En el escenario internacional de la Optometría se observa un marcado interés por profundizar en el aspecto perceptual teniendo como base los últimos avances en materia de neurociencia, neurodesarrollo y neuroplasticidad. Y tiene todo el sentido, pues el inicio de la percepción visual va de la mano con el desarrollo propioceptivo y oculovestibular que, a su vez, hace parte del sincicio funcional de cuya sincronía depende no solamente el aprendizaje sino la calidad de vida del individuo. Visión y percepción son funciones fundamentales para el desenvolvimiento del ser humano en todos los aspectos.
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Y por eso es importante registrar que en este interés de poner en práctica todos los avances de la neurociencia el optómetra no debe desplazar pruebas que tienen un gran valor clínico como las de habilidad perceptual visual, pues encierran una gran importancia. Analizar funciones ejecutivas como la constancia de forma, el cierre visual, la figura – fondo, permiten al especialista encontrar lo que puede ser una interferencia en el aprendizaje.
Clínicamente el interés está en optimizar la agudeza visual, las funciones oculomotoras, vergenciales y al mismo tiempo, sensibilidad al contraste, máxime que estamos en una época con muchos postoperatorios de cirugías refractivas. Y el abordaje postquirúrgico moderno no solamente de cirugía refractiva sino también de catarata, ha llevado a encontrar pacientes con emetropía perfecta, pero con muchos síntomas relacionados con la sensibilidad al contraste. Por fortuna la industria oftálmica a través de la tecnología Free Form ha mejorado los diseños de los lentes, ayudando a nuestros pacientes especialmente en las noches.
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Retomando nuestro tema, estamos dejando de lado algo muy importante desde el punto de vista de la fisiología de la visión, la percepción. Al respecto las escuelas de neurodesarrollo mexicanas y españolas reportan una ventana abierta para abordar procesos de rehabilitación a partir de la neuroplasticidad. Clínicamente hablando, la oportunidad es muy estrecha para el desarrollo monocular de la agudeza visual en casos de niños que nacen con catarata, estrabismo o con una alteración en los medios refringentes. No pasa de las tres primeras semanas a un mes. He podido hacer seguimiento en el desarrollo de muchos niños, con este tipo de alteraciones, quienes 30 años después de ese episodio de interferencias serias en el desarrollo de la visión y a pesar de una estricta y disciplinada oclusión, se manifiesta la dominancia ocular del ojo director sobre el ojo que no tuvo la opción de una buena estimulación al principio, por tanto se marca la pauta para que el escenario visual vaya siempre en desventaja del ojo que no pudo desarrollarse tempranamente.
Por eso pienso que a nivel mundial se deben hacer todos los esfuerzos posibles para valorar los niños en la primera semana de vida y abrir la oportunidad de desarrollar de forma equiparable la visión de los dos ojos.