El personaje de esta edición es una profesional que desde sus inicios dedicó su labor a cambiar la dura realidad de millones de personas en Latinoamérica que no tenían la capacidad de visitar un especialista de la visión. Su filosofía de vida es clara, hacer todo el esfuerzo para cuidar a quienes lo necesitan, lo que manifiesta con su frase “con unos pocos granitos de arena que cada uno aporte, se cambiarían muchas vidas”.

Franja Visual (F.V.): Usted es una persona muy joven, sin embargo, su trabajo ha impactado muchas vidas. Cuéntenos un poco del alcance de su labor.

Guiomar Malaver (G.M.): Durante 17 años de labor como optómetra y coordinadora académica de una fundación, hemos atendido alrededor de 4 millones de personas y practicado alrededor de 35 mil cirugías a pacientes en condición de vulnerabilidad. Este impacto se alcanzó a través de la ONG, Fudem en El Salvador y con Charity Vision como apoyo internacional. El inicio fue como la mayoría de proyectos de este tipo, realizando tamizajes clínicos en la población vulnerable de El Salvador.

F.V.: Impresionantes cifras. ¿Cómo inició esta labor?

(G.M.): Tan pronto me gradué en el 2001, me fui para El Salvador, pues me postulé para una posición que ofrecía una bolsa de empleo de la Universidad de la Salle que me abrió la oportunidad de viajar a varios países y escogí el que más necesidad tenía de profesionales en optometría; además, me gustó el proyecto. Para evaluarme, me pidieron liderar una campaña de atención para 800 personas en condición de vulnerabilidad. Y a partir de allí esta aventura no ha terminado. Pasamos de atender 75 personas en el inicio a 1200 personas diarias, que no tenían como pagar consulta o no habían encontrado el profesionalismo suficiente en otras clínicas. Poco a poco también fue creciendo el grupo de especialistas, llegué a coordinar en educación continua, oftalmólogos, optómetras y un gran equipo de técnicos en optometría. Un excelente grupo de profesionales con gran experiencia.

F.V.: ¿Cómo hacían para atender con calidad a esa cantidad de personas?

(G.M.): Realizamos un proyecto de inversión en tecnología para las unidades de salud, la idea fue utilizar la mejor tecnología que nos permitiera, en el poco tiempo que teníamos, obtener imágenes con mucha información. Iniciamos tímidamente por falta de presupuesto con un autotonómetro y nos encontramos con resultados preocupantes, que antes pasaban inadvertidos y que nos obligaban a remitir directamente al glaucomatólogo, La eficiencia del examen nos motivó a seguir adquiriendo tecnología, especialmente teniendo en cuenta, que en ocasiones teníamos en sala de espera 500 pacientes. Lo que más diagnosticamos y por supuesto intentamos prevenir o tratar eran defectos refractivos, glaucoma, catarata, retinopatía diabética e hipertensiva. Para ser más eficientes, capacitamos auxiliares de enfermería para que analizaran sospechas de positivos y negativos, hasta tomar 240 imágenes por día. Fue alarmante encontrar tantos positivos con alto riesgo de lesión de retina por miopías altas, glaucoma, diabetes e hipertensión.

F.V.:  ¿En qué otros proyectos han participado?

(G.M.): Unimos esfuerzos con otra fundación y su proyecto Avión Quirúrgico Orbis, un avión con altísima tecnología que viaja por todo el mundo practicando cirugías oculares y al mismo tiempo, capacitando oftalmólogos y optómetras locales que puedan replicar en diferentes comunidades vulnerables estas técnicas de alta cirugía. Yo soy voluntaria, capacito a diferentes especialistas. Además, estoy vinculada con Charity Vision con presencia en 28 países trabajando en la prevención de la ceguera, asesoramos clínicamente todas las regiones, capacitamos personal y fortalecemos los profesionales de la zona. También tenemos la atención enfocada en la primera infanciaadolescencia para la detección de la ceguera. En este momento me encuentro trabajando con cuatro universidades diferentes, con un mismo fin, ayudar a la población.

F.V.: ¿La educación ha hecho parte de su trabajo?

(G.M.): Si, soy docente de la Universidad de la Salle, es un honor enseñar en el lugar donde obtuve todos mis conocimientos. Dicto las clases de Baja Visión, Percepción Visual y estoy en un grupo interdisciplinario junto con otras facultades que se llama “Impacto en tecnología, ambiente y salud”, en donde discutimos cómo inciden los factores económicos en los problemas de salud. Amo la docencia, lo que más me cautivó es el impacto que tiene en la construcción y evolución, al tiempo que me permite profundizar mi conocimiento.

F.V.: Esta pasión por el servicio social ¿viene desde joven?

(G.M.): Aunque creo que ese perfil se va formando poco a poco, tuve la influencia de mi familia. Mis padres me transmitieron el interés por ayudar siempre. Mi familia es de los Llanos Orientales de Colombia, desde varias generaciones atrás vivimos del trabajo de las fincas en donde teníamos trabajadores, cultivos y ganadería, mis padres siempre ayudaron a las personas que trabajaron para ellos. Su ejemplo fue fundamental y me permitió concluir que con algunos granitos de arena uno puede ayudar y cambiar vidas. En mi hogar siempre se manejó la esencia del servicio y siempre nos inculcaron este gran camino de vida.

F.V.: ¿Por qué estudió Optometría?

(G.M.): Siempre quise estudiar algo de ciencias de la salud pero que no tuviera que realizar cirugías, no por temor a la sangre, sino porque sabía que si tenía un fracaso quirúrgico en el cual fallece una persona, no lo iba a superar nunca. Pero las ciencias de la salud son lo mío, desde mi primaria las mejores calificaciones las tuve en las materias enfocadas en este tema. Una amiga que estudiaba en la Salle me dijo mira esta carrera en la Facultad de Ciencias de la Salud, vi el plan de estudios, estaba indecisa entre estudiar Optometría, Odontología o Psicología. Opté por ser especialista en salud visual y no hay un día de mi vida que no sea feliz con mi labor

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