El uso generalizado de punteros o señaladores láser (laser pointer) es común tanto como herramienta educativa como juguete en todo el mundo, dada su alta popularidad y facilidad de acceso en la vida moderna. Sin embargo, esta prevalencia aumenta el riesgo de manipulaciones irresponsables. Se ha observado que en muchos casos la importación y etiquetado o rotulación de estos objetos se hace de manera incorrecta, facilitando el acceso de niños a estos elementos y los expone al riesgo de lesiones oculares irreversibles debido a una manipulación indebida de los láseres. (1)
Aunque todos los tejidos oculares son susceptibles de lesionarse con el láser, se ha establecido que la retina es de especial cuidado debido a la focalización directa en la mácula de la luz láser emitida por el puntero. Ahora bien, la severidad del daño está relacionada con la potencia del láser, su longitud de onda y el tiempo de exposición. La clasificación de láseres según sus límites de emisión accesibles (AEL, por su sigla en inglés) según la norma IEC 60825-1:2014 de la Comisión Electrotécnica Internacional establece que la exposición a láseres de clase III y IV (>1 mW) puede tener efectos potencialmente perjudiciales en el ojo. Con esta premisa, en países como EE. UU., se permite la venta solo de láseres de clase IIIR (<5 mW) y de láseres de clase 2 (<1 mW) en Europa. (1)(2)
A pesar de la normatividad internacional para la distribución y seguridad de estos elementos, la adquisición de dispositivos con emisión mayor al límite sigue siendo fácil. De hecho, internet ofrece alternativas sencillas para acceder a láseres con emisiones peligrosas, lo que genera preocupación por el riesgo de que las personas que manipulen estos objetos desarrollen la entidad clínica denominada “maculopatía por puntero láser” (LPM, por su sigla en inglés). (1)
Larsen & Lehrmann (2020) publican un reporte de dos casos en los que niños resultaron con lesiones retinianas después de la observación directa de un puntero láser verde. Aunque no se quejaron de pérdida grave de visión, se detectaron daños en sus máculas durante el seguimiento médico. Ambos niños manifestaron inicialmente visión borrosa y la sensación de que tenían que mirar hacia un lado para ver con claridad, evidenciando la presencia de escotomas centrales, que les dificultaba la visión sobre todo para la lectura. Un seguimiento con OCT mostró un ligero desprendimiento en la zona elipsoide macular, acompañado de daño leve del epitelio pigmentario de la retina (EPR), pero con membrana de Bruch intacta. Lo anterior pudo haber sido peor y los autores sugieren vigilancia en la manipulación de los punteros láser por parte de los niños. (3)
Por otro lado, Narayanan y colaboradores (2021) presentan un caso de LPM inducida accidentalmente en un paciente masculino de 31 años. que presentó una disminución repentina de la agudeza visual en ambos ojos después de una exposición accidental a un puntero láser verde. El examen de fondo de ojo reveló lesiones lineales verticales que se irradiaban en patrones de apariencia dendrítica en la fóvea de ambos ojos. Las imágenes de OCT mostraron hiperreflectividad en las capas nucleares externas y plexiformes externas, así como la interrupción de la zona elipsoide. La angiografía con OCT mostró áreas de flujo ausente en la coriocapilar, sugiriendo isquemia coroidea.4 Frente a lo anterior, el paciente admitió haber expuesto ambos ojos accidentalmente a un láser verde de 500 mW. Se realizó el diagnóstico de LPM y se inició el tratamiento con corticosteroides sistémicos. Después de un mes, las lesiones habían disminuido y la agudeza visual mejoró a 20/50 en ambos ojos, pero el paciente presentaba escotoma central en su campo visual. Los autores concluyen que los punteros láser pueden causar lesiones fototérmicas directas en el EPR y la coroides. (4) Ver Figura 1.
En otro informe, Al Adel & AL Bloushi (2021) reportan el caso de una paciente femenina de 27 años que inicialmente fue diagnosticada con distrofia macular hereditaria, pero que finalmente se determinó que tenía LPM. La paciente presentaba una disminución progresiva de la visión bilateral y tenía lesiones irregulares de color crema grisáceo en el polo posterior. El análisis de autofluorescencia de fondo de ojo, OCT de dominio espectral y angiografía fluoresceínica confirmaron el diagnóstico, evidenciando además ausencia de flujo sanguíneo en la coriocapilar, y lesiones lineales en la retina compatibles con daño macular por quemadura de origen fótico. Cabe destacar que la paciente fue remitida al servicio de psiquiatría por sospecha de desorden facticio. (5)
En conclusión, la maculopatía por punteros láser es un problema multifactorial que abarca desde la falta de educación en el cuidado y manipulación de estos dispositivos hasta el fácil acceso a longitudes láser peligrosas, la imprudencia y desórdenes facticios. Se subraya la necesidad de una rigurosa evaluación del polo posterior y la indagación detallada del uso de estos dispositivos láser, dada su alta prevalencia en la actualidad.
REFERENCIAS
1. Farassat N, Boehringer D, Luebke J, Ness T, Agostini H, Reinhard T, et al. Incidence and long-term outcome of laser pointer maculopathy in children. Int Ophthalmol. 2023 Jul 1;43(7):2397–405.
2. Safety of laser products Part 1: Equipment classification and requirements [Internet]. 2014. Available from: www.saiglobal.com.au
3. Larsen MB, Lehrmann BB. Retinal skade efter leg med laserpointer.
4. Narayanan R, Tyagi M, Sahoo NK, Reddy S, Pathengay A. Accidental Self-Inflicted Handheld Laser-Induced Maculopathy. Vol. 31, Ocular Immunology and Inflammation. Taylor and Francis Ltd.; 2023. p. 211–4.
5. Al Adel F, AlBloushi AF. Laser-Induced Maculopathy Masquerading as Hereditary Macular Dystrophy. 2021; Available from: http://journals.lww.com/mejo
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