La inclusión laboral es un derecho fundamental para las personas con discapacidad visual y un aspecto clave para su autonomía e integración en la sociedad. En este contexto, las asociaciones civiles desempeñan un papel esencial al facilitar este proceso, yendo más allá de la simple fabricación de materiales didácticos. Un ejemplo destacado es AMADIVI, una organización pionera en México y Latinoamérica en la fabricación y adaptación de material didáctico para personas ciegas y con baja visión, fundada en 1997. Pero ¿de qué manera contribuyen activamente las asociaciones civiles a la inserción laboral de personas con discapacidad visual?

Una de las iniciativas más relevantes en este ámbito es el programa Agora, resultado de la colaboración entre AMADIVI y la Fundación 11 para la Solidaridad con las Personas Ciegas en América Latina (FOAL), vinculada a la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE). Este programa, diseñado específicamente para la inclusión laboral de personas con discapacidad visual, comenzó a implementarse en América Latina en 2006 y llegó a México en 2009, con AMADIVI como socio local. Cristal Vargas, directora general de AMADIVI, ha sido la coordinadora nacional del programa Agora México durante 16 años consecutivos y actualmente representa a Agora en América Latina como figura REPA. Agora México trabaja con personas con discapacidad visual desde los 16 años, preparándolas para el trabajo mediante diversas estrategias.

Para garantizar la inclusión laboral efectiva, las asociaciones civiles despliegan estrategias clave, entre ellas la identificación y preparación de personas con discapacidad visual a través de convenios con entidades públicas y otras asociaciones. En este proceso, se desarrollan habilidades técnicas como el uso de la computadora, ortografía, redacción y herramientas tecnológicas avanzadas, incluyendo inteligencia artificial y dispositivos móviles para la productividad. Además, se colabora con instituciones gubernamentales como CATIs, ICATECs y CBETIS, que ofrecen capacitación laboral, y se apoya con equipamiento, software y formación de instructores en materiales accesibles como braille y formatos parlantes.

El vínculo con el sector empresarial también es fundamental. Las asociaciones civiles no solo trabajan en la concientización, sino que también capacitan a las empresas sobre procesos de reclutamiento accesibles, realizan recorridos de accesibilidad y presentan perfiles de candidatos previamente capacitados. La meta es que la inclusión se realice por convicción y no solo para cumplir una cuota. Además, expertos como Miguel Rivera en Agora realizan pruebas de accesibilidad en los espacios laborales para garantizar la compatibilidad con tecnologías de apoyo, como lectores de pantalla y magnificadores, como se ha evidenciado en la colaboración con empresas como Matfre.

El proceso de inclusión laboral no se limita al empleo tradicional, sino que también considera el autoempleo y el emprendimiento colectivo, de acuerdo con el artículo 27 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. En este sentido, es fundamental que la persona con discapacidad visual tenga la libertad de elegir su camino laboral. La formación especializada es otro aspecto clave, y se recomienda que los capacitadores tengan discapacidad visual y estén certificados en áreas como informática adaptada, masoterapia e idiomas, además de contar con conocimientos pedagógicos adecuados.

Pese a estos avances, la inclusión laboral enfrenta importantes desafíos. Uno de ellos es el combate a los prejuicios empresariales, ya que muchas empresas creen erróneamente que las adaptaciones para personas con discapacidad visual son costosas o innecesarias. También es fundamental visibilizar las necesidades específicas de las personas con baja visión, quienes suelen quedar en un segundo plano respecto a quienes presentan ceguera total. Mientras que los ajustes razonables para personas ciegas incluyen lectores de pantalla, quienes tienen baja visión pueden requerir magnificadores, mejor iluminación o contraste en los materiales de trabajo.

Otro reto es garantizar equidad entre los diferentes tipos de discapacidad en los procesos de inclusión laboral, evitando que unas sean priorizadas sobre otras. Al mismo tiempo, se debe fomentar la responsabilidad individual de las personas con discapacidad en la búsqueda y mantenimiento del empleo, así como superar los temores empresariales relacionados con el rendimiento y la disciplina de estos empleados. La inclusión no significa reducir los estándares de evaluación, sino aplicar los mismos criterios que con cualquier otro trabajador.

En este proceso, los optómetras también desempeñan un papel esencial. Su labor en la rehabilitación visual no se limita al diagnóstico y la adaptación de ayudas ópticas, sino que también deben estar informados sobre la existencia de asociaciones como AMADIVI y el programa Agora. Al referir a sus pacientes a estas organizaciones, pueden complementar su trabajo y facilitar la inclusión laboral de personas con discapacidad visual. Como enfatiza Cristal Vargas: “sin capacitación, no puede haber inclusión”.

Las asociaciones civiles como AMADIVI juegan un papel fundamental en la promoción y facilitación de la inclusión laboral de personas con discapacidad visual. Su labor no solo beneficia a quienes buscan empleo, sino que también sensibiliza a la sociedad, fortalece las redes de apoyo y fomenta un cambio cultural hacia una verdadera equidad laboral. La colaboración entre asociaciones, entidades públicas, empresas y los propios individuos con discapacidad es esencial para generar oportunidades reales y sostenibles. Solo mediante la capacitación continua y una mayor conciencia social se podrá lograr una inclusión laboral efectiva y duradera.

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