En los últimos años, los lentes de contacto esclerales han aumentado su demanda debido a las grandes ventajas que ofrecen, gracias a su habilidad de ofrecer resultados visuales óptimos en córneas con alta irregularidad y se han transformado en opciones de adaptación cuando la prueba con otros diseños no ha sido exitosa. También entre otras cosas, han demostrado favorabilidad en el hecho de aplazar procedimientos radicales como el trasplante de córnea. (1)
Teniendo en cuenta los retos modernos que implican la adaptación de estos lentes, es importante reseñar las complicaciones potenciales que conllevan su uso; por lo tanto, serán reseñadas a continuación:
Riesgo de infecciones: como se sabe, en muchos casos, este tipo de lentes se adapta en ojos con alteraciones de superficie ocular, lo que aumenta el riesgo de invasión por microorganismos oportunistas para el desarrollo de queratitis microbiana. Por otro lado, los pacientes que toman corticoesteroides sistémicos o en aplicación tópica tienen un mayor potencial de infección debido al efecto supresor del sistema inmune que poseen estos medicamentos. (2) Bruce y Nguyen (2013) reportaron un caso de ojo rojo agudo causado por queratitis no ulcerativa en un paciente con queratocono adaptado con lente miniescleral. Este caso se caracterizaba por una extrema hiperemia conjuntival bulbar acompañada de infiltrados corneales en media periferia en ausencia de descarga mucopurulenta o ulceraciones. Los autores concluyen que siempre existe un riesgo de colonización bacteriana, y que el manejo estará determinado por una correcta higiene y desinfección del lente. (3) Ver Figura 1.
Inflamación: se observan con cierta frecuencia signos inflamatorios como enrojecimiento, incomodidad, e incluso queratitis inflitrativa. Dichos hallazgos son evidente asociación inflamatoria, y dependen de la respuesta individual de la persona. Frente a esto, los adaptadores han tenido manejos diferentes en términos de modificación de parámetros como en las curvas periféricas para controlar la fricción, incrementar el diámetro para mejorar la comodidad, o aumentar la longitud de la bóveda que según se dice diluyen las endotoxinas liberadas en la reacción inflamatoria. (2) Otros manejos reportados en estudios son: aplicación constante de lubricante ocular, modificaciones en la curva base o el la altura sagital del lente de contacto; también se ha contemplado la remoción, limpieza y reinserción del lente. (4)
Hipoxia: se ha mencionado en repetidas ocasiones que los lentes esclerales conllevan mayor riesgo de hipoxia debido al espesor del lente y la bóveda lagrimal post lente. De hecho, se han establecido parámetros de seguridad para evitar el edema corneal, como adaptar materiales con al menos 125 unidades Barrer de Dk/t, que la bóveda de lágrima oscile mínimo de 150µm y máximo de 350µm, en espesores del lente con un promedio de 200 µm. (2) Ejemplos de casos extremos fueron reportados por Nixon et al. (2017), quienes observaron la presencia de bullas corneales, posteriores a la adaptación de lentes esclerales, definidas como ampollas agrupadas con diámetros aproximados mayores a 40 µm, de forma ovalada y márgenes difusos. Aunque no se sabe con certeza la causa de su aparición por lentes de contacto, los autores estiman que se relaciona con hipoxia. Lo sorprendente es que aparecieron posterior a 6 horas de uso en lentes esclerales de diámetro pequeño. (5) Lo mismo observaron Isozaki y Chiu (2018), pero en lentes esclerales de diámetro grande.(6) Ver Figura 2.
Sin embargo, aún se controvierten las investigaciones sobre el tema en contraposición con investigadores que no reflejan edema corneal con espesores, o bóvedas mayores a los rangos anteriormente mencionados, desmitificando un poco el temor a la falta de oxigenación. La investigación aún no ha proporcionado respuestas contundentes.
Conclusión
Los profesionales adaptadores de lentes esclerales deben establecer un régimen de control riguroso para detectar oportunamente signos de infección y de inflamación para el manejo adecuado y la preservación de la salud ocular.
Referencias
1. Worp E Van Der, Bornman D, Lopes D, Faria-ribeiro M, Garcia-porta N, González-meijome JM. Contact Lens & Anterior Eye Modern scleral contact lenses : A review. Contact Lens Anterior Eye [Internet]. 2014;37(4):240–50. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.clae.2014.02.002
2. Walker MK, Bergmanson JP, Miller WL, Marsack JD, Johnson LA. Complications and fitting challenges associated with scleral contact lenses: A review. Contact Lens Anterior Eye [Internet]. 2016;39(2):88–96. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.clae.2015.08.003
3. Bruce AS, Nguyen LM. Acute red eye (non-ulcerative keratitis) associated with mini-scleral contact lens wear for keratoconus. Clin Exp Optom. 2013;96(2):245–8.
4. Pucker AD, Bickle KM, Jones-Jordan LA, Ticak A, Kwan JT, Kuhn J, et al. Assessment of a practitioner’s perception of scleral contact lens complications. Contact Lens Anterior Eye [Internet]. 2019;42(1):15–9. Available from: https://doi.org/10.1016/j.clae.2018.11.003
5. Nixon AD, Barr JT, Vannasdale DA. Contact Lens and Anterior Eye Corneal epithelial bullae after short-term wear of small diameter scleral lenses. Contact Lens Anterior Eye [Internet]. 2017;40(2):116–26. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.clae.2016.11.007
6. Isozaki VL, Chiu GB. Contact Lens and Anterior Eye Transient corneal epithelial bullae associated with large diameter scleral lens wear : A case series. Contact Lens Anterior Eye [Internet]. 2018;41(5):463–8. Available from: https://doi.org/10.1016/j.clae.2018.05.002