El Día de las Velitas surge como una expresión festiva que se nutre de la celebración religiosa, amalgamando la devoción a la Virgen María con elementos culturales que capturan la alegría y diversidad de Colombia. La ancestral tradición de encender velas y faroles la noche del 7 de diciembre no solo simboliza la luz que María aportó al mundo con su concepción inmaculada, sino que también ha evolucionado, convirtiéndose en un espectáculo repleto de significado y arraigadas tradiciones, porque las velas representan la luz de la fe y la esperanza, así como la protección de la Virgen María sobre los hogares y las familias.
En esa mágica noche del 7 de diciembre, las calles de Colombia se transforman en un resplandor encantador gracias a la tradición de iluminar con velas y faroles. Ya sea en áreas urbanas o rurales, la gente se congrega para embellecer sus hogares, calles y zonas públicas con luces parpadeantes, creando un ambiente impregnado de calidez y espiritualidad. La creatividad se desata con la confección de faroles artesanales, los cuales añaden un toque único y colorido a la celebración. Algunas áreas del país se iluminan con deslumbrantes fuegos artificiales, aportando un toque espectacular a la festividad.
Más allá de las luces brillantes, el Día de las Velitas se convierte en una ocasión especial para que las familias colombianas se reúnan y compartan de una comida tradicional, como los son los buñuelos y natilla. Este evento trasciende la simple luminosidad para adentrarse en el corazón de los colombianos, representando la esperanza, la fe y la unidad familiar. La tradición de encender velas se convierte en un símbolo poderoso de la luz que cada individuo puede aportar al mundo, recordándonos la importancia de compartir esa luz con los demás. En medio de las luces brillantes y las festividades, el Día de las Velitas se establece como un recordatorio vibrante de la importancia de la esperanza y la unidad en la tradición cultural de Colombia.
En cuanto a la celebración en otros países, variantes de esta festividad, con nombres y prácticas similares, se observan en otros lugares de América Latina. Por ejemplo, en México, la celebración se realiza el 7 y 8 de diciembre, donde el homenaje a la Inmaculada Concepción adquiere especial relevancia. También en Perú en distintos puntos de la nación, se erigen construcciones que rinden tributo a esta festividad. Se sabe que en Arequipa desde las 10:00 a.m. del 8 de diciembre se lleva a cabo una eucaristía, posteriormente se hacen procesiones con estatuas de la virgen por las calles de la ciudad y sobre las horas de la tarde, se ejecutan las corridas de toros, además de peleas de gallos y degustación de distintas ofertas gastronómicas.
Referencias
