La ética profesional nos invita a ser sinceros, leales, a obrar de buena fe, y la amistad entre colegas, no puede ser una razón para retener información o cubrir una mala praxis. El auditor evalúa de manera crítica el desempeño de otros profesionales, pero solo en casos puntuales y legales.

Sin embargo, en el día a día es común que lleguen pacientes con fórmulas o lentes realizados por otros colegas o en otras ópticas y que se sientan incómodos con la prescripción o con el lente realizado por otros profesionales o por la competencia. De igual manera, nos puede pasar a nosotros mismos, prescripciones nuestras o trabajos realizados que lleguen a otras ópticas para revisión porque el paciente se sienta insatisfecho con dicha solución óptica.

Podemos equivocarnos en algún dato, al transcribir la fórmula o a veces al hacer el trabajo completo. Ante eso, es importante no “ocultar” el error que haya tenido algún colega, pero si cuidar su imagen, aunque el error sea evidente, aceptando la equivocación, pero no generando juicios de valor hacia el colega o la óptica. En primer lugar, queda mal quien juzga y no aporta mucho a la solución. 

En ocasiones, las condiciones con las que llegue el paciente a la consulta influyen en el resultado. Por supuesto, no siempre, pero puede influir una glicemia no controlada, un examen realizado con extremo cansancio o el apuro con el que vaya el paciente. Son algunas situaciones que se pueden traer a la conversación en lugar de decir, que se lo hicieron mal, que no debieron ponerle x lente o que ese examen estuvo mal hecho. 

Existe el principio ético del respeto entre colegas, para mantener la fraternidad que debe prevalecer en la profesión, y este principio abarca, desde la evaluación crítica hasta el cuidado del buen nombre de nuestros colegas. Una cosa es resolver el error asertiva y profesionalmente y otra culpar, juzgar o hacer quedar mal al otro, que en definitiva no aporta mucho a la solución del paciente y tampoco hace que ese paciente se quede con nosotros, si ese en algún momento es el caso o la intención de quien lo haga. 

Es más, el paciente valorará la solución seguida de la humildad y el silencio en cuanto al desempeño del profesional que dio el primer concepto.

Si bien hay pacientes muy sensibles, por ejemplo, por varios años tuve una paciente que no soportaba que el eje se le rotara 5 grados, esa sensibilidad ante un cambio mínimo puede ser notada por ciertos pacientes y en cierta forma es mejor evidenciar esa situación, en lugar de tratar de ganar un paciente con la mala imagen de nuestros colegas.

Fue un principio básico, cuando trabajé con un fabricante de lentes oftálmicos y una de mis funciones era revisar las inadaptaciones de los pacientes a los lentes multifocales. Lo que aprendí de ese trabajo en primer lugar, fue siempre cuidar la imagen del profesional y de una manera muy sutil hacer los cambios y comunicarlos. Hoy que no son mis clientes, si esa situación sucede, tengo la misma prioridad. Aunque el error sea evidente y en cierta manera seamos competencia, el objetivo es cuidar la imagen del colega. Siempre habrá una manera de solucionar los inconvenientes y comunicar sin dañar al otro.

Por supuesto, hay momentos en los que nada coincide, ni la fórmula, ni la elección de la montura, ni los puntos, ni el lente. El objetivo no es decir que todo está bien, sino, con una buena comunicación, o a veces silencio, hacer los cambios pertinentes, dar solución y cuidar nuestra imagen como profesionales. Al final, todos podemos equivocarnos. Y si alguna vez sucede aprendamos de esta frase de -Ernest Hemingway “Si algo va mal, arréglalo ahora. Pero entrénate para no preocuparte, la preocupación no arregla nada”. 

 

Ella Rojas, O.D.
Editora del área de Manejo del Talento Humano
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