La editorial de hoy surge de un debate reciente con mis estudiantes de quinto semestre de la carrera de Optometría que cursan la asignatura de farmacología ocular. Antes de iniciar con todos los conceptos inherentes a este campo, decidimos hacer una charla sobre la percepción que tenían sobre el ejercicio profesional optométrico desde el punto de vista de la prescripción de medicamentos, revisando previamente el marco legal que permite esta acción en Colombia, y el resultado fue altamente enriquecedor por lo que quiero compartirles hoy, mis fieles lectores, algunas de las experiencias recopiladas.
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Para muchos, el hecho de tener que leer normatividad es un poco tedioso, sin embargo, esto depende en gran medida del contexto en el que se aborde y cuando es aplicado a algo que se hará durante gran parte de la vida, toma un gran significado. Varios estudiantes mencionaron que a pesar del privilegio que tenemos al poder formular medicamentos de uso tópico para enfermedades externas oculares pero también, basados en experiencias de vida como pacientes o como conocidos de profesionales, evidenciaron que este ejercicio farmacológico no se cumple en toda su extensión por el 100% de los optómetras; aclaro que no se apunta a una falta de preparación sino a una tendencia a formular siempre los mismos medicamentos para determinadas enfermedades como si fuera un acto reflejo.
Sin ánimo de condenar ningún compuesto o principio activo y haciendo la aclaración que los laboratorios farmacéuticos en nuestro país nos ofrecen productos de alta calidad y efectividad, no siempre la misma molécula funciona en todos los pacientes o en la misma enfermedad. Parece entonces que mecánicamente nos vamos sumergiendo en una monotonía de prescripción, influenciada por diferentes factores, que puede llegar a distanciarnos de la efectividad en los tratamientos de superficie ocular; esta situación me hizo considerar un alto en el camino, hacer una autoevaluación de mi proceder clínico y me motivó a invitarlos hoy a hacer el mismo ejercicio para que con el ejemplo de la aplicación acertada de la responsabilidad farmacológica que tenemos con nuestros pacientes y con nuestros futuros colegas que se encuentran en formación, para que vean en nosotros un modelo a seguir, hago un llamado a que, con su excelente comportamiento profesional, los inspiren para que en un futuro no muy lejano, fortalezcan la optometría, llevándola a un nivel aún mayor al que tenemos actualmente.
Esta editorial está especialmente dedicada a los estudiantes que participaron de esta charla.
Un abrazo a todos mis lectores.