Conocemos a profundidad los fenómenos relativos a la matriz lagrimal, somos expertos en la realización de test que nos dan información cuantitativa y cualitativa y una posible ruta de manejo, pero ¿Cuántas veces nos detenemos a observar y contar el promedio de parpadeo de nuestros pacientes? ¿Qué implicaciones tiene registrar este proceso fisiológico?

El Índice de Protección Ocular (OPI) es una forma sencilla de analizar la situación de su paciente bajo un perfil más personalizado. No podemos seguir diagnosticando y manejando a todos nuestros usuarios de una manera genérica, muchas cosas suceden en un abrir y cerrar de ojos.

El OPI establece una relación entre el tiempo de evaporación de la fase lipídica de la lágrima y el intervalo de parpadeo; esto, implica considerar con más detalle qué valores de rompimiento son normales, entender que los estándares expuestos en la literatura son una guía más no una norma estricta, que, de seguirla al pie de la letra, puede generar una serie de “falsos positivos” en el diagnóstico del ojo seco.

Me explico un poco más, si un paciente presenta los conocidos black dry spots en un lapso inferior a 10 segundos, inmediatamente se piensa en un ojo seco evaporativo, pero si su parpadeo suple esa deficiencia, lo más seguro es que el paciente no presente ningún tipo de sintomatología.

En este escenario el manejo profiláctico ocupacional es mucho más efectivo que el farmacológico y el éxito de su terapéutica será mayor. Los invito a revisar en los consensos los estudios correspondientes a este tema y así, una vez más, usted marcará la diferencia.

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