Julio Jinesta. Técnico en máquinas y herramientas. Ingeniero industrial de la Universidad Politécnica de Honduras.

Cuando hablamos de tecnología para la fabricación de lentes nos enfocamos siempre en lo nuevo y lo innovador, pero cuando nos encontramos con casos como el siguiente, es donde también se le da valor al conocimiento.

En los inicios de la fabricación de lentes oftálmicos se utilizaban métodos artesanales, como la famosa batea con moldes de hierro cónicos esféricos que giraban a altas revoluciones. Para afinar y pulir los lentes se usaban arenas abrasivas que se colocaban con la mano, el resultado eran lentes con formulaciones altas de hasta -20 dioptrías en una sola cara. Al avanzar en la curiosidad y en los diseños matemáticos, se logró hacer un lente bicóncavo y se lograron fórmulas altas -18.00 dioptrías por una cara y la talla de – 4.00 esf con -2.00 de cilindro por la otra cara, esto dio como resultado un lente -22 esférico, con -2.00 de cilindro. La estética en este momento no era lo primordial, pero se lograba dar una solución al paciente.

Después de muchas décadas, hoy todavía se elaboran este tipo de trabajos bicóncavos con un sinnúmero de combinaciones, y una mejora en la estética.

La tecnología digital free form ha llegado y con ella novedosos diseños e innovación, y con los nuevos materiales de lentes como los índices de refracción altos, se logran maravillas en la estética, pero todavía tiene ciertas limitaciones, no por falta de desarrollo técnico, si no por falta del conocimiento antiguo.

En una ocasión cuando pensaba que ya lo había visto todo, me llegó un caso al laboratorio de -32.00 dioptrías monofocal, fotocromático ambos ojos, un reto que por costos y tiempo de inmediato se rechaza, aunque a veces la curiosidad puede más.

 

Hace muchos años había desarrollado por diversión y curiosidad un lente bicóncavo de -30 dioptrías, jamás pensé que existiera un paciente con esa fórmula, pero para mi sorpresa si existía, su nombre no importa, (66 años), fanática de la lectura, le gusta cocinar, coser y dar paseos largos, ella durante 10 años uso -18.00 dioptrías bicóncavos.

Su necesidad de corrección era de -32. dioptrías, pero nadie había podido realizarle sus lentes y no podía pagar una operación, las maquinas digitales free form no lograban realizar este cálculo y daba error en su software.

La primera alternativa era realizar un lente bicóncavo, pero en el desarrollo matemático me di cuenta que, si lograba usar aquellos cálculos antiguos de la talla artesanal y los combinaba con las variantes digitales, más un lente de índice de refracción de 1.67 y finalmente, engañando al software con una faceta en la orilla del lente, la magia se lograría. Fue un trabajo arduo de varias horas de corte y pulido, logrando un lente monofocal trabajado por una sola cara muy estético y lo mejor dándole una solución visual al paciente.

 

 

 

Dejo como reflexión este caso para todas aquellas compañías que han dejado de dar soluciones y solo tienen como respuesta no se puede. Como este tipo de casos hay muchos y con todas las maquinas actuales podemos realizarlos.

Estas personas que tienen una necesidad visual tan grande, son por las que trabajamos día a día.

“El no se puede, no existe.”

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