En la mayoría de los países del mundo, la cifra de personas mayores se está incrementando. Según datos de las perspectivas de la población realizadas en 2019, se proyecta que para el 2050, 1 de cada 6 personas en el mundo tendrá más de 65 años. En América Latina y el Caribe, se prevé que la población de 60 años o más aumentará del 5,2 % en 1950 al 38 % en 2100, según las proyecciones de las Naciones Unidas.
Estas modificaciones en la pirámide etaria poblacional plantean desafíos a los profesionales de la salud sin excepción, es por eso, que desde la Optometría analizamos alternativas que nos permitan abordar esa realidad con eficiencia.
¿Qué cambios visuales experimentan los adultos mayores?
El envejecimiento es un proceso dinámico, gradual, natural e inevitable que conlleva cambios biológicos, corporales, psicológicos y sociales, que impactan en el estado funcional y físico de las personas. A nivel visual, se observan transformaciones fisiológicas como la pérdida de la capacidad de enfoque en distancias cercanas debido a que la acomodación decrece hasta desaparecer. Otros cambios incluyen lagrimeo excesivo, alteraciones vasculares en la retina, dificultades en la adaptación a la luz o a la oscuridad (fotorreceptores), deterioro de la visión nocturna, disminución de la agudeza visual dinámica, menor capacidad para detectar contraste y merma de la tonicidad de los músculos extraoculares con la subsecuente disminución de velocidad de respuesta en los movimientos oculares.
En la Universidad de New York se identificó una disminución en la capacidad de la percepción visual, al parecer causada por una distracción más rápida sin consciencia, conocida como disminución de inhibición. Esto afecta el nivel de atención y se manifiesta con un menor control de la ambigüedad en la percepción de las imágenes. Por ejemplo, en la Figura 1, las personas de la tercera edad pueden detectar con menos facilidad que los jóvenes la presencia de las dos imágenes en una.
Figura 1. Imagen de percepción visual figura fondo en la que se pueden observar dos elementos diferentes: dos hombres negros con sus brazos y manos a los extremos o una mariposa de color blanco.
Por otro lado, aumenta la presencia de patologías relacionadas con la edad como cataratas, degeneración macular relacionada con la edad, glaucoma y alteraciones de tipo vascular. Estas se suman a los cambios fisiológicos, con lo cual aumenta la probabilidad de desarrollar baja visión.
¿Cómo impactan estos cambios visuales en la vida de las personas mayores?
Estas modificaciones pueden generar ciertas dificultades en actividades como la lectura, la movilidad fuera del hogar, las salidas de compras,1,2 y aumentar el riesgo de sufrir caídas.3,4 Estas últimas son motivo de preocupación para quienes forman parte del entorno cercano de la persona, pues ponen en riesgo su integridad física y su seguridad.
Aproximadamente el 30 % de personas mayores de 65 años experimentan caídas cada año, y se ha identificado la salud visual como uno de los factores que contribuyen en esta situación.
Por otro lado, se reconoce la influencia de la percepción visual en la coordinación y el control de la postura, así como en el movimiento, pues se ha demostrado desde hace varios años que es un predictor importante de las caídas en los adultos mayores.5
¿Cuál sería el papel de la terapia y entrenamiento visual?
La información visual se considera un factor crítico en la capacidad del individuo para dirigir los movimientos, percibir y superar obstáculos. Esto queda evidenciado en el trabajo realizado por Reed Jones y colaboradores (2011),6 donde evaluaron el rendimiento en una carrera de obstáculos en un grupo de personas en edad promedio de 67.5 años (+/- 5.9). Este grupo participó en un entrenamiento de 12 semanas que incluía ejercicios de movimientos vinculados con la capacidad visual. En comparación con un grupo que entrenó solo ejercicios de agilidad y un grupo control en el que se aplicaron ejercicios de medicina deportiva para adultos mayores. De los tres grupos evaluados, el que mejores resultados obtuvo en la prueba de obstáculos fue el que realizó entrenamiento visual. En concordancia con estos hallazgos, una revisión sistemática de la literatura, que incluyó 17 estudios de tipo longitudinal de intervenciones relacionadas con la visión en adultos mayores comparados con grupos de control, demostró que el entrenamiento visual condujo a mejoras en el equilibrio y la capacidad para caminar en adultos mayores sanos. (7)
Estos hallazgos científicos demuestran la importancia de la terapia y entrenamiento visual como un área desde donde se puede realizar intervención para mejorar las habilidades de desempeño de movilidad, control corporal y que debe formar parte de un grupo de componentes desde el ámbito salud para lograr un efecto beneficioso sobre el equilibrio, la marcha y la prevención de caídas en este tipo de población, que puede mantener su dinamismo a través de estas prácticas.
Referencias
1. Lamoureux EL, Hassell JB, Keeffe JE (1994). The determinants of participation in activities of daily living in people with impaired vision. Am J Ophtalmol,137 (2): 265-70.
2. Rodríguez Ávila N (2004). Dependencia al envejecer. Rev Rol Enf, 27 (4): 262-272.
3. Ivers RQ, Cumming RG, Mitchell P, Attebo K (1998). Visual impairment and falls in older adults: the Blue Mountains Eye Study. J Am Geriatr Soc 46 (1): 58-64.
4. Gillespie, L; Robertson, C; Gillespie, W; Lamb, S; Gates, S; Cumming, R; Rowe, B (2012) Interventions for preventing falls in older people living in the community
5. Tobis, J; Reinsch, S; Swanson, J; Byrd, M; Scharf, T. (1985). Visual Perception Domir Com m u n ity-dwel I lance of Fallers Amonging Older Adults. Journal of the American Geriatrics Society. 33, 5: 330-333
6. Reed Jones, R; Dorgo, S; Hitchings, M; Bader, J. (2012). Vision and agility training in community dwelling older adults: Incorporating visual training into programs for fall prevention. Gait and Posture, 35:585-589
7. Toby, M; Thomson, W; Shamay, S. (2021) Visual-related training to improve balance and walking ability in older adults: A systematic review. Experimental Gerontology. 156: 2-12
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excelente articulo. deseo segir recibiendo mas