Javier Oviedo O.D
Director

Una parte de esta editorial fue escrita por mí, utilizando mis propias palabras y composición, basándome en mi criterio y experiencia como editor. La otra parte fue creada por un programa de inteligencia artificial que buscó información en su base de datos en respuesta a mi solicitud y luego redactó un informe de manera coherente. Me sorprendió lo bien que escribía, incluso mejor que yo en algunas áreas. Así, evidencié su objetividad, el uso de palabras, términos, frases y conceptos muy bien construidos, al mismo tiempo que respondía rápidamente.

Decidí entonces seguir interactuando con el programa y le pregunté acerca de mi estado de salud visual utilizando palabras concretas tales como “visión borrosa repentina”, “ojo rojo” y “dolor de cabeza”. Me respondió que estos síntomas podrían indicar una variedad de afecciones oculares y no oculares, y proporcionó una lista de posibles causas, como migraña oftálmica, glaucoma agudo de ángulo cerrado, uveítis, conjuntivitis y presión arterial alta, cada una con su explicación. Así pues, me impresionó su capacidad para correlacionar información, tener lógica y sugerir posibles condiciones. Este panorama que describo me lleva a preguntarme si la inteligencia artificial es una amenaza o una oportunidad.

La inteligencia artificial (IA) es la capacidad de las máquinas y sistemas informáticos para realizar tareas que requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, la percepción, el razonamiento y la toma de decisiones. Además, ha experimentado un gran avance en los últimos años gracias al desarrollo de algoritmos más sofisticados, la disponibilidad de grandes cantidades de datos y el aumento de la capacidad de procesamiento de los ordenadores.

Ahora bien, la inteligencia artificial tiene beneficios tangibles para el ser humano, como la automatización de procesos, la reducción de la carga de trabajo humano para permitir la concentración en tareas más importantes y creativas, y la mejora de la eficiencia de muchos sistemas, desde la producción en fábricas hasta el transporte y la logística. Adicionalmente, la IA puede ayudar a los científicos a analizar grandes cantidades de datos y descubrir patrones y relaciones que no son evidentes para los humanos, mejorar el diagnóstico y tratamiento de enfermedades, y diseñar terapias personalizadas. Sin embargo, la inteligencia artificial también puede tener efectos negativos, como por ejemplo: la automatización de tareas que genera la eliminación de empleos, la necesidad de una reorientación profesional para muchas personas, la replicación de sesgos y discriminaciones existentes en los datos utilizados para su entrenamiento, la recopilación de grandes cantidades de datos personales que amenaza la privacidad y seguridad de los individuos y la creación de una dependencia excesiva de los sistemas tecnológicos.

En nuestro caso, la inteligencia artificial puede ayudar a los optómetras y ópticas en la consecución del diagnóstico de enfermedades oculares con mayor precisión y rapidez mediante el análisis de datos e imágenes por cuanto puede analizar datos de pacientes y sugerir recomendaciones personalizadas de lentes y tratamientos oftálmicos basados en las características únicas de cada paciente. Así mismo, tiene la posibilidad de evaluar información sobre las ventas y sugerir estrategias de marketing al identificar patrones y tendencias en el comportamiento de los clientes. Por consiguiente, puede optimizar los procesos en las ópticas con el análisis de los tiempos de espera y la optimización del flujo de trabajo. Bajo esta misma perspectiva desde hace algún tiempo, la IA se ha utilizado para el diseño de lentes oftálmicos y el diagnóstico ocular mediante imágenes. Y seguramente no estoy registrando muchos otros avances en nuestra área.

La inteligencia artificial es entonces una realidad que, a pesar de la polémica que genera, seguirá siendo parte de nuestra vida cotidiana. Concluí, por ejemplo, en mi caso como editor, que la IA no es mejor, sino que está diseñada para ayudarme a mejorar mi labor. Por otra parte, para los profesionales de la visión, la IA puede resultar una herramienta eficiente que nos ayude a mejorar en muchas áreas donde quizás necesitábamos un apoyo adicional.

En conclusión, la inteligencia artificial, al igual que la tecnología en general, llegó para quedarse y podrá ser utilizada de la manera en que cada uno lo desee. Incluso aquellos que consideran que es una amenaza, tienen la opción de alejarse y no utilizarla.

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