Hace algunos días le hicimos a mi hijo tratamiento para resolver una conjuntivitis bacteriana y un aparente orzuelo.
La conjuntivitis mejoró, pero el orzuelo persistió. Por lo tanto, decidimos realizar exámenes complementarios que incluyeran el análisis de la superficie ocular y el estado de las glándulas de Meibomio, así como un análisis del segmento posterior del ojo.
Los resultados de los exámenes complementarios nos llevaron a concluir que había una anomalía en las glándulas de Meibomio, que se trataba de un chalazion y que se estaba formando otro en el ojo opuesto, además que algo estaba mal en el manejo de sus lentes de contacto. Sin embargo, lo que más nos sorprendió fue que su presión intraocular estaba por encima de las cifras normales, aunque nos tranquilizó saber que todo estaba bien en su nervio óptico. Juntamos información, la cruzamos y establecimos conclusiones. A partir de estas, se pusieron en marcha automáticamente acciones y tratamientos complementarios para mejorar los aspectos analizados. Este proceso incluyó trabajar de la mano con el oftalmólogo.
Este tipo de situaciones es común en la vida cotidiana de los optómetras en América Latina, ya que recibimos diariamente todo tipo de pacientes con diferentes circunstancias y condiciones. Y resulta normal que en una primera consulta no siempre tengamos un diagnóstico claro o que no se resuelva como esperábamos, tal como sucedió en este ejemplo real. Por esta razón, los exámenes complementarios se han convertido en una herramienta fundamental para mantener la salud ocular y general del paciente, y son el mejor aliado tanto para optómetras como oftalmólogos.
El tema continúa, ya que, al igual que los exámenes complementarios, también contamos con tratamientos complementarios que nos permiten abordar las condiciones y dar soluciones enfocadas.
Es muy interesante el panorama que este avance de la ciencia, la tecnología y la forma de estudiar a nuestros pacientes abre ante nosotros. Por un lado, solo necesitamos profesionales o establecimientos aliados que ofrezcan estos servicios para recibir nuestras remisiones y tratamientos, lo que a su vez mantiene la fidelidad de nuestros pacientes. Y, por otro lado, nos permite comprender el camino decidido que toma nuestra profesión: EL ANÁLISIS.”
A medida que pasan los días, contamos con una creciente cantidad de información acerca de cada una de las partes del globo ocular. Cada instrumento, al cruzar diferentes variables, proporciona más y más datos, dependiendo de la curiosidad del clínico. Esto, a su vez, amplía las posibilidades de diagnóstico y tratamiento.
Aunque no es necesario contar con la tecnología de diagnóstico y tratamientos complementarios en nuestros consultorios, sí es crucial nuestra capacidad de análisis, la cual se convierte en la clave del éxito.
En conclusión, esta propuesta intenta llamar su atención, querido colega, sobre la oportunidad tan inmensa que tenemos al frente, que más allá de la capacidad económica para adquirir la última tecnología, reside en la habilidad del profesional para realizar análisis profundos y precisos de la información disponible. La capacitación, la curiosidad clínica, el compromiso con la mejora continua y la capacidad de tomar decisiones informadas son las verdaderas claves para brindar un cuidado visual excelente a nuestros pacientes.
Una filosofía analítica además de ayudarnos a comprender condiciones del sistema ocular abre la posibilidad de entender la información que arrojan los sistemas de administración de nuestros establecimientos.
La tecnología, toda, seguirá arrojando información que será tan valiosa como nosotros tengamos la capacidad de interpretarla. El análisis se convierte en la clave del éxito.