Las facultades de optometría a través de los años, desde la aparición de la primera en el año 1966, han tenido un profundo respeto por la formación clínica de quienes estudiamos y optamos por ser optómetras. Hoy nuestros congresos gozan de diferentes conferencias donde enfatizamos en esta área, fortaleciendo competencias propias del ejercicio frente a las exigencias demandantes de la salud visual en cualquiera de sus especialidades. La integralidad y manejo de la clínica optométrica es la esencia y base de una corrección confortable para cualquier dispositivo formulado. Así la clínica da la estructura funcional para la exactitud que debe tener una prescripción.

Detengámonos un poco en los sinonimos de la palabra prescripción, podemos encontrar varios como: fórmula, receta, precepto, disposición, mandato y orden. Todas inspiran respeto. Y así debe entenderse. 

Y lo es. Una verdadera prescripción encierra varios conceptos que parten del conocimiento de nuestro paciente, que comienza con una buena y amplia anamnesis. Todos nuestros pacientes la merecen, sin embargo; el paciente présbita es una persona madura que tiene claras sus expectativas, demandas visuales, apariencia, moda y hasta presupuesto, no hay que indagar mucho para conocer sus necesidades. Esas características lo hacen diferente. Tenemos claro a quien estamos examinando y qué desea. Ahora viene nuestro aporte para conformar ese producto, una corrección perfecta, que no solo proporcione una excelente agudeza visual, sino confort a diferentes distancias y ángulos. En ningún momento olvidemos sus exigencias.

¿Cómo logramos mezclar todas estas variables para llegar a ese producto? Fácilmente encontramos la respuesta en la clínica, allí tenemos la caja con las herramientas para estructurar ese producto y consolidarlo en un anteojo o dispositivo médico.

La clínica encierra ese intangible que se aprende desde la facultad y que poco a poco va engrosándose con la experiencia obtenida en cada atención. Cada paciente nos deja una enseñanza y si nos equivocamos es inolvidable, es de humanos aceptarlo, y más importante aún corregirlo. Escuchemos a nuestros pacientes, atrás viene el aprendizaje.

La ocupación no solo nos deja ver el perfil del paciente, es información acerca de las distancias que maneja, tiempos de lectura, posturas, demanda visual. Clínicamente se requiere la toma de forias, reservas fusionales de convergencia y de acomodación. La gran mayoría de las adiciones que prescribimos desde este punto de vista no se rigen a las tablas que aprendimos y eran exigencia en nuestro paso por la facultad. Cambian con el estilo de vida y el entorno.

Hoy la tecnología es parte de nuestro ejercicio y esta debe ser complemento de los test naturales de la clínica como la refracción y subjetivo (afanado tanto en visión lejana como cercana).

Por último, he encontrado evaluando la profundidad de foco desde el subjetivo realizado, un aliado para prescribir correcciones con buenos rangos a diferentes distancias. Recuerde, hoy la industria ha desarrollado toda una gama de lentes progresivos que complementan su prescripción.

Amigo lector ese intangible que encierra la clínica, incrementa el voz a voz, fideliza, hace de usted un referente. Una verdadera prescripción, no es una receta…es una institución llena de todo un contenido de conocimientos y experiencia que habla por usted.

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