Todos los días, en nuestra labor periodística, con el objetivo de ser útiles para nuestros lectores, nos preguntamos ¿cuál es la tendencia? ¿hacia dónde se dirige nuestro sector salud visual? Y entonces revisamos las novedades clínicas, tecnológicas, mercado, moda y por supuesto la industria, entre otras áreas. Y hace mucho tiempo no evidenciaba una tendencia tan clara y fuerte en nuestra labor, “el nuevo pensamiento del profesional de la visión”. Es un “hacia allá vamos” impresionante que empieza a marcar la vida de la comunidad que se dedica al cuidado de la salud visual.

Nuestro objetivo como profesionales de la visión es mantener la mejor percepción visual posible para permitir el desempeño eficiente del ser humano. Para lograrlo, históricamente, la atención de la mayoría de profesionales se ha concentrado en corregir los defectos refractivos, una actividad en la que lograr una buena agudeza visual era un motivo de satisfacción para usuarios y profesionales. Sin embargo, aunque son los mismos, miopía, hipermetropía y astigmatismo, que hemos venido diagnosticando y corrigiendo de manera rutinaria, no son las mismas actividades de un ser humano que también está cambiando, por eso, por el bien de nuestros pacientes, es el momento de asumir un nuevo pensamiento.

Expertos en diferentes áreas de nuestra profesión, a quienes he podido entrevistar durante el último año, coinciden en que la percepción visual, ahora más que nunca, con nuestra prescripción, debe alcanzar la más saludable cantidad y calidad visual; sin embargo, no es suficiente para mantener sus extenuantes y largas jornadas de actividades diarias y alta demanda visual y ocular, por tanto, ahora más que nunca, hacen un llamado urgente a analizar el sistema oculomotor y mantenerlo en las mejores condiciones posibles. Aun así, tampoco es suficiente, pues la superficie ocular, frente a estas mismas condiciones de vida, se ve afectada y le resta eficiencia al sistema para que pueda responder de la mejor manera posible. Por tanto, el estudio y cuidado del segmento anterior es una labor que resulta fundamental. Y aunque la visión, el sistema sensoriomotor y superficie ocular se encuentren bien, aparece un gran temor por los riesgos que genera la presencia omnipotente de la radiación “luz azul” que aún nos mantiene en polémica sobre su efecto, pero que, por prevención del tejido ocular, debe ser filtrada de manera inteligente.

En este orden de ideas, la consulta de optometría es más que una medición y corrección de defectos refractivos, porque, además, por longevidad, condiciones de salud y múltiples factores, hay cada vez más presencia de problemas en retina y del segmento ocular medio que pueden ser detectados a tiempo.

Así que hay una fuerte y franca recomendación de profesionales que trabajan en diferentes especialidades, el valor de la anamnesis, como la columna vertebral del manejo de nuestros pacientes a través de una consulta honestamente integral. En otras palabras, la clave a pesar de la evolución de la tecnología y los métodos de solución, empieza y termina con la conciencia y análisis del profesional. El tema exige nuestra apertura al cambio de pensamiento porque la lógica de antes, quizá no funcione en muchos casos y la recomendación actual es pensar con desconfianza en todo momento. Solo un ejemplo, para dar una idea, “Dr. estoy viendo borroso de lejos”, uno de los motivos de consulta más comunes. La sospecha automática ya no debe ser “es un miope o astigmático miópico, lo voy a corregir”. El pensamiento automático debería ser ¿realmente es miope? ¿Aunque su visión lejana haya disminuido? ¿Cómo voy a hacer para desenmascararlo? Lo mismo puede pasar con los pacientes hipermétropes y el valor dióptrico que realmente necesitan.

Y si después de las pruebas, en este ejemplo, resulta que, sí es una miopía, el pensamiento sugerido es, “tiene miopía, está enfermo, podría progresar, puede alterar algunas estructuras oculares, debe entrar en observación, lo voy a corregir con la mejor alternativa posible”.

El tema es profundo porque quizá, lo que estamos encontrando en la consulta muy posiblemente sea un falso positivo y por tanto exige un manejo de consulta inteligente. Para evaluar la percepción visual, tenemos que acudir a múltiples pruebas que nos permitan entender el comportamiento del sistema a las distancias y elementos que hoy se usan. El análisis del sistema sensoriomotor ocular por su parte tiene también sus exigencias y una automática relación con la percepción y comprensión intelectual. Las pruebas para diagnosticar la superficie ocular han evolucionado ampliamente y permiten obtener resultados claros sobre lo que sucede. Lo mismo pasa con el polo posterior.

Así que el tiempo de consulta ideal puede extenderse a dos citas diferentes para comprender con tranquilidad lo que pasa con el sistema. Lograr alta calidad visual quiere decir que nuestra prescripción puede pasar de los cuartos de dioptría a los octavos, -1.37 D. por ejemplo, ya que nuestros instrumentos de evaluación y diagnóstico lo permiten, así como en laboratorio es posible lograrlo con superficies ópticas más elaboradas. Los test visomotores y tratamientos para motilidad ocular ahora son más amigables y agradables, permiten mantener un mejor control de los pacientes. Los problemas de superficie ocular van más allá de lubricantes y tratamientos farmacológicos, incluyen test y tratamientos que exigen controles periódicos con el paciente. La tendencia hacia una nueva comprensión del ser humano, su percepción visual y el análisis de su sistema ocular y visual, además de evidente, es necesaria. Es una oportunidad para transformar la vida de nuestros usuarios y poner a la Optometría y la Óptica en un lugar de alta prioridad en la vida cotidiana de la sociedad. Esta tendencia involucra a todas las personas que hacen parte de la comunidad dedicada al cuidado de la salud visual, asesores, administradores y la industria. Es la oportunidad que estábamos esperando, es el momento de entrar en la tendencia, una nueva forma de percibir la percepción.

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