Emprender se ha convertido en la moda dentro de la economía mundial al menos en la última década, siendo esta la gran solución ante la baja oferta de empleo y al entorno laboral agreste al que se enfrentan los nuevos profesionales. Pero no solo es una moda, en realidad el emprendimiento se ha convertido en una estrategia inmejorable para el crecimiento financiero de una o varias personas y ha fortalecido en gran magnitud la realidad económica de cada país.
Es verdad que muchos de los emprendimientos son iniciados por una sola persona o por un pequeño grupo, que aprovechan sus ahorros y un capital limitado para invertir en su nueva idea de negocio, sin embargo, crear sociedades es algo muy importante para lograr el fortalecimiento de la marca y que los productos que se ofrecen logren una difusión exitosa. Para esto, es primordial identificar quien es el indicado para ayudar al crecimiento de la empresa, formar parte de esta y en ningún momento tomar atribuciones extralimitadas.
¿Quién es el socio perfecto para el emprendimiento?
La empresa o la persona que quiera invertir en el nuevo proyecto, debe cumplir también con unas características, así como para ellos el emprendimiento debe cumplir con unos estándares para invertir en él.
En primer lugar y verdaderamente, la característica más importante, es ver en el inversor o socio el máximo interés en el crecimiento del proyecto como marca. Para esto debemos evidenciar que el candidato este completamente familiarizado con el producto o el servicio que nuestro emprendimiento quiere fortalecer. En el caso de no tener clara la información, siempre debe existir el deseo de aprender y conocer todo acerca del emprendimiento y así tener total sintonía con el futuro socio. Una persona o empresa que apoye financieramente nuestro negocio, si no trabaja y conoce a la perfección el mercado en el que estamos trabajando, puede no cumplir con sus propias expectativas y en casos de crisis amenazar con retirarse.
Ahora, en el momento de evaluar la inversión que se va a recibir, es importante una segunda característica: el capital y participación en la sociedad. La inversión tiene que ser de conocimiento, tiempo y dinero, es por eso que dentro de la participación es clave definir las funciones y delimitar las modificaciones que se hagan sobre nuestra marca, así como acordar un capital para lograr una estabilidad económica. Dependiendo de esto, el nuevo socio debe ser alguien que pueda cumplir en todo momento con sus obligaciones económicas y así garantizar el apoyo de esto según lo determinado.
Por último, debemos elegir siempre la opción que nos vaya a generar los mejores frutos. Si dentro de los candidatos hay personas o empresas de familiares y amigos que sí tienen una muy buena oferta, pero existen alternativas que son mucho más atractivas y que sin duda alguna ayudarían mayormente a nuestro negocio, hay que dejar a un lado los arraigos personales y enfocarse netamente en el emprendimiento. Esto en el proceso de crecimiento y fortalecimiento, no quiere decir que no se puedan crear sociedades con familiares y amigos ya habiendo establecido la marca en el mercado.