En los últimos años, la emisión de luz azul por parte de las pantallas electrónicas ha generado una creciente preocupación debido a sus posibles efectos en la salud visual y el ciclo circadiano. De hecho, en modelos experimentales se ha observado daño en las células ganglionares, incluidas las intrínsecamente fotosensibles. Sin embargo, en estos experimentos el influjo de luz azul es intenso. Bajo esta premisa, aún controvertida, se recomienda el uso de filtros protectores contra la luz azul para contrarrestar los posibles efectos que se han mencionado a través del tiempo. (1)

En un apartado reflexivo, Downie (2017) resalta que la luz azul es esencial para la percepción visual, y, aunque puede tener un potencial efecto nocivo para el ojo, este tiene mecanismos naturales para limitar la cantidad de radiación que llega a la retina. En este sentido, la córnea y el cristalino absorben gran parte de la radiación UV y, con la edad, el cristalino atenúa más la luz azul, a través de la coloración amarilla que se va tomando en los procesos que se llevan a cabo con la edad. Por otra parte, los pigmentos maculares, como la luteína y la zeaxantina, también ayudan a proteger la retina al absorber la luz visible de onda corta. Es importante destacar que estos han sido factores protectores que han acompañado la evolución del ser humano, y que la exposición a la radiación de onda corta no es exclusiva de los dispositivos electrónicos. Está presente en casi todas las fuentes de luz. (2)

Downie (2017) también indica que, en la última década, se ha observado un incremento en el interés por los lentes oftálmicos que poseen propiedades de filtrado de luz de onda corta azul. Se afirma que estos lentes podrían disminuir la transmisión de la luz ultravioleta y de la luz visible de onda corta, especialmente el azul violeta. No obstante, a pesar de la cantidad de investigaciones llevadas a cabo, no se dispone de evidencia clínica lo suficientemente contundente que respalde de manera directa los beneficios de dichos lentes en la disminución de la fatiga ocular, la mejora en la calidad del sueño o la protección de la salud macular, y en general, de las células ganglionares de la retina. (2)

La reflexión imperante de la autora es la necesidad de seguir investigando con el fin de mejorar la comprensión de los verdaderos impactos de los filtros de luz azul en la salud ocular. La falta de información concluyente resalta la importancia de elaborar directrices clínicas fundamentadas en la búsqueda de conocimiento basado en evidencia para el correcto diseño, fabricación, y uso de tales filtros. Todavía se necesita establecer si dichos productos efectivamente proporcionan beneficios significativos y son merecedores de ser recomendados como una estrategia efectiva para preservar la salud visual en la era digital que tanto nos preocupa en .la actualidad.(2)

Vera y colaboradores (2023) realizan un estudio con el fin de examinar el impacto de los filtros de protección contra la luz azul en los síntomas de fatiga visual digital. Dada la controversia que rodea la eficacia de los filtros bloqueadores de luz azul en la reducción de los síntomas y signos de la fatiga visual digital o síndrome visual informático (SVI). (1)

Para este propósito, los autores se basan en la electromiografía, la cual posibilita la evaluación objetiva de la actividad del músculo orbicular y contribuye a una mayor comprensión de los efectos de los filtros en el SVI. La evidencia al respecto indica que en un a actividad de intensa demanda visual en tareas especialmente de visión próxima, el músculo orbicular reacciones y responde con las subsecuentes consecuencias en la sintomatología del SVI.  (1) Ver Figura 1

Figura 1. Electromiografía del orbicular. (1)

En el estudio participaron veintitrés adultos jóvenes sanos con una edad media de 22.9 años. Realizaron dos tareas de lectura en una pantalla de computadora, una vez con un filtro bloqueador de luz azul y otra sin él. Durante la tarea de lectura, se llevó a cabo el registro de la actividad del músculo orbicular mediante electromiografía de superficie en puntos específicos. Posteriormente, los participantes proporcionaron información acerca de sus niveles de sintomatología percibidos y la actividad muscular tanto antes como después de finalizar la tarea.(1)

Los resultados revelaron que dichos filtros no disminuyeron significativamente la actividad del músculo orbicular ni tampoco aliviaron los síntomas. A pesar del uso de los filtros bloqueadores, no se observaron alteraciones significativas en la actividad muscular ni en los síntomas asociados al uso de computadoras en comparación con el grupo control. Las respuestas subjetivas de fatiga visual y malestar a través de un cuestionario no mostraron diferencias significativas entre el grupo que empleó filtros bloqueadores de luz azul y el grupo que no los utilizó. Ambas condiciones exhibieron niveles similares de síntomas reportados, lo cual sugiere que los filtros no proporcionaron beneficios perceptibles en cuanto a la comodidad visual durante la actividad de lectura en una pantalla de computadora, o mejoría subjetiva de la astenopia.(1)

Según los resultados del estudio y la evidencia previa, se sugiere ser prudentes a la hora de prescribir filtros bloqueadores de luz azul como medida para aliviar los síntomas y signos del SVI. Se recomienda que en investigaciones venideras se analicen los impactos de filtros con variados niveles de transmisión de luz azul en los síntomas y signos visuales, con el fin de profundizar en la comprensión de sus potenciales beneficios. Es fundamental que los especialistas y profesionales de la salud visual contribuyan a robustecer la evidencia científica. (1)

Referencias

1. Vera J, Redondo B, Ortega-Sanchez A, Molina-Molina A, Molina R, Rosenfield M, et al. Blue-blocking filters do not alleviate signs and symptoms of digital eye strain. Clin Exp Optom. 2023;106(1):85–90.

2. Downie LE. Blue-light filtering ophthalmic lenses: to prescribe, or not to prescribe? Vol. 37, Ophthalmic and Physiological Optics. Blackwell Publishing Ltd; 2017. p. 640–3.