de forma independiente más de un PRL y eligen uno u otro en función de la actividad que estén realizando. En este caso, se habla de PRL específicos de la tarea.

Sin embargo, en general puede decirse que el PRL se establece lo más cerca posible del escotoma para maximizar la agudeza visual en el mejor ojo y, en el peor, suele establecerse en el punto retiniano correspondiente del otro ojo, para maximizar la cooperación binocular.

Lente prismático en fijación excéntrica

Por lo tanto, la fijación excéntrica se utiliza en presencia de un escotoma central absoluto en ambos ojos, y la PRL permite a la persona beneficiarse de una mayor agudeza visual en comparación con la visión central comprometida. Esto le permite superar algunas barreras causadas por la enfermedad, como reconocer las caras de sus seres queridos o distinguir los cubiertos y la comida en la mesa.

Sin embargo, utilizar la fijación excéntrica implica alinear el PRL con el objeto observado mediante un movimiento ocular. Mantener esta posición de fijación puede resultar molesto y cansado especialmente si la desviación ocular es elevada o si hay que mirar fijamente algo durante periodos prolongados.

Por este motivo, en la década de 1980 se propuso el uso de los lentes prismáticos para alinear el PRL con el objeto observado, compensando así la desviación ocular necesaria para la fijación excéntrica. Desde los primeros estudios sobre el tema, los prismas han sido bien aceptados en este contexto; así, esta práctica se ha ido haciendo poco a poco cada vez más común en las clínicas de baja visión.

Estas gafas prismáticas suelen ser conocidas como gafas de visión excéntrica (EVS) y en estudios más recientes se ha observado una mejora de los tiempos de búsqueda de objetos, en la agudeza visual en comparación con la visión central comprometida y una mayor puntuación en los cuestionarios de calidad de vida.

En este caso de uso, los prismas deben tener la misma potencia, eje y dirección en ambos ojos, por lo que se denominan prismas yugo. Esto es importante para evitar la disociación de la visión binocular y, aunque ésta sea frágil o esté comprometida, se intenta preservarla en la medida de lo posible. En la mayoría de los casos, las EVS se utilizan para la visión de lejos y se prescribe la mejor refracción de lejos junto con el prisma. No se emplean con frecuencia para la visión de cerca, posiblemente porque las ayudas de aumento son más eficaces para mejorar la lectura como las gafas con prisma hipercorrector.

Los valores de prisma más comunes son de 4, 6 y 8 dioptrías prismáticas, aunque en casos avanzados de enfermedades con un mayor escotoma y una mayor desviación ocular pueden encontrarse valores más altos. La elección del eje del prisma es muy variable y depende del tamaño y tipo de escotoma y de la consecuente posición del PRL. Como ya mencionó anteriormente, suele ser una buena práctica preferir el PRL del ojo con mejor agudeza visual al seleccionar el eje del prisma.

Además, las gafas de visión excéntrica también repercuten positivamente en la vida social de las personas con discapacidad visual. De hecho, la persona que utiliza la fijación excéntrica puede no sentirse cómoda mostrando la desviación ocular (como ocurre con muchas personas bizcas) o puede ser objeto de discriminación social. En cambio, llevando las EVS, que compensan la desviación ocular, la persona puede volver a mirar directamente al interlocutor durante una conversación, utilizando de nuevo la posición primaria de la mirada.

A pesar de sus numerosas ventajas, en el pasado muchas personas dejaban de utilizar estos dispositivos por el excesivo peso y grosor de los lentes, que hacían que las gafas resultaran antiestéticas e incómodas. Gracias a las modernas tecnologías de cálculo de superficies ópticas de forma libre, como los algoritmos de lenticularización automática multiasférica desarrollados, ahora es posible reducir drásticamente el grosor y, en consecuencia, el peso de estos dispositivos, con el objetivo de disminuir la probabilidad de abandono y mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad visual.

Además, los lentes de fijación excéntrica más recientes, desarrolladas en los últimos años, incluyen un aumento real de la imagen de hasta el 7%, lo que proporciona una mejora adicional de la agudeza visual.

Conclusión

El número de personas con deficiencias visuales está aumentando y seguirá creciendo en las próximas décadas debido a las enfermedades oculares relacionadas con la edad como la DMAE. Es posible mejorar la calidad visual con el uso de lentes prismáticos cuando existe un escotoma central absoluto en ambos ojos.


Como la fóvea está totalmente comprometida, estas personas utilizan un punto retiniano periférico para la visión central (denominado PRL) en una posición de fijación excéntrica. Utilizando gafas con prismas yugo, a menudo denominadas gafas de visión excéntrica (EVS), es posible compensar la desviación ocular necesaria para la fijación excéntrica, mejorando el confort visual y la calidad de vida de las personas con discapacidad visual.


Las modernas tecnologías de cálculo de superficies ópticas de forma libre pueden reducir significativamente el grosor y el peso de estas ayudas, mejorando el confort y la estética de las EVS. Esto podría reducir los abandonos, por lo que más personas disfrutarán de los beneficios de los SVE tanto en la función visual como en el plano psicológico-social.


Fuente: https://mafo-optics.com/how-can-visually-impaired-people-benefit-from-prismatic-lenses/

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