La baja visión en adultos mayores es un tema crucial que impacta significativamente su calidad de vida. A menudo, se asume erróneamente que la pérdida de visión es una parte normal del envejecimiento, lo cual no es cierto. Este artículo explora el manejo de la baja visión en pacientes geriátricos, destacando la importancia de un enfoque integral que incluye el uso de nuevas tecnologías y la rehabilitación visual para mantenerlos activos e independientes.
El envejecimiento se clasifica en fisiológico y patológico. El envejecimiento patológico puede llevar a insuficiencia orgánica e incapacidad para realizar actividades diarias, lo que subraya la importancia de abordar la baja visión en adultos mayores para prevenir el aislamiento y la inactividad. En México, aproximadamente el 12% de la población es adulta mayor, y en Colombia, se estima que para 2024 será el 15%. Atender la salud visual de este grupo es fundamental para mejorar su calidad de vida y mantenerlos activos.
A medida que las personas envejecen, experimentan cambios en su sistema visual, como párpados más flojos, problemas en la córnea, ojo seco y engrosamiento de la conjuntiva. Estos factores deben considerarse al abordar la baja visión. Es importante recordar que, aunque un paciente no alcance una visión 20/20, existen diversas opciones disponibles para mejorar su calidad de vida.
Las nuevas tecnologías han revolucionado el manejo de la baja visión. Los adultos mayores ahora utilizan celulares y otros dispositivos, lo que facilita su adaptación a estas herramientas. La rehabilitación visual, junto con la evaluación de la sensibilidad al contraste y el color, son esenciales para determinar el tipo de iluminación y ayudas ópticas necesarias. Una de las innovaciones más relevantes en este campo es la microperimetría, una técnica que permite la rehabilitación visual, especialmente en pacientes con degeneración macular o glaucoma. Aunque costosa y no siempre accesible, ayuda a identificar el locus retiniano preferente y puede complementar la terapia visual tradicional.
A pesar de los avances tecnológicos, las técnicas tradicionales de rehabilitación visual siguen siendo fundamentales. Actividades sencillas como ejercicios de ubicación, localización y rastreo, así como el manejo de contrastes, contribuyen a la adaptación visual. Además, la rehabilitación en grupo puede fortalecer el estado psicoemocional del paciente, permitiéndole compartir experiencias y mejorar su interacción social. Es crucial proporcionar a los adultos mayores las herramientas necesarias para realizar actividades diarias, como el manejo de celulares y el cobro de pensiones, ya que ofrecer soluciones accesibles y adaptadas a sus necesidades puede mejorar significativamente su independencia.
En cuanto a las ayudas ópticas, si bien las lupas tradicionales siguen siendo útiles, las opciones electrónicas y digitales están ganando popularidad. Muchos pacientes prefieren estas alternativas por su conveniencia y versatilidad, aunque las lupas pueden ser un respaldo útil en diversas situaciones.
Abordar la baja visión en el adulto mayor requiere un enfoque integral que combine la atención a los cambios fisiológicos y patológicos asociados con el envejecimiento, el uso de tecnologías emergentes y la rehabilitación visual tradicional. Al hacerlo, los profesionales de la salud visual pueden mejorar significativamente la calidad de vida de sus pacientes, permitiéndoles mantenerse activos, independientes y socialmente integrados.