La humanidad se encuentra inmersa en una transformación social impulsada por la inteligencia artificial (IA) y los avances tecnológicos, esto está cambiando nuestras vidas de forma drástica. El problema es que no sabemos qué tan profundos serán esos cambios.

Conforme han avanzado estas tecnologías, hemos visto cómo se transforman tanto los empleos como el ejercicio de las profesiones. Las industrias de la optometría y la óptica no son ajenas a esta evolución. Desde la pandemia se ha generado una tendencia hacia la atención de la salud a distancia y, al mismo tiempo, un avance significativo en el desarrollo de lentes inteligentes.

En relación con la salud a distancia, hace un par de años, durante Vision Expo en Nueva York, vi un prototipo de autorrefractómetro diseñado para instalarse en tiendas de conveniencia. Este dispositivo permitía al paciente enfocar una imagen mediante perillas al costado del aparato y la máquina le expedía un ticket con su graduación aproximada. La diferencia con los autorrefractómetros tradicionales, era que los costos de fabricación de este aparato eran mucho menores, y su finalidad era convertirse en un dispositivo tan común como las básculas que se encuentran en la línea de cajas de un supermercado.

En esa misma exposición, probé un software que, al calibrar una imagen en la pantalla para que coincidiera con las dimensiones de una tarjeta bancaria y al ubicarse a cierta distancia y altura, comenzaba a proyectar imágenes al paciente. Con base en sus respuestas, el sistema podía estimar la cantidad de dioptrías necesarias para corregir su ametropía.

Hoy en día, existen gabinetes a distancia: una serie de aparatos para análisis y diagnóstico controlados desde otro lugar geográfico en donde el paciente realiza su examen sin la presencia física de un ser humano en el lugar. A finales del año pasado, me compartieron un video de una óptica en Puerto Rico, donde instalaron un gabinete en donde el optometrista realiza el examen refractivo a su paciente desde una oficina en otro lugar y la comunicación con el paciente se hacía a través de una pantalla; el paciente es atendido por un asistente que le indica dónde sentarse, le coloca el foróptero, enciende los equipos, etc. Este optometrista puede atender más de un consultorio al día, sin necesidad de desplazarse. Para los propietarios de las ópticas, esto representa un ahorro significativo, ya que, dependiendo de la cantidad de pacientes y el tiempo disponible, se puede prescindir de varios optometristas.

Además, de ser vista como una amenaza, esta tendencia puede convertirse en una valiosa aliada en países en con escasez de profesionales de la salud visual para dar atención a la población, como ocurre en México y otras naciones en Latinoamérica, donde este factor ha sido el pretexto para la proliferación de personal empírico.

Por otro lado, en el ámbito de los lentes inteligentes, varias marcas han lanzado modelos con funcionalidades similares a las de un celular, como tomar fotografías mediante gestos oculares (como pestañear), escuchar música sin necesidad de audífonos gracias a la conducción ósea, recibir notificaciones de mensajería, leer o reproducir mensajes de texto, consultar la agenda y otros detalles como traducción de textos, traducción de audio en vivo, leer un prompter, todo con tus lentes puestos. Algunos de estos modelos han hecho alianzas con compañías gigantes como Meta, como es el caso de Ray Ban, propiedad de EssilorLuxotica.

Si se considera que los celulares actuales tienen la capacidad de autoenfocarse en objetos cercanos o distantes y que esta función ha venido mejorando gracias a la inteligencia artificial, dependiendo de la colocación de la cámara, hacer zoom, mejorar la nitidez, eliminar reflejos, colocar filtros, etc. Qué falta para que estos lentes puedan hacer lo mismo. Imaginemos el caso de un présbita emétrope, que use unos lentes que identifiquen un texto cercano, realicen un autoenfoque, o mejor aún, comience a reproducir el texto directo a sus oídos, describir imágenes y que, en el momento de mirar de lejos, este enfoque cambie automáticamente.

Es claro que no podemos descartar la importancia de la detección oportuna de padecimientos o alteraciones visuales que hasta ahora, solo pueden ser evaluadas mediante una batería de pruebas que requieren la presencia física de un especialista. También es claro que habría implicaciones para las ametropías astigmáticas o restricciones por la edad, pero fuera de estas limitantes, una persona adulta, con un defecto refractivo esférico podría, en teoría, autorefractarse y programar sus propios lentes.

¿Qué le espera al optometrista en este escenario? La imperante necesidad de especializarse. Si bien esto no es nuevo y lo he planteado en diferentes conferencias, hoy más que nunca lo considero necesario. La refracción realizada por un optometrista se transformará, los pacientes comenzarán a “autorrefractarse”, pero como sabemos, no todo es refracción y lo que seguirá vigente será la posibilidad de brindar atención especializada en áreas como la visión binocular, contactología, la visión baja, la rehabilitación neurovisual, la pediatría, las prótesis oculares, el ojo seco, entre otros campos.

No sabemos cuánto tiempo tomará para llegar a esa nueva realidad, y considero que será un proceso paulatino, al que además en un principio no podrán acceder todos por cuestiones de presupuesto. Sin embargo, aún hay tiempo de tomar acción. El Ex presidente de Uruguay, el Sr José Mujica, en una conferencia realizada para la juventud de Chile, mandó un mensaje contundente:

“Se aproxima una era en donde solo la inteligencia nos hará indispensables, ya que habrá seres humanos que no servirán ni para ser explotados”.

Los optometristas del futuro, debemos estar conscientes de esto, adaptarnos y triunfar a través de la especialización.

 

Álvaro Alcalá, OD
a
Director comercial de Augen Tech para LATAM


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