“Facebook no fue el primer proyecto que desarrollé. También desarrollé juegos, sistemas de mensajería instantánea, herramientas para estudiar y reproductores de música. Y no soy el único. A JK Rowling la rechazaron 12 veces antes de publicar Harry Potter. Incluso Beyoncé tuvo que componer cientos de canciones hasta conseguir “Halo”. Los éxitos más importantes se consiguen cuando existe la posibilidad de fracasar”. –Mark Zuckerbeg, (discurso en –Harvard, promoción 2017).

Fracaso es un resultado adverso en algo que se esperaba sucediese bien.

Y ¿Cuántas veces las cosas no han salido como esperábamos? ¿Se pueden considerar todas esas situaciones como fracasos? No debemos temerle a esa palabra, tampoco marca el final, puede ser el inicio de algo nuevo.

En el ámbito laboral, quienes están acostumbrados a cumplir siempre sus objetivos pueden sentirse frustrados por pequeñas faltas o cuando no alcanzan las metas. Esto es especialmente relevante en nuestra profesión, ya que, al tener un componente comercial, el rendimiento se evalúa en función de metas y números, independientemente del lugar en el que se trabaje, en una óptica, un distribuidor, un laboratorio, y más aún para quienes son independientes, los números son fundamentales. Aunque no siempre los objetivos se centran en aspectos comerciales, son tantos los objetivos y tan diversas las oportunidades que en ocasiones no se desarrollan según lo planeado, y esas situaciones a menudo se etiquetan, como fracasos.

En algunas sesiones de coaching, cuando un colaborador busca cambiar de trabajo o emprender un nuevo camino, esa frustración puede aparecer. Hay una diferencia entre escuchar y ayudar a alguien a descubrir su potencial o lo que realmente desea, y otra muy diferente, estar en los zapatos de otro y no cumplir una meta. Personalmente he experimentado esto. A menudo, esos fracasos marcan el camino o señalan una ruta hacia un cambio. Los múltiples intentos enseñan, se aprende de ellos, se perfecciona o sencillamente la persona se da cuenta que no es el lugar adecuado, que no fue la mejor elección o, simplemente, que las capacidades o las competencias están en otro ámbito. En ocasiones, después de varios intentos, finalmente se obtienen los resultados esperados.

La invitación no es abrazar el fracaso como un acto de resignación, sino de resiliencia. En ausencia de un coach o una guía, sencillamente debemos cuestionarnos qué podemos aprender cuando los resultados son positivos o negativos. Debemos preguntarnos ¿cómo están mis emociones?, ¿algunas de estas emociones afectan mis resultados?, ¿qué factores influyen, y qué cambios o ajustes pueden mejorar o empeorar la situación?, ¿existen factores externos que contribuyen al éxito o al fracaso?

Como empleador o jefe, ¿qué acciones puedes tomar para ayudar a esa persona a desarrollar su potencial?, ¿cuándo es apropiado considerar un cambio o la salida del colaborador? ¿en qué otro rol podría aportar más, si no es en ventas?, ¿En qué cargo puede sumar más, ¿cuál sería el equipo adecuado para él o ella y cómo podría influir positiva o negativamente en el equipo? Siempre es necesario realizar este análisis desde una perspectiva personal. pero como empleador, también debes evaluar el desempeño y el impacto en el equipo.

Aunque puede sonar como una frase de cajón, la verdad es que “de todo se aprende”. Toda experiencia, ya sea positiva o negativa, nos da habilidades y conocimientos. Muchas personas exitosas han experimentado fracasos en sus trayectorias, pero en lugar de desanimarse, han sabido convertir esas experiencias en oportunidades para perfeccionar sus talentos y alcanzar el éxito. Cuando no estamos obteniendo los resultados deseados, es crucial considerar qué podemos hacer para cambiar la situación. En primer lugar, debemos reflexionar sobre los ajustes que se deben hacer para equilibrar las emociones y tener tranquilidad para pensar de una manera más fresca, generar más ideas y especialmente no apagarse. Se puede sentir estancado, pero lo que no puede permitirse es dejar apagar la luz, que es el motor de los intentos. Esos intentos no son fracasos, son soluciones. Como mencionó Thomas Alba Edison, “No he fracasado, he encontrado más de 10000 soluciones que no funcionan.”

Ella J. Rojas Llano, OD Editora del Área de Manejo del Talento Humano
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